INDIFERENCIA

La gente está desayunando temprano. Hay mucho qué hacer ese nuevo día. Todos están comiendo un poco rápido porque la posada está llena de gente y hay que atender a los huéspedes. La mesa está rebosando de pan caliente y café recién hecho. Huevos y legumbres adornan la mesa. Los comensales están platicando entre sí de lo que el Emperador Augusto ha hecho por la aldea para aumentar sus finanzas al haber ordenado el censo... Todos están felices...

Solo una voz perdida entre el murmullo de las pláticas parece preguntar algo: ¿Qué pasaría con la familia que tocó anoche la puerta pidiendo una habitación? ¿Encontrarían hospedaje en alguna posada? La mujer que venía sentada sobre el burro parecía a punto de dar a luz... ¿Qué hicieron al fin? La pregunta quedó en el aire. Quizá alguien más tocó el tema pero eso fue todo. No discutieron sobre eso. Nadie se ofreció a ir a buscar a la pareja angustiada de la noche anterior.  Al fin  al cabo muchos más fueron rechazados por no haber espacio. Sin duda era una familia más de los que llegaron a cumplir con la orden del Gobernador... Nadie supo qué responder... Todos están ocupados en terminar sus alimentos y prepararse para otro ajetreado día de limpiar y ordenar los cuartos que quedaran vacíos por los huéspedes que cumplirán con sus compromisos legales...

Nadie se preocupa por la familia que tocó la puerta anoche. No es asunto de ellos. No hubo cupo y ya. El negocio era lo más importante. Las ventas de ese tipo  y tamaño no se dan todos los días. Que cada familia busque en donde pernoctar porque la posada estaba llena. Ya no cabía ni un alfiler...

Además, ¿quién tenía tiempo para conversar en medio de tanto alboroto? ¿Quién podía recordar cuando se habìa visto tanto comercio en la aldea?  Es poco probable que alguien haya mencionado la condición de la joven. Estaban demasiado ocupados. El día apremiaba. El pan del día ternìa que estar listo para los huèpedes  que lograron pagar por un cuarto. Los quehaceres de la mañana estaban pendientes. Había demasiado por hacer para imaginar que lo imposible hubiera sucedido...

Jesus había llegado a la posada a buscar una cama y nadie se dio cuenta. Simplemente le dijeron que no podía entrar, que se buscara otro lugar. . Que tengan suerte...

Si al menos se hubieran asomado a un pesebre hubieran contemplado una escena inolvidable: Ver a un niño recién nacido que iba a ser visitado por reyes, anunciado por estrellas, alabado por ángeles y acechado por el Diablo...

Eso sucede con usted. Entra en un negocio. No lo atienden. Ni le hacen caso. Lo ven tan "diferente" que creen que es un miròn más de los que entran, tocan y no compran nada. O usted, señora, que quiere gastar unos centavos en ropa nueva y la empleada solo la ve entrar y no le pregunta qué busca. Está demasiado embebida en sus propios problemas que no le interesan los suyos. Busque, pruébese y si le queda, pague y váyase.

No saben que cuando usted entró, con usted Jesus entró a su almacén y lo dejaron salir sin haberle permitido dejarles una bendición. Una provisión para el día. Una sanidad en sus corazones doloridos. Una sonrisa que iluminara su día. Un apretón de manos  y una palmada de aliento en la espalda...

Eso pasó en Belén y eso sigue pasando en nuestros días. No se preocupe. Si lo hicieron con el leño verde también lo harán con el seco... La indiferencia está a la orden del día. Todos están muy ocupados como para darse cuenta que Jesus está a la puerta llamando a ver quién lo deja entrar... Usted es la mano que toca la puerta. Siga tocando. Siga...Algún pesebre se abrirá para que Èl vuelva a hacer el milagro del nuevo nacimiento...


Comentarios

  1. Solo los enviados del cielo, pueden ver a Jesús en nuestra vida, otras personas q pueden llamarce evangélicos o gente común no pueden verlo,

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