DISCREPANCIAS
"Falta de acuerdo entre dos o más personas o falta de aceptación de una situación, una decisión o una opinión" (RAE)
Hay discrepancias en nuestras vidas. Las encontramos en nuestro caminar diario. En la oficina. En la fábrica y en la iglesia. Nos encontramos gentes que son tan diferentes a nosotros que nos cuesta a veces aceptarlas tal y como son. Discrepan de nuestros gustos y necesidades. A veces hasta nos hacemos los distraídos para no devolver el saludo. Así se manejan estas cosas...
Pero en el Reino de Dios todo es diferente. El Señor nos pone ante situaciones tan discrepantes una de otra que nos cuesta entender como podemos comportarnos ante estas situaciones.
Por eso es necesario conocer, entender y aceptar lo que el Señor nos ordena: Amaos los unos a los otros. Amense. No dice si pueden. O si quieren. O si se les antoja. No. La palabra es imperativa. Es una orden. Y Èl lo ordena porque lo hace. Nunca Dios nos va a pedir algo que El no haya hecho antes. Y si nos amo a pesar de lo que éramos y aun somos, eso mismo nos pide a nosotros...
Estoy hablando del encuentro entre dos seres tan distintos entre sí que por lo menos a mí me cuesta comprender los planes de Dios. Como es que Èl los lleva a cabo a pesar de nuestros complejos. Veamos...
Felipe está en Samaria en plena campaña de avivamiento. Al mismo tiempo un oficial de alto rango, africano, va de regreso de su viaje a Jerusalén leyendo la Torà. Èl no sabe nada de ese libro, solo sabe que habla de un Dios amoroso, respetuoso del ser humano y que por sobre todo quiere que todos le conozcan. El Espíritu Santo entra en acción y le dice a Felipe que se prepare para un viaje supersónico al desierto. Irà en busca del etíope para aclararle algunas dudas...
El oficial es un negro. Felipe es de piel más clara. El oficial es rico y poderoso, Felipe es un pobre refugiado en Jerusalén. Felipe tiene las testosteronas encendidas, sabemos que tiene cuatro hijas, el oficial es un eunuco. Nunca tendrá ni mujer ni hijos. Felipe es todo un hombre nacido de nuevo. El oficial es un afeminado sirviente de una reina africana...
Así que aquí tenemos una discrepancia divina. Dos personas totalmente diferentes buscando un solo fin: Relacionarse con Dios. Como le toca a usted y a mí. Nos guste o no, somos siervos de ese Dios que busca adoradores. Busca a sus hijos. Nosotros ya lo somos, gracias a Èl, pero faltan más. Y esos son los que hay que buscar. En donde estén y quienes sean. Aunque no nos gusten. Aunque no creamos que son, pero son hijos de Dios. Solo es cuestión de hablar. De abrir la boca y dejar que el Señor hable... Eso es todo...
Un oficial africano negro, influyente y afeminado le habla a un cristiano de Jerusalén blanco, raso y viril. Le pregunta: "¿Hay algo que impide que yo sea bautizado?". La respuesta de Felipe es corta y directa: "Si crees de todo corazón, bien puedes. El otro contesto: Sì, creo.". Asunto resuelto. Felipe lo bautiza, regreso a sus ocupaciones y el oficial de Candace se fue por su camino...
Hay una persona que usted no se imagina que está buscando desesperadamente a Dios. Puede estar sentado en el otro escritorio. En la otra acera. Atendiendo clientes en el almacén. Cobrando como cajera en la tienda. Sirviendo pupusas en Olocuilta o llorando en la banca de un hospital. No se deje engañar. Quizá usted fue una de esas personas que no le cayo bien al predicador de aquella vez pero su mensaje le hizo aceptar a Jesus... Piénselo...
Hay discrepancias en nuestras vidas. Las encontramos en nuestro caminar diario. En la oficina. En la fábrica y en la iglesia. Nos encontramos gentes que son tan diferentes a nosotros que nos cuesta a veces aceptarlas tal y como son. Discrepan de nuestros gustos y necesidades. A veces hasta nos hacemos los distraídos para no devolver el saludo. Así se manejan estas cosas...
Pero en el Reino de Dios todo es diferente. El Señor nos pone ante situaciones tan discrepantes una de otra que nos cuesta entender como podemos comportarnos ante estas situaciones.
Por eso es necesario conocer, entender y aceptar lo que el Señor nos ordena: Amaos los unos a los otros. Amense. No dice si pueden. O si quieren. O si se les antoja. No. La palabra es imperativa. Es una orden. Y Èl lo ordena porque lo hace. Nunca Dios nos va a pedir algo que El no haya hecho antes. Y si nos amo a pesar de lo que éramos y aun somos, eso mismo nos pide a nosotros...
Estoy hablando del encuentro entre dos seres tan distintos entre sí que por lo menos a mí me cuesta comprender los planes de Dios. Como es que Èl los lleva a cabo a pesar de nuestros complejos. Veamos...
Felipe está en Samaria en plena campaña de avivamiento. Al mismo tiempo un oficial de alto rango, africano, va de regreso de su viaje a Jerusalén leyendo la Torà. Èl no sabe nada de ese libro, solo sabe que habla de un Dios amoroso, respetuoso del ser humano y que por sobre todo quiere que todos le conozcan. El Espíritu Santo entra en acción y le dice a Felipe que se prepare para un viaje supersónico al desierto. Irà en busca del etíope para aclararle algunas dudas...
El oficial es un negro. Felipe es de piel más clara. El oficial es rico y poderoso, Felipe es un pobre refugiado en Jerusalén. Felipe tiene las testosteronas encendidas, sabemos que tiene cuatro hijas, el oficial es un eunuco. Nunca tendrá ni mujer ni hijos. Felipe es todo un hombre nacido de nuevo. El oficial es un afeminado sirviente de una reina africana...
Así que aquí tenemos una discrepancia divina. Dos personas totalmente diferentes buscando un solo fin: Relacionarse con Dios. Como le toca a usted y a mí. Nos guste o no, somos siervos de ese Dios que busca adoradores. Busca a sus hijos. Nosotros ya lo somos, gracias a Èl, pero faltan más. Y esos son los que hay que buscar. En donde estén y quienes sean. Aunque no nos gusten. Aunque no creamos que son, pero son hijos de Dios. Solo es cuestión de hablar. De abrir la boca y dejar que el Señor hable... Eso es todo...
Un oficial africano negro, influyente y afeminado le habla a un cristiano de Jerusalén blanco, raso y viril. Le pregunta: "¿Hay algo que impide que yo sea bautizado?". La respuesta de Felipe es corta y directa: "Si crees de todo corazón, bien puedes. El otro contesto: Sì, creo.". Asunto resuelto. Felipe lo bautiza, regreso a sus ocupaciones y el oficial de Candace se fue por su camino...
Hay una persona que usted no se imagina que está buscando desesperadamente a Dios. Puede estar sentado en el otro escritorio. En la otra acera. Atendiendo clientes en el almacén. Cobrando como cajera en la tienda. Sirviendo pupusas en Olocuilta o llorando en la banca de un hospital. No se deje engañar. Quizá usted fue una de esas personas que no le cayo bien al predicador de aquella vez pero su mensaje le hizo aceptar a Jesus... Piénselo...
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