PIEDRAS

Las piedras tienen diferentes usos...

Algunas se utilizan para adornar senderos. Otras sirven para delimitar jardines. Hay piedras que se usan como monumentos. Otras aún, se usan para cerrar tumbas...

Por lo menos han habido dos piedras que cerraron tumbas... Las dos fueron usadas para sellar el lugar en donde había personas durmiendo. No estaban muertas, solo dormían...

Una fue la piedra que cerró la tumba de Làzaro. Jesus dijo que la quitaran porque había llegado el momento de despertarlo. Y así fue. "Lázaro, ven fuera" fue la orden del Señor y el que estaba dormido despertó y salió...

La otra sellaba la tumba en donde nuestro Señor dormía. Un ángel la removió un domingo. Y el que estaba dentro salió victorioso, vencedor, invicto y hoy esta a la Diestra del Padre, observando otras piedras... Piedras vivas que somos nosotros... Pero dolorosamente también Èl ve que hay otras piedras.

Son las piedras que se atraviesan en su camino. Piedras que hacen caer y piedras que le atrapan. Piedras demasiado grandes para usted. Pesadas. Dolorosas. Ofensivas. Humillantes...Ultrajantes...

Son esas piedras que usted nunca esperò encontrar en su camino pero que aparecieron de repente. Sin previo aviso el matrimonio se acabò y ahora le tiran piedras con nombres como "la divorciada", "la fácil", "la inútil para mantener a su hombre a su lado..." Posiblemente su propia familia le tiran piedras en forma de dedo índice que le dice: "te lo dije"... O que tal las piedras a la orilla de una tumba en donde ya no hubo tiempo para decir el último "te amo". O las piedras que algunos hijos le tiran a su padre por haber cambiado de cama sin saber las razones. O el padre que se fue lejos a trabajar por el pan de sus hijos y ahora que están grandes le tiran las piedras dolorosas del reclamo del "por qué me abandonaste".

A eso vino Jesus, a remover las piedras que se han incrustado en su alma. Las piedras que usted no puede remover porque son demasiado pesadas, demasiado dolorosas y demasiado grandes. Piedras que le han dejado sin fuerzas, piedras que le han doblado la espalda y le hacen caminar con los ojos en el suelo, piedras que provocan vergüenza, como la niña que se convirtió en madre soltera porque le creyó a un ingrato sus promesas...

No hay piedra tan grande, fuerte y pesada que Jesus no pueda remover. Las piedras no pueden detener a Dios. No pudieron retenerlo aquel día en la tumba y no pueden hacerlo ahora. Èl sabe lo que cuesta cargar piedras en el alma. Èl sabe lo pesadas que pueden llegar a ser. Èl sabe que sin su ayuda usted y yo no podremos quitarnos esas piedras que destrozan el corazón y los sueños...

Hoy pídale a Jesus que le quite esa piedra. Usted no tiene por qué vivir siempre bajo el peso de esa piedra que le atormenta. Hable con Jesus, Èl sabe como hacerlo. Y lo sabe porque lo vivió...

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