FRACASOS
Ningún fracaso es para siempre...
Josué lo ha vivido. El pecado de Acan le arrastrò también a él, ya que al enviar a sus guerreros a vencer la segunda ciudad llamada Hai, sufrió una pérdida humillante. El ejército de Hai, aunque era mas pequeño, parecía una jauría de Pit Bulls y había probado ser más poderoso. Se había abalanzado sobre sus soldados y estos habían sufrido una derrota inesperada. Y Josuè sufrió la vergüenza de haber sido puesto en duda en su liderazgo... Un fracaso, sin embargo, no es para siempre... Pero este día no es uno de sus mejores.
Al paso por el campamento siente en su espalda las miradas acusadoras del pueblo: "Josuè no es un buen líder. No tiene lo que se necesita. Nos defraudo..." El sabia lo que pensaban. Y peor aun, sabia lo que él pensaba. Su mente se inunda con dudas sobre sí mismo... "Debí haberlo hecho mejor. ¿En qué estaba pensado cuando acepte este trabajo? Todo es culpa mía..." Las voces en su mente. Las escuchò todas... Y usted también...
Cuando perdió el empleo. Cuando reprobó el examen. Cuando abandonó los estudios. Cuando su matrimonio se fue a pique. Cuando su negocio quebró. Cuando fracasò en su nueva relación. Cuando dejó de ir a la iglesia y ya no pudo adorar. Cuando su hija se enamorò del muchacho equivocado. Cuando la enfermedad la venció. Cuando el jefe le gritó y tuvo que quedarse callado... Las voces comenzaron a chillar. Como monos en una jaula, se ríen de usted. Las escucha mañana, tarde y noche...
¡Y les hizo compañía! Se descalifica usted mismo. Usted misma. Se recrimina, se censura. Se sentencia a una vida de trabajo forzado para enmendar su error... ¡Oh, las voces del fracaso!
El fracaso nos alcanza a todos. El fracaso es tan universal que tenemos que preguntarnos por qué no lo podemos vencer. No hay libro que nos lo enseñe. No hay escritor humano que nos ayude. Y es que para el fracaso, nadie sabe qué decir. Solo Dios. Solo Dios sabe tratar con el fracaso de sus hijos. Como con David que fue un fracaso moral y Dios lo usó. Elías sufriò un descarrilamiento emocional después del Monte Carmelo pero Dios lo bendijo. Jonas en la panza de un pez cuando orò con desesperación y Dios escucho lo que dijo...
¿Personas perfectas? No. ¿Perfectos desastres? Sì. Sin embargo Dios los usó. Dios sabe como usar los fracasos. Y a los fracasados... Los fracasos son fatales solo si no aprendemos de ellos.
"Y el SEÑOR dijo a Josué:¡Levántate! ¿Por qué te has postrado rostro en tierra" Josuè 7:10. No era hora de postrarse ni de sentirse mal. Es cierto, fallaste, pero podemos empezar de nuevo. Levàntate, sacùdete el polvo de tu caída y sigamos adelante. Un tropiezo no define ni rompe a una persona. Aunque fallaste, el amor de Dios no falla. Enfrenta tus fracasos con fe en la misericordia de Dios. El vio que este colapso se acercaba. Èl conoce tu Hai. En las manos de Dios, ninguna derrota es aplastante. Todo el mundo tropieza. La diferencia está en la respuesta. Algunos tropiezan y caen dentro de un pozo de culpa. Otros caen en los brazos de Dios...
¿En donde se cobija cuando le llega el fracaso entonces? ¿En el fango de la conmiseración o en la Gracia de Dios que siempre esta esperándole...? Si es con Dios, de seguro le dirá lo que le dijo a Josuè: "No temas ni desmayes... levantate y sigue adelante, Yo voy contigo. Si tú caes, caemos juntos... y luego te levantaré" ¿Acaso no es maravilloso saber enfrentar nuestros fracasos...?
Josué lo ha vivido. El pecado de Acan le arrastrò también a él, ya que al enviar a sus guerreros a vencer la segunda ciudad llamada Hai, sufrió una pérdida humillante. El ejército de Hai, aunque era mas pequeño, parecía una jauría de Pit Bulls y había probado ser más poderoso. Se había abalanzado sobre sus soldados y estos habían sufrido una derrota inesperada. Y Josuè sufrió la vergüenza de haber sido puesto en duda en su liderazgo... Un fracaso, sin embargo, no es para siempre... Pero este día no es uno de sus mejores.
Al paso por el campamento siente en su espalda las miradas acusadoras del pueblo: "Josuè no es un buen líder. No tiene lo que se necesita. Nos defraudo..." El sabia lo que pensaban. Y peor aun, sabia lo que él pensaba. Su mente se inunda con dudas sobre sí mismo... "Debí haberlo hecho mejor. ¿En qué estaba pensado cuando acepte este trabajo? Todo es culpa mía..." Las voces en su mente. Las escuchò todas... Y usted también...
Cuando perdió el empleo. Cuando reprobó el examen. Cuando abandonó los estudios. Cuando su matrimonio se fue a pique. Cuando su negocio quebró. Cuando fracasò en su nueva relación. Cuando dejó de ir a la iglesia y ya no pudo adorar. Cuando su hija se enamorò del muchacho equivocado. Cuando la enfermedad la venció. Cuando el jefe le gritó y tuvo que quedarse callado... Las voces comenzaron a chillar. Como monos en una jaula, se ríen de usted. Las escucha mañana, tarde y noche...
¡Y les hizo compañía! Se descalifica usted mismo. Usted misma. Se recrimina, se censura. Se sentencia a una vida de trabajo forzado para enmendar su error... ¡Oh, las voces del fracaso!
El fracaso nos alcanza a todos. El fracaso es tan universal que tenemos que preguntarnos por qué no lo podemos vencer. No hay libro que nos lo enseñe. No hay escritor humano que nos ayude. Y es que para el fracaso, nadie sabe qué decir. Solo Dios. Solo Dios sabe tratar con el fracaso de sus hijos. Como con David que fue un fracaso moral y Dios lo usó. Elías sufriò un descarrilamiento emocional después del Monte Carmelo pero Dios lo bendijo. Jonas en la panza de un pez cuando orò con desesperación y Dios escucho lo que dijo...
¿Personas perfectas? No. ¿Perfectos desastres? Sì. Sin embargo Dios los usó. Dios sabe como usar los fracasos. Y a los fracasados... Los fracasos son fatales solo si no aprendemos de ellos.
"Y el SEÑOR dijo a Josué:¡Levántate! ¿Por qué te has postrado rostro en tierra" Josuè 7:10. No era hora de postrarse ni de sentirse mal. Es cierto, fallaste, pero podemos empezar de nuevo. Levàntate, sacùdete el polvo de tu caída y sigamos adelante. Un tropiezo no define ni rompe a una persona. Aunque fallaste, el amor de Dios no falla. Enfrenta tus fracasos con fe en la misericordia de Dios. El vio que este colapso se acercaba. Èl conoce tu Hai. En las manos de Dios, ninguna derrota es aplastante. Todo el mundo tropieza. La diferencia está en la respuesta. Algunos tropiezan y caen dentro de un pozo de culpa. Otros caen en los brazos de Dios...
¿En donde se cobija cuando le llega el fracaso entonces? ¿En el fango de la conmiseración o en la Gracia de Dios que siempre esta esperándole...? Si es con Dios, de seguro le dirá lo que le dijo a Josuè: "No temas ni desmayes... levantate y sigue adelante, Yo voy contigo. Si tú caes, caemos juntos... y luego te levantaré" ¿Acaso no es maravilloso saber enfrentar nuestros fracasos...?
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