RIQUEZAS
"Jesús, mirando en derredor, dijo a sus discípulos:¡Qué difícil será para los que tienen riquezas entrar en el reino de Dios..." Mr. 10:23
Estoy estudiando el Reino de Dios. Anoche precisamente prediqué un estudio sobre este tema y pude darme cuenta que me falta muchísimo para poder hablar de ello sin sonrojarme y sentirme molesto porque la Palabra me pega duro en esto.
Claro que el anhelo de mi corazón es llegar a ser un hombre del Reino de Dios. Un hombre celestial como dijo alguien en un hermoso libro de testimonios. Llegar a dar ese perfil es trabajo de toda una vida. Y ahora imaginemos al joven rico de la historia de Marcos en donde Jesus lo recibe con una ancha sonrisa y le dice: "muy bien, si quieres ser perfecto y heredar el Reino de Dios, vende lo que tienes y dáselo a los pobres y tú, toma tu cruz y sígueme..." Bueno, es más o menos lo que dice la respuesta del Señor...
El asunto es que el joven se fue de regreso con todos sus matates triste. ¿Triste? ¿Por qué dice que triste? Bueno, es que quedarse sin ninguna riqueza no es cosa fácil. Solo sé de otra persona que tuvo por estiércol todo lo que era y tenía en esta vida. Se llama Pablo. De aquí en adelante no he conocido a otro que pueda decir con autoridad que todas sus riquezas eran para él como estiércol...
Leyendo este pasaje esta mañana en mi devocional, me vino a la mente la idea de que Jesus no solo está hablando de riquezas financieras. Está hablando también de todas las cosas que creemos que nos enriquecen...
Veamos...
Yo soy un lector apasionado. He comprado y conseguido libros a granel. Me ha gustado leer desde siempre. Fui enseñado a hacerlo. Desde que tengo memoria los libros para mi son algo que no puedo prescindir... Y un día el Señor me dice: ¿Eso te enriquece? ¿Tus riquezas están confinadas a un montón de libros escritos por otro montón de hombres? Ok, puedes seguir llenando tu cofre con esas "riquezas" pero si realmente quieres ser heredero del Reino de Dios tienes que dejar tus libros. Tardé varios años en asimilar esa orden. Pero lo estoy logrando... No he terminado todavía porque aún tengo deseos y ganas de volver al principio. Lo confieso. Pero estoy luchando.
"¡Qué difícil...!" dijo el Señor. Y es cierto. Qué difícil es para algunos dejar la riqueza que les da la tele. O el celular. O el adulterio. O la ropa de marca. O los zapatos finos. O las amistades que le distraen. O el futbol. O los chismes. O la envidia. Y para qué seguir con esta lista tan fea de "riquezas..."
El problema, mis amigos, es que esa instrucción sigue vigente. Y es la misma Voz del Maestro quien la repite a todos aquellos que pretenden ser herederos del Reino de Dios... ¿Se la repito? Aquí le va tal como está en la versión Las Américas: "Una cosa te falta:ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes..."
No hay mucho que agregar. Solo una pregunta: ¿Cuales son esos bienes que no le dejan entrar en el Reino de Dios...?
Estoy estudiando el Reino de Dios. Anoche precisamente prediqué un estudio sobre este tema y pude darme cuenta que me falta muchísimo para poder hablar de ello sin sonrojarme y sentirme molesto porque la Palabra me pega duro en esto.
Claro que el anhelo de mi corazón es llegar a ser un hombre del Reino de Dios. Un hombre celestial como dijo alguien en un hermoso libro de testimonios. Llegar a dar ese perfil es trabajo de toda una vida. Y ahora imaginemos al joven rico de la historia de Marcos en donde Jesus lo recibe con una ancha sonrisa y le dice: "muy bien, si quieres ser perfecto y heredar el Reino de Dios, vende lo que tienes y dáselo a los pobres y tú, toma tu cruz y sígueme..." Bueno, es más o menos lo que dice la respuesta del Señor...
El asunto es que el joven se fue de regreso con todos sus matates triste. ¿Triste? ¿Por qué dice que triste? Bueno, es que quedarse sin ninguna riqueza no es cosa fácil. Solo sé de otra persona que tuvo por estiércol todo lo que era y tenía en esta vida. Se llama Pablo. De aquí en adelante no he conocido a otro que pueda decir con autoridad que todas sus riquezas eran para él como estiércol...
Leyendo este pasaje esta mañana en mi devocional, me vino a la mente la idea de que Jesus no solo está hablando de riquezas financieras. Está hablando también de todas las cosas que creemos que nos enriquecen...
Veamos...
Yo soy un lector apasionado. He comprado y conseguido libros a granel. Me ha gustado leer desde siempre. Fui enseñado a hacerlo. Desde que tengo memoria los libros para mi son algo que no puedo prescindir... Y un día el Señor me dice: ¿Eso te enriquece? ¿Tus riquezas están confinadas a un montón de libros escritos por otro montón de hombres? Ok, puedes seguir llenando tu cofre con esas "riquezas" pero si realmente quieres ser heredero del Reino de Dios tienes que dejar tus libros. Tardé varios años en asimilar esa orden. Pero lo estoy logrando... No he terminado todavía porque aún tengo deseos y ganas de volver al principio. Lo confieso. Pero estoy luchando.
"¡Qué difícil...!" dijo el Señor. Y es cierto. Qué difícil es para algunos dejar la riqueza que les da la tele. O el celular. O el adulterio. O la ropa de marca. O los zapatos finos. O las amistades que le distraen. O el futbol. O los chismes. O la envidia. Y para qué seguir con esta lista tan fea de "riquezas..."
El problema, mis amigos, es que esa instrucción sigue vigente. Y es la misma Voz del Maestro quien la repite a todos aquellos que pretenden ser herederos del Reino de Dios... ¿Se la repito? Aquí le va tal como está en la versión Las Américas: "Una cosa te falta:ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes..."
No hay mucho que agregar. Solo una pregunta: ¿Cuales son esos bienes que no le dejan entrar en el Reino de Dios...?
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