¿Y SI...?
Riesgos. Aventurarse. Probar. Confiar... todos estos son sinónimos de una misma cosa: ¿Y si nos fallan? Esto es lo que vivimos en cada etapa de nuestras vidas. Y debo decirle que hasta la fecha, en nuestras vidas adultas arrastramos secuelas de haber confiado. De haber puesto nuestro corazón en las manos equivocadas. Pero creímos que... Pensamos que...
Dios está en el principio creando al hombre. Toma un poco de barro, le da forma y está a punto de soplar aliento de vida en su creación... Y en ese momento toda la naturaleza está observando, los árboles se inclinan para ver lo que Dios está a punto de hacer, los pájaros silencian sus cantos, las nubes se detienen en el firmamento, las estrellas suspenden su peregrinación, el sol como que oscurece su luz y un ángel pregunta: ¿Y si te da la espalda? ¿Y si te odia en vez de amarte? ¿Y si decide obedecer a otro y no a ti...? ¿Y si...?
Pero Dios decide arriesgarse. Èl cree que ese barro que tomará forma de hombre y que será su Imagen y Semejanza le adorará solo a Èl. Se inclinara ante Èl y le rendirá honor, gloria y alabanza...
Y usted y yo sabemos el resultado: Fallamos. Las predicciones se cumplieron. Amamos mas la comida que al hacedor de la comida. Amamos mas la creación que al Creador. Pero Dios aun sigue esperando. Sigue confiando. Sigue creyendo...
Esto es lo que sucedió en muchos de nosotros. Creímos. Esperamos. Confiamos. Como dije al principio, pusimos nuestro corazón y nuestras ilusiones en las manos de quien esperábamos fidelidad pero no la hubo. Nos fallaron. O quizá fuimos nosotros los que fallamos. No supieron valorar el aliento de vida que les confiamos...
Usted puso su esperanza en el hombre que le prometió acompañarla el resto de su vida. Nunca pensé en ¿Y si...?. ¿Y si se va de mi lado? ¿Y si se va con otra mujer? O el hombre que nunca se preguntó ¿Y si me abandona por otro mas joven? ¿Y si se cansa de mis conflictos?
Y llega el momento de la verdad. Algunos abandonaron el nido antes de tiempo y cambiaron de árbol. Volaron a otros brazos. A otra cama. A otro cuerpo... Y eso dolió. Dejó una huella tan profunda que ahora, tiempo después, es bastante difícil confiar. Volver a creer que no volverá a ocurrir es cosa de pensarlo bien. Y pasa el tiempo, el cabello se vuelve gris, la tez del rostro empieza a perder brillo y elasticidad, las arrugas aparecen y un leve temblor en las manos y rodillas anuncian que el tiempo ha pasado pensando siempre en lo mismo: ¿Y si...?
Alguien se acerco hace tiempo a probar suerte con usted... Pero esa famosa pregunta salió a flote: ¿Y si...? Y lo dejó ir. El amor tocó a la puerta pero no pudo entrar por esa pregunta que vio por la rendija y no se abrió. Se mantuvo cerrada y ahora que los ojos ya no tienen lagrimas, que ya no hay sonrisa que alegre su rostro, ahora que la almohada del otro lado está demasiado fría hay dolor. Y surge otra pregunta mas triste aun: "¿Por qué no probé suerte otra vez? Quizá hubiera sido diferente. Quizá era verdad lo que me decía. Me dijo que me amaba, que me quería a su lado, que yo era lo importante, que todo iba a ser mejor que la otra vez... Pero vino a mi mente lo mismo: ¿Y si...?"
Menos mal que Dios no es como nosotros... Èl sigue probando. Sigue buscando el Amor. Sigue confiando. Sigue creyendo... Aunque le seguimos fallando.
No espere el pergamino de la vejez. No espere el frio del invierno. No espere la caída de las hojas en otoño. Dè el paso. Arriesguese. Pruebe. Aun es tiempo porque la tórtola sigue cantando, el sol sigue brillando y el amor sigue buscando... Solo observe bien. Eso es todo. No se deje ir solo porque si... Pero ya no piense ¿Y si...? Quizá esta vez sea mejor. Dios está con usted...
Dios está en el principio creando al hombre. Toma un poco de barro, le da forma y está a punto de soplar aliento de vida en su creación... Y en ese momento toda la naturaleza está observando, los árboles se inclinan para ver lo que Dios está a punto de hacer, los pájaros silencian sus cantos, las nubes se detienen en el firmamento, las estrellas suspenden su peregrinación, el sol como que oscurece su luz y un ángel pregunta: ¿Y si te da la espalda? ¿Y si te odia en vez de amarte? ¿Y si decide obedecer a otro y no a ti...? ¿Y si...?
Pero Dios decide arriesgarse. Èl cree que ese barro que tomará forma de hombre y que será su Imagen y Semejanza le adorará solo a Èl. Se inclinara ante Èl y le rendirá honor, gloria y alabanza...
Y usted y yo sabemos el resultado: Fallamos. Las predicciones se cumplieron. Amamos mas la comida que al hacedor de la comida. Amamos mas la creación que al Creador. Pero Dios aun sigue esperando. Sigue confiando. Sigue creyendo...
Esto es lo que sucedió en muchos de nosotros. Creímos. Esperamos. Confiamos. Como dije al principio, pusimos nuestro corazón y nuestras ilusiones en las manos de quien esperábamos fidelidad pero no la hubo. Nos fallaron. O quizá fuimos nosotros los que fallamos. No supieron valorar el aliento de vida que les confiamos...
Usted puso su esperanza en el hombre que le prometió acompañarla el resto de su vida. Nunca pensé en ¿Y si...?. ¿Y si se va de mi lado? ¿Y si se va con otra mujer? O el hombre que nunca se preguntó ¿Y si me abandona por otro mas joven? ¿Y si se cansa de mis conflictos?
Y llega el momento de la verdad. Algunos abandonaron el nido antes de tiempo y cambiaron de árbol. Volaron a otros brazos. A otra cama. A otro cuerpo... Y eso dolió. Dejó una huella tan profunda que ahora, tiempo después, es bastante difícil confiar. Volver a creer que no volverá a ocurrir es cosa de pensarlo bien. Y pasa el tiempo, el cabello se vuelve gris, la tez del rostro empieza a perder brillo y elasticidad, las arrugas aparecen y un leve temblor en las manos y rodillas anuncian que el tiempo ha pasado pensando siempre en lo mismo: ¿Y si...?
Alguien se acerco hace tiempo a probar suerte con usted... Pero esa famosa pregunta salió a flote: ¿Y si...? Y lo dejó ir. El amor tocó a la puerta pero no pudo entrar por esa pregunta que vio por la rendija y no se abrió. Se mantuvo cerrada y ahora que los ojos ya no tienen lagrimas, que ya no hay sonrisa que alegre su rostro, ahora que la almohada del otro lado está demasiado fría hay dolor. Y surge otra pregunta mas triste aun: "¿Por qué no probé suerte otra vez? Quizá hubiera sido diferente. Quizá era verdad lo que me decía. Me dijo que me amaba, que me quería a su lado, que yo era lo importante, que todo iba a ser mejor que la otra vez... Pero vino a mi mente lo mismo: ¿Y si...?"
Menos mal que Dios no es como nosotros... Èl sigue probando. Sigue buscando el Amor. Sigue confiando. Sigue creyendo... Aunque le seguimos fallando.
No espere el pergamino de la vejez. No espere el frio del invierno. No espere la caída de las hojas en otoño. Dè el paso. Arriesguese. Pruebe. Aun es tiempo porque la tórtola sigue cantando, el sol sigue brillando y el amor sigue buscando... Solo observe bien. Eso es todo. No se deje ir solo porque si... Pero ya no piense ¿Y si...? Quizá esta vez sea mejor. Dios está con usted...
Pastor Berges!
ResponderEliminarA lo mejor muchos pensamos que no es fácil volver a confiar, y razón hay; por el dolor que causa el sufrimiento de recibir lo que nunca pensamos y es la indiferencia, he aprendido que recibimos lo que damos y con mucha mas razón Si lo hacemos a nuestro Dios.
Si dejamos a Dios por cualquier otra cosa o persona, el también nos abandonará ...
Y Si honramos Su nombre el también nos honrará.
Saludos y muchas bendiciones.