LA IGLESIA

Vamos a ser sinceros...

Muchas personas no quieren ir a la iglesia de Cristo por diversas razones, pero creo que la más importante y dolorosa es que creen que a la iglesia solo va gente perfecta. Gente que anda como en el aire, con sus alas dobladas en la espalda, la vista puesta siempre en las nubes y como flotando en un ambiente de pureza y santidad extremas..

Gente buena, pues... Y sus pretextos son variados. El más escuchado: "no estoy listo... ¿Listo? ¿Para qué? No sé... no me siento bien sentarme al lado de gente mejor que yo..." "...Y es que soy tan sucio, tan pecador que creo que me van a ver mal allá adentro..."

¿Se da cuenta, lector? Eso es lo que piensa mucha gente de hoy. Ah, y quizá de ayer también. Yo soy de las personas de "ayer". En algún momento en mi vida antes de Cristo llegue a pensar que todos los evangélicos eran gentes especiales. Gentes que no pecaban. Que habían alcanzado un nivel de vida envidiable y que solo ellos podían entrar a las iglesias evangélicas. Para mi, en aquel entonces, era mas fácil ir a mis ritos religiosos de siempre porque allí ya sabia que nos reuníamos todos los sucios y pecadores y nadie nos miraba mal -según yo-. Allá nadie me criticaba porque al terminar el acto principal del culto que practicábamos salíamos algunos a las gradas del templo a fumar un cigarrillo para calmar la ansiedad y nadie decía nada... Porque muchos hacían lo mismo. Era lo normal.

"Dichosos -pensaba yo-, que los evangélicos no están sujetos a esas feas costumbres como nosotros los de este lado".

Hasta que un día me llegó el turno. Jesus me encontró y con todo y mi cajetilla de cigarros me tomo en Sus Brazos, me llevo al altar y me bañó con su Sangre y me presento al Padre Eterno...

Y me dì cuenta que estaba equivocado con respecto a los que ahora eran mis hermanos. Eran igual que "los del otro lado". Solo que mas disfrazados. Muchos habían aprendido a esconder bien sus cigarros para que nadie los viera. Por cigarros quiero decir todo lo feo que había en ellos. Lo hacían pero en escondidas. No se les notaba, por eso llegue a pensar que eran gentes especiales, sin problemas de vicios ni desviaciones... Entonces comprendí. Todos necesitaban de Jesus. Incluyéndome a mí.

Y, tiempo después, cuando empecé a leer la Biblia, me di cuenta que allí también, entre la gente "grande" del A. T. hay historias que nos demuestran que la iglesia no es lugar para gentes santas. Es lugar para que aprendan a ser santas. No es lugar para gentes perfectas, es lugar en donde se aprende a ser perfecto. Y en el Antiguo Testamento empecé a conocer a otros hermanos de aquellos tiempos que tenían sus propios problemas de conducta. Y Dios los acepto. Y los usó. Y los levantó. Entonces caí en la cuenta. Si Dios los había aceptado así como eran, podía aceptarme a mi también...

¿Y como eran? No quiero pecar de criticón pero aquí hay algunos ejemplos...

Josué era miedoso. No quería entrar a la Tierra Prometida por miedo a los gigantes...
Moisés era tartamudo. Si se trataba de hablar algo importante se le trababa la lengua...
Maria era chismosa. Se puso hablar mal de su cuñada solo porque su piel era oscura...
Aaron era clasista y cobarde. Se dejó dominar por el pueblo y les hizo un becerro...
Elìas era depresivo. Ah, y miedoso. Una mujer lo asustó y se estaba muriendo de miedo...
David era un adúltero y asesino. Ah, y traidor. Traicionó a su amigo Urìas quitándole la mujer...

¿Lo ve? Y todos ellos se congregaban en la Iglesia antigua... Y son nuestros hermanos. Y Dios no los desechó. Ahora... la pregunta del millón: ¿Cual es su área? A mi, en lo personal no me interesa. A quien le interesa saberlo es a usted. Para que cuando vaya a la Iglesia el domingo, no se sienta mal. El que esta sentado a su lado también tiene sus propias "cositas" guardadas, incluyendo al pastor...

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