¿CUANDO...?
"Entonces los justos le responderán, diciendo:"Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber?" ¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? "¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?" Respondiendo el Rey, les dirá:"En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis" Mat. 25:37
La vida nos da sorpresas. Unas agradables y otras no muy agradables. Pero todas son necesarias para nuestro crecimiento. Así fue hecha. Tiene momentos difíciles y momentos fáciles. En los fáciles todos quieren estar. En los duros renegamos y nos volvemos ásperos... En tiempos de lluvia una parte reniega. Sus terrenos se vuelven frágiles y sus casas se inundan. En tiempos de sequía otros reniegan. Se pierden cosechas, los animales enflaquecen y se pierde mucho alimento. En la salud algunos reniegan porque no tienen dinero para gastar, ni tiempo. En la pobreza otros gimen porque quieren dinero para medicinas... Ese es el hombre. Y de eso se trata el Evangelio, para sacarlo de ese sistema de valores que al final, no servirá de nada... Solo lo que hicimos mientras estuvimos en esta tierra. Entonces veremos qué tal nos portamos...
Uno de los problemas de hoy es que vivimos ajetreados por el trabajo, los afanes, el hambre, vestido y joyas. Estamos viviendo tiempos tan peligrosos que cuando asesinan a alguien en el barrio ya nadie se asusta. Es el pan de cada día. La sociedad ha perdido lo que se llamaba compasión. El muerto está tirado a media calle y nadie le pone una sabana encima como se hacia antes. Allí se queda, descubierto, mostrado en su propia sangre, dando gusto a la morbosidad que ese espectáculo revela en los demás. Los niños ya no se asombran. Han crecido viendo eso todos los días. La muerte ya no da miedo. Es parte del desayuno o del almuerzo.
Y eso será precisamente lo que Jesus premiara cuando haga su separación del trigo y la cizaña, de las ovejas y los cabritos. Cuando nos llame a todos, sí, a todos. Ricos, pobres, andrajosos, sanos y enfermos ante Èl para hacer la separación... Y todo porque no hicimos algo. No nos dimos cuenta que a nuestro alrededor había más personas. Que no éramos los únicos habitantes del barrio, de la acera, de la ciudad, del hospital, de la iglesia... Nos separara de los otros porque creímos que el mundo era solo nuestro y que podíamos pasar de largo sin ver a los demás. Que podíamos comer y tirar las sobras. Que podíamos cerrar los ojos al dolor ajeno. Eso será doloroso. Pero, ¿por qué? Porque no lo vimos a Èl. Por eso. Era Jesus quien estaba pidiendo una moneda en la esquina aquella. Era Jesus quien estaba tiritando de frío bajo la lluvia. Fue Jesus quien nos dijo "hola" con su mano extendida y ni lo volvimos a ver. Fue Jesus quien estaba tirado en aquel lodazal y no lo ayudamos a levantarse...
¿Cuando...? Será la pregunta que haremos. ¿Cuando...? Y ya sabemos la respuesta: Cuando creímos que el limosnero era un estorbo. Cuando pensamos que la mujer aquella debía trabajar en lugar de pedir. Cuando creímos que aquel niño era un drogadicto y mentiroso...Cuando pensamos que la divorciada era un fracaso. Cuando pensamos que el viudo se lo merecía. O el desempleado era un haragán...
Cuando no lo vimos a Èl sino a sus mensajeros. Cuando no vimos su vida en la vida de otros. Porque vimos lo de fuera. Porque íbamos muy deprisa por la vida. Porque vimos solo nuestra necesidad y no vimos la necesidad de Jesus... ¿Vamos a esperar ese momento o mejor empezamos ya a cambiar nuestra forma de ver a los demás...?
La vida nos da sorpresas. Unas agradables y otras no muy agradables. Pero todas son necesarias para nuestro crecimiento. Así fue hecha. Tiene momentos difíciles y momentos fáciles. En los fáciles todos quieren estar. En los duros renegamos y nos volvemos ásperos... En tiempos de lluvia una parte reniega. Sus terrenos se vuelven frágiles y sus casas se inundan. En tiempos de sequía otros reniegan. Se pierden cosechas, los animales enflaquecen y se pierde mucho alimento. En la salud algunos reniegan porque no tienen dinero para gastar, ni tiempo. En la pobreza otros gimen porque quieren dinero para medicinas... Ese es el hombre. Y de eso se trata el Evangelio, para sacarlo de ese sistema de valores que al final, no servirá de nada... Solo lo que hicimos mientras estuvimos en esta tierra. Entonces veremos qué tal nos portamos...
Uno de los problemas de hoy es que vivimos ajetreados por el trabajo, los afanes, el hambre, vestido y joyas. Estamos viviendo tiempos tan peligrosos que cuando asesinan a alguien en el barrio ya nadie se asusta. Es el pan de cada día. La sociedad ha perdido lo que se llamaba compasión. El muerto está tirado a media calle y nadie le pone una sabana encima como se hacia antes. Allí se queda, descubierto, mostrado en su propia sangre, dando gusto a la morbosidad que ese espectáculo revela en los demás. Los niños ya no se asombran. Han crecido viendo eso todos los días. La muerte ya no da miedo. Es parte del desayuno o del almuerzo.
Y eso será precisamente lo que Jesus premiara cuando haga su separación del trigo y la cizaña, de las ovejas y los cabritos. Cuando nos llame a todos, sí, a todos. Ricos, pobres, andrajosos, sanos y enfermos ante Èl para hacer la separación... Y todo porque no hicimos algo. No nos dimos cuenta que a nuestro alrededor había más personas. Que no éramos los únicos habitantes del barrio, de la acera, de la ciudad, del hospital, de la iglesia... Nos separara de los otros porque creímos que el mundo era solo nuestro y que podíamos pasar de largo sin ver a los demás. Que podíamos comer y tirar las sobras. Que podíamos cerrar los ojos al dolor ajeno. Eso será doloroso. Pero, ¿por qué? Porque no lo vimos a Èl. Por eso. Era Jesus quien estaba pidiendo una moneda en la esquina aquella. Era Jesus quien estaba tiritando de frío bajo la lluvia. Fue Jesus quien nos dijo "hola" con su mano extendida y ni lo volvimos a ver. Fue Jesus quien estaba tirado en aquel lodazal y no lo ayudamos a levantarse...
¿Cuando...? Será la pregunta que haremos. ¿Cuando...? Y ya sabemos la respuesta: Cuando creímos que el limosnero era un estorbo. Cuando pensamos que la mujer aquella debía trabajar en lugar de pedir. Cuando creímos que aquel niño era un drogadicto y mentiroso...Cuando pensamos que la divorciada era un fracaso. Cuando pensamos que el viudo se lo merecía. O el desempleado era un haragán...
Cuando no lo vimos a Èl sino a sus mensajeros. Cuando no vimos su vida en la vida de otros. Porque vimos lo de fuera. Porque íbamos muy deprisa por la vida. Porque vimos solo nuestra necesidad y no vimos la necesidad de Jesus... ¿Vamos a esperar ese momento o mejor empezamos ya a cambiar nuestra forma de ver a los demás...?
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