HEBRON

Llenarnos el estómago  es una cosa diaria. Comida, comida y más comida...

Llenarnos el corazón es algo muy diferente. Palabra, palabra y más palabra...de Dios...

¿De qué tiene usted lleno su corazón? ¿De temores? ¿Miedos? ¿Enfermedades, pesares, rencores, odios y amarguras? De eso será llena su vida...

Caleb no permitió que su corazón se llenara de duda cuando fueron a investigar la Tierra Prometida cuando Moisés les envió a espiarla. Èl iba con la certeza de apropiarse de lo que pisaran sus pies. Iba con la certeza de que lo que viera iba a quedar grabado en su mente y en su corazón. Caleb llenò su mente con fe y asumió un reto del tamaño de su Dios. Hebron sería suya a toda costa. Cada paso que daba se repetía una y otra vez: "Esta tierra es mía". No dijo "será". No. Lo habló en presente. "Es"

Y es que cuando Moisés los envió a los doce espías, Caleb vio algo que lo inquietó. La ciudad de Hebron ocupa un lugar especial en la historia de los hebreos.  Fue el único pedazo de tierra que perteneció a Abraham. Abraham enterró allí a su amada esposa. A él lo enterraron allí. Y también a Isaac, a Rebeca y a Jacob...

Hebron era un lugar santo...

Sin embargo, el día que Caleb lo vio por primera vez, el monte santo estaba habitado por gente impía.  Y esta ocupación lo molesto. ¿Ver que la tumba de Abraham era ignorada y no era respetada? Era algo que él no podía soportar. Así que en aquel momento, cuarenta años antes, le pidió a Moisés que le diera Hebron.  Èl no pidió Jerusalén, aunque esta estaba sobre el monte Moriah. No pidió el valle de Escol, donde las uvas crecían tan grandes como ciruelas. No pidió Jericó ni la tierra del Jordán. El quería Hebron. Hebron, donde Abraham había dormido debajo de sus robles. La tierra que había sido visitada por ángeles. La tierra que custodiaba las tumbas de la familia más sagrada. Caleb tenía un deseo escondido... "Solo entrégame la ciudad de Hebron, y yo me encargaré de ella" había dicho a Moisés años antes. Cuarenticinco años más tarde, a la edad de ochenta y cinco años, el viejo soldado estaba  listo para ocupar su premio. "Dame pues, ahora este monte, del cual habló Jehovà aquel día". (Josué 14:12).

¿Cuan alto es su sueño? ¿Qué está impidiendo que lo consiga llevar a la realidad? ¿Cuál es su motivación para hacer patente su deseo de superarse en la vida? ¿Qué lo motiva a seguir en donde está? ¿Acaso no hay un celo profundo en su interior que lo impulsa a buscar más santidad? ¿Acaso ante sus ojos no hay tanto pecado que le arda la llama de la búsqueda de la santidad para honrar a Dios?  Quizás la razón por la que sus problemas son tan grandes es porque su fe es muy pequeña...

Si es así, usted necesita llenar su mente y su corazón con la Palabra de Dios. En todas partes hay gigantes:  Financieros. Matrimoniales. Familiares. Sociales. Espirituales... Gigantes en el trabajo. Gigantes que se llaman deudas. Gigantes que ocupan la tierra que le pertenece solo a usted...

Busque una causa santa. Una fe que valga la pena proteger. Una misión por la que valga la pena vivir. Pídale a Dios un Hebron que pueda reclamar para su Gloria... Siempre usted enfrentará problemas, pero no tiene que enfrentarlos solo: Sumerja su mente en los pensamientos de Dios. No escuche a los que dudan. No escuche a los pesimistas. A los que dicen que no se puede. Unase a los que sí creen que con Dios todo es posible. Una vez que encuentre su montaña no habrá gigante que pueda detenerlo, ni edad que pueda descalificarlo, ni problema que lo derrote.

Después de todo, usted puede tener el espíritu de Caleb: Un espíritu diferente. Usted fue hecho para la Tierra Prometida... Sométala ante usted y expulse a los invasores. Dios estará con usted...

Comentarios

  1. Gracias por 21 años de palabra viva, no a sido fácil

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