JUSTIFICACION
Justificar a otros es tan difícil porque no podemos justificarnos a nosotros mismos... Nos cuesta muchísimo darle la razón a la gente que nos ofende. Nos cuesta comprender por qué hacen cosas que nos desagradan. No podemos entender por qué nos rechazan, nos insultan y nos humillan...
Justificar no es fácil. Tiene un precio de Sangre. Como la de Jesus que se necesitó ser derramada en la Cruz para justificarnos ante el Padre... Y a nosotros nos costará si no derramar sangre, sí derramar lágrimas. Lagrimas de cólera. De ira. De impotencia. De cansancio... Una vez, otra vez, otra vez más... justificar. Darle la razón al otro. No es fácil...
Así fue para Jesus con respecto a Judas... Judas es un caso especial en la vida de Jesus y para nosotros. No hablo de que los judas están en nuestro entorno. Es que nosotros somos como Judas... Traicionamos. Vendemos al mejor postor a los demás con nuestra lengua. Con nuestras miradas de soslayo. Con el desprecio por la gente sucia y mendicante... Somos como la plétora de gente que rodeó a Jesus en su camino al Calvario...
Y, ¿sabe què? Jesus nos justifica. Porque sabe mucho sobre las tretas de Satanàs. Por eso siempre esperò que Judas se arrepintiera y llegara a Èl en busca de perdón. Pero la historia fue otra... Sin embargo con nosotros no es diferente. Nos espera una vez y otra. Nos da oportunidad tras oportunidad para extender su Manto de Misericordia sobre nuestras miserias. Todo porque nos entiende...
Jesus sabía que Judas había sucumbido ante un poderoso adversario. Era consciente de las tretas del enemigo. ¿Acaso Èl mismo no las había escuchado en el desierto? Jesus entendía cuán difícil era para Judas hacer lo correcto. Jesus no justifica lo que hizo Judas. No subestima el hecho. Tampoco lo eximiò de su responsabilidad. Pero sí mirò a los ojos a su traidor e intentó comprender...
Y eso es lo que se espera de nosotros. Èl nos dio el ejemplo. Jesus comprendió lo difícil que era para Judas no desear el dinero. Era su área más fuerte escondida en su corazón. Èl sabía que para Judas el dinero era como su uña y carne. Inseparables. Estaba tan arraigado en su interior el amor al dinero que era muy difícil no lograr tenerlo a cualquier precio... Incluyendo la venta de su mentor, amigo y compañero de camino. En un momento dado, todo lo que Jesus había hecho por Judas pasó a un segundo término. Lo importante aquella ocasión era lograr algo de provecho para Judas. Y Jesus lo entendió. Y lo justificó. Satanàs ya había entrado en él y nada podía detener su caída...
¿Justifica así usted a su cónyuge cuando le falla? ¿Logra usted entender que su pareja también es tan humano como usted? ¿Comprende usted a su hija que se ha enamorado de ese muchacho que a usted no le agrada? ¿Ya olvidó que usted hizo lo mismo años atrás? ¿Puede usted justificar a su pastor que le exige tanta santidad por un celo desmedido sobre su salvación? ¿Comprende usted al que se desquita con usted porque no logró gritarle a su padre sus verdades y usted estaba más cerca? Son preguntas que merecen respuestas...
Somos igual que todos. Estamos cortados con la misma tijera. Ellos nos lo hacen a nosotros y viceversa. Por eso necesitamos aprender a justificar. Satanàs sigue trabajando fino buscando quienes se convierten en Judas para vender a sus amigos. Usted haría lo mismo que otros le hacen. Justifique. Comprenda que no todos tienen la fuerza para vencer esas cositas feas que se esconden en las cavernas más oscuras de nuestros corazones... Una forma de manejar las particularidades de una persona es tratar de entender por qué son particulares... Trate usted y vivirá en libertad.
Justificar no es fácil. Tiene un precio de Sangre. Como la de Jesus que se necesitó ser derramada en la Cruz para justificarnos ante el Padre... Y a nosotros nos costará si no derramar sangre, sí derramar lágrimas. Lagrimas de cólera. De ira. De impotencia. De cansancio... Una vez, otra vez, otra vez más... justificar. Darle la razón al otro. No es fácil...
Así fue para Jesus con respecto a Judas... Judas es un caso especial en la vida de Jesus y para nosotros. No hablo de que los judas están en nuestro entorno. Es que nosotros somos como Judas... Traicionamos. Vendemos al mejor postor a los demás con nuestra lengua. Con nuestras miradas de soslayo. Con el desprecio por la gente sucia y mendicante... Somos como la plétora de gente que rodeó a Jesus en su camino al Calvario...
Y, ¿sabe què? Jesus nos justifica. Porque sabe mucho sobre las tretas de Satanàs. Por eso siempre esperò que Judas se arrepintiera y llegara a Èl en busca de perdón. Pero la historia fue otra... Sin embargo con nosotros no es diferente. Nos espera una vez y otra. Nos da oportunidad tras oportunidad para extender su Manto de Misericordia sobre nuestras miserias. Todo porque nos entiende...
Jesus sabía que Judas había sucumbido ante un poderoso adversario. Era consciente de las tretas del enemigo. ¿Acaso Èl mismo no las había escuchado en el desierto? Jesus entendía cuán difícil era para Judas hacer lo correcto. Jesus no justifica lo que hizo Judas. No subestima el hecho. Tampoco lo eximiò de su responsabilidad. Pero sí mirò a los ojos a su traidor e intentó comprender...
Y eso es lo que se espera de nosotros. Èl nos dio el ejemplo. Jesus comprendió lo difícil que era para Judas no desear el dinero. Era su área más fuerte escondida en su corazón. Èl sabía que para Judas el dinero era como su uña y carne. Inseparables. Estaba tan arraigado en su interior el amor al dinero que era muy difícil no lograr tenerlo a cualquier precio... Incluyendo la venta de su mentor, amigo y compañero de camino. En un momento dado, todo lo que Jesus había hecho por Judas pasó a un segundo término. Lo importante aquella ocasión era lograr algo de provecho para Judas. Y Jesus lo entendió. Y lo justificó. Satanàs ya había entrado en él y nada podía detener su caída...
¿Justifica así usted a su cónyuge cuando le falla? ¿Logra usted entender que su pareja también es tan humano como usted? ¿Comprende usted a su hija que se ha enamorado de ese muchacho que a usted no le agrada? ¿Ya olvidó que usted hizo lo mismo años atrás? ¿Puede usted justificar a su pastor que le exige tanta santidad por un celo desmedido sobre su salvación? ¿Comprende usted al que se desquita con usted porque no logró gritarle a su padre sus verdades y usted estaba más cerca? Son preguntas que merecen respuestas...
Somos igual que todos. Estamos cortados con la misma tijera. Ellos nos lo hacen a nosotros y viceversa. Por eso necesitamos aprender a justificar. Satanàs sigue trabajando fino buscando quienes se convierten en Judas para vender a sus amigos. Usted haría lo mismo que otros le hacen. Justifique. Comprenda que no todos tienen la fuerza para vencer esas cositas feas que se esconden en las cavernas más oscuras de nuestros corazones... Una forma de manejar las particularidades de una persona es tratar de entender por qué son particulares... Trate usted y vivirá en libertad.
Comentarios
Publicar un comentario