RAHAB

Escribir sobre esta dama no es fácil. Me imagino que eso fue lo que sucedió con los escritores de la Biblia cuando se referían a ella. Pudieron evitar mencionarla por su profesión que provocaba vergüenza entre los judìos del primer siglo... Sin embargo Dios honra a quienes le honran... E inspiró a los escritores a insertar su historia... Incluso en la genealogía de Jesus aparece ella... La ramera...

Y Rahab, la ramera, lo honró. ¡Quién lo diría! Rahab encontrando a Dios a través de los espías que fueron a conocer Jericó. O quizá sería mejor decir que Dios encontró a Rahab en un burdel... Dios encontró un corazón tierno, delicado y temeroso de Èl en esta ciudad llena de incrédulos y materialistas. Allí, precisamente, en esa casa de pecado fue donde Dios hizo su morada. Y viendo su temor y obediencia al haber puesto el cordón de grana en su ventana para anunciarles a los guerreros cual era su casa, Dios la salvó a ella y toda su familia.

Pudo haber salvado a toda la ciudad de Jericó, pero nadie lo pidió. No les interesaba la salvación de sus vidas y sus almas. Ellos querían salvar sus muros, no sus corazones. Así  son las cosas en muchas partes... Rahab tenía una ventaja sobre los demás: No tenía nada que perder si ayudaba a los espías y mucho que ganar si se acordaban de ella. Por eso el cordón de grana colgado en su ventana.

Rahab estaba en el peldaño más bajo de la sociedad. Ya había perdido su reputación, su posición social, su oportunidad de progresar. Ninguna universidad la iba a aceptar entre sus estudiantes si es que quería cambiar su futuro. Ningún gobernante le iba a ayudar a lograr sus sueños porque tal vez algunos de ellos habían sido sus clientes... Rahab estaba en el fondo del pozo... No solo había vendido su cuerpo, sus caricias y su belleza, también había vendido su alma...

 Tal vez ustedes también se encuentran allí: Tocando fondo. Hundidos en el cieno. Hundidos en las deudas, el divorcio, el fracaso, el pesimismo...

Puede que alguno de ustedes no vendan su cuerpo, pero quizás han vendido su lealtad. Vendió su afecto, su atención a otra mujer o a otro hombre. Tal vez usted ha vendido sus talentos. Ha vendido su confianza. O ha vendido su pureza... Usted se ha vendido. Todos lo hemos hecho. Nos hemos preguntado, todos nos hemos preguntado: ¿Hay alguna oportunidad para mi? Tal vez para él o para ella. No para mí. Yo estoy muy... manchado, sucio, contagiado.  He pecado demasiado. He fracasado demasiado. Me he tropezado con demasiada frecuencia... Estoy en el basurero de la sociedad... Para mí no hay oportunidad... Rahab pudo haber pensado eso. Pero no. No lo pensò. Se dejò ir por fe a creerle a los espías lo que Dios ya les había anunciado: Les daría esa ciudad. Y Rahab les dio su techo, su ayuda y su vida...

Así que si usted está dudando si hay oportunidad para usted... hay una sola respuesta: ¡Rahab, la ramera!

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