DESCARRILADOS
Todos tenemos algo que se nos descarriló en el pasado... Se nos descarrilaron amistades. Personas a quienes quisimos mucho y tuvieron que irse de nuestro lado. Dejaron un buen recuerdo pero es eso nada más. Un recuerdo... Todos tenemos una historia en común: Es una historia sobre un sueño descarrilado. Un amor truncado. En enamoramiento frustrado. Aquella aventura que todavía nos persigue al escuchar la canción que estuvo de moda en aquellos tiempos...
Es una historia de una colisión entre esperanzas elevadas y duras realidades. Matrimonios que no funcionan como esperábamos. Llega el hastío. El cansancio y el aburrimiento. Ya no hay brillo en los ojos cuando nos encontramos cada mañana al despertar. Ya no hay color en las vidas aunque vivamos juntos. Ya no hay alegría al reencontrarnos después de un día de trabajo...
Quizá un pequeño e insípido "hola". Pero ya no una emoción. Ya no un pequeño dolor de estómago y un pequeño estremecimiento en el corazón. Ya la sangre no circula a velocidades rápidas al saber que nos vamos a encontrar con la persona que dice que nos ama. O que nosotros decimos amar. No. Ya no hay emoción. Todo se descarriló... Perdió el rumbo. El carril de la emoción se fue por otro sendero...
Es cierto, seguimos juntos, pero, pastor, es por los hijos. Es por las deudas. Es por la casa. Tanto que nos costó hacerla y no podemos perderla. Es por la vejez, por los achaques y enfermedades. Si me voy ¿quien me cuidara entonces?
Les sucede a todos los soñadores. Y como todos hemos soñado, nos sucede a todos...
Me ofrecieron una beca cuando saliera de bachillerato pero no me lo cumplieron. Y aquì estoy, detrás de este mostrador trabajando de vendedora... Me ofrecieron la universidad pero descarrilé el camino y me uní a un grupo rebelde llenos de licor, cigarros y marihuana. Al final perdí mi oportunidad. Ahora estoy aquí, en este taller de mecánico... descarrilé mi tren de vida...
"Estoy atrapado..." Es el epitafio de un sueño descarrilado... Algo nos sucede en el trayecto de la juventud a la adultez... Las convicciones de cambiar el mundo se van degradando hasta convertirse en compromisos de pagar las cuentas. En lugar de lograr un cambio y realizar un sueño logramos un salario. En lugar de mirar hacia adelante, miramos hacia atrás. En lugar de mirar hacia afuera, miramos hacia adentro... Y no nos agrada lo que vemos. En lugar de liberar a los hermanos, Moisés se encuentra pastoreando ovejas ajenas. En vez de seguir descansando en su cueva, Elías está en la casa de una viuda alimentándola a ella y su hijo. Eliseo descarriló el rumbo y ahora se encuentra viviendo en la casa de una mujer rica a quien le hizo un milagro que luego se le murió... Pedro hundiéndose en el mar. Judas colgado de un lazo. Descarrilados. Sin rumbo. Sin norte...
Pero, "¡Gracias doy por Jesucristo!" dijo Pablo. Èl es experto en volver a poner en sus rieles el tren de nuestra existencia. Nuestro tren seguirá su rumbo hacia la Tierra Prometida con solo dejar que Jesus ordene nuestros pasos, nuestros sueños y nuestros proyectos. Nunca es tarde para empezar... Nunca.
Es una historia de una colisión entre esperanzas elevadas y duras realidades. Matrimonios que no funcionan como esperábamos. Llega el hastío. El cansancio y el aburrimiento. Ya no hay brillo en los ojos cuando nos encontramos cada mañana al despertar. Ya no hay color en las vidas aunque vivamos juntos. Ya no hay alegría al reencontrarnos después de un día de trabajo...
Quizá un pequeño e insípido "hola". Pero ya no una emoción. Ya no un pequeño dolor de estómago y un pequeño estremecimiento en el corazón. Ya la sangre no circula a velocidades rápidas al saber que nos vamos a encontrar con la persona que dice que nos ama. O que nosotros decimos amar. No. Ya no hay emoción. Todo se descarriló... Perdió el rumbo. El carril de la emoción se fue por otro sendero...
Es cierto, seguimos juntos, pero, pastor, es por los hijos. Es por las deudas. Es por la casa. Tanto que nos costó hacerla y no podemos perderla. Es por la vejez, por los achaques y enfermedades. Si me voy ¿quien me cuidara entonces?
Les sucede a todos los soñadores. Y como todos hemos soñado, nos sucede a todos...
Me ofrecieron una beca cuando saliera de bachillerato pero no me lo cumplieron. Y aquì estoy, detrás de este mostrador trabajando de vendedora... Me ofrecieron la universidad pero descarrilé el camino y me uní a un grupo rebelde llenos de licor, cigarros y marihuana. Al final perdí mi oportunidad. Ahora estoy aquí, en este taller de mecánico... descarrilé mi tren de vida...
"Estoy atrapado..." Es el epitafio de un sueño descarrilado... Algo nos sucede en el trayecto de la juventud a la adultez... Las convicciones de cambiar el mundo se van degradando hasta convertirse en compromisos de pagar las cuentas. En lugar de lograr un cambio y realizar un sueño logramos un salario. En lugar de mirar hacia adelante, miramos hacia atrás. En lugar de mirar hacia afuera, miramos hacia adentro... Y no nos agrada lo que vemos. En lugar de liberar a los hermanos, Moisés se encuentra pastoreando ovejas ajenas. En vez de seguir descansando en su cueva, Elías está en la casa de una viuda alimentándola a ella y su hijo. Eliseo descarriló el rumbo y ahora se encuentra viviendo en la casa de una mujer rica a quien le hizo un milagro que luego se le murió... Pedro hundiéndose en el mar. Judas colgado de un lazo. Descarrilados. Sin rumbo. Sin norte...
Pero, "¡Gracias doy por Jesucristo!" dijo Pablo. Èl es experto en volver a poner en sus rieles el tren de nuestra existencia. Nuestro tren seguirá su rumbo hacia la Tierra Prometida con solo dejar que Jesus ordene nuestros pasos, nuestros sueños y nuestros proyectos. Nunca es tarde para empezar... Nunca.
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