PROMESAS

Se cuenta la historia de un padre que fue sorprendido por un tremendo terremoto que destruyó su ciudad. El sismo mató a miles de personas. Todos fueron arrebatados por el pánico que un terremoto destructivo puede producir en el ánimo de las personas...

Después que el terremoto mortal hubo terminado, el padre corrió a la escuela a salvar a su pequeño hijo. Cuando llegó, el edificio estaba por los suelos. Todo estaba bajo escombros... Pero este padre le había dicho siempre a su hijo: "No importan las circunstancias. No importa lo que suceda. No importa lo que hagas. Siempre estaré ahí donde tù estès..."

Cumpliendo su promesa, empezó a remover escombros para buscar a su hijo. Pasaron horas. Primero doce horas. Luego veinticuatro, después treintiseis... Localizò el lugar en donde había estado el aula de su pequeño y siguió quitando enormes trozos de cemento y columnas... Le dijeron que ya no había esperanza.  Trataron de persuadirlo para que abandonara la búsqueda. Otros padres dejaron de buscar pero este siguió y siguió sin darse por vencido... Después de treintiocho horas de búsqueda, escuchò la voz de un niño que preguntaba: ¿Padre? ¿Eres tù...? Aguijoneado por la voz de su criatura el padre tomò fuerzas y logró rescatar a su hijo y a otros más...

Cuando le preguntaron al niño qué le había sostenido en su encierro todo ese tiempo junto a sus compañeritos, su respuesta fue: "Les dije a los otros que no se preocuparan, que si mi papi estaba vivo vendría por mí y por los otros y que no nos dejaría morir, porque él me había prometido que no importaban las circunstancias ni el lugar ni la condición, que donde yo estuviera él iba a estar..."

El Señor nos ha hecho la misma promesa. "Vendrè otra vez..." nos asegura. Sì, la tierra temblarà. Sì, el matrimonio sufrirà tormentas. Sì, los hijos abandonaràn el nido. Sì, habrá deudas que pagar y compromisos que cumplir. Claro, la enfermedad puede tocar a su puerta. La vejez llegarà con sus temblores y debilidades. El temor se acercara a nosotros para quitarnos la tranquilidad. La hija se enamorarà del hombre equivocado y sufrirá desengaño... La envidia, el orgullo y la insensatez estarán a nuestro alrededor... Pero los hijos de Dios no tienen porqué tener miedo, porque el Padre ha prometido estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo...

Sus promesas son Sì y Amén. Está dicho. Y está hecho. La Cruz sellò el compromiso que el Padre hizo con nosotros los que creemos en Èl. Así que no importa lo que diga el mundo. Nosotros estamos a salvo de cualquier sismo financiero, de salud, chikunguya y zika... No importa cuantos escombros nuestro Padre tenga que remover hasta encontrarnos y llevarnos sanos y salvos a su Regazo...

Solo confiemos. Estemos quietos y veremos la salvación de Jehovà... Si aún duda, pregùntele a Moisés como cruzó el  Mar Rojo...

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