TORMENTOS

Todos los hemos vivido. Nos atormentan las deudas. La enfermedad que está amenazando nuestro cuerpo. El futuro cumpleaños de mi pareja y me toma sin dinero. La amenaza de divorcio que pende sobre el matrimonio. La hija que se enamora del tipo equivocado. Tormentos de fuera. Tormentos por dentro. Agonías del alma. El corazón se constriñe y se duele. El futuro se pone oscuro y el túnel de la vida parece tener la salida demasiado lejos...

¿Quién sabe por qué un padre atormenta a su hijo, o su esposa subestima a su marido, un jefe humilla a un empleado? No lo sabemos, pero lo hacen. Así de gratis. Sin motivos que justifiquen esa mala conducta...

Es Saul atormentando al pequeño David. Se puso celoso porque las cantoras le daban más al rubio pastorcito que al grandote y rey Saul. Hay dictadores que torturan, presidentes que seducen, ministros que abusan, pastores que importunan, el fuerte que controla al débil. Es Saul que acecha a David...

Qué hace Dios con toda esta caterva de tormentosos? ¿Los destruye? Nos gustaría que lo hiciera, no cabe duda. Si ha quitado de en medio a los Herodes y a los faraones, ¿por qué no trata con estos también? No tengo la respuesta a esta pregunta. Pero sí tengo la respuesta qué hará con usted...

Le enviará a un Jonatan.

Jonatan, el hijo de Saul, pudo ser tan tormentoso con David como lo era el padre. Era el heredero al trono. Tenía suficientes motivos para ser tan celoso de su puesto como para hacerse del lado del padre y hacer lo mismo que él: Atormentar a David.

Pero no fue así. Dios lo dispuso de otra manera. Jonatan se alegraba con las victorias de David. Se dio cuenta que el débil era una víctima de los celos irracionales del rey. No había razones para que lo quieran matar así que hizo un pacto con David: "Entonces Jonatán hizo un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo. Jonatán se quitó el manto que llevaba puesto y se lo dio a David con sus ropas militares, incluyendo su espada, su arco y su cinturón"1 Sam. 18:3-4

Jonatan y David era uno mismo. Respiraban el mismo aire. Si uno se movía lo sentía el otro. Si uno se estiraba el otro se estiraba. Jonatan promete lealtad a David. "Cuando seas rey..." le dijo. Y se queda para defender el prestigio y el honor de su amigo.

Le pone vendas y bálsamo al tormento que su padre le provoca al alma de su amigo. Y aún hace algo más grande: Se quita su túnica de color púrpura, el color de los príncipes y se la pone en los hombros a David. Le da su espada y su túnica. Con todo esto, Jonatan está coronando a David. Renuncia al trono que heredaría y se lo concede a su amigo.  Jonatàn le entrega a David una promesa, ropa y protección: "Hay amigos más fieles que un hermano" Prov. 18:24. David encontró un amigo así en el hijo de Saùl.

Oh, tener un amigo como Jonatàn... Un amigo del alma que lo proteja, que no busque nada, solo su interés, que no quiera nada, solo su felicidad. Un aliado que le permita ser usted. Se siente seguro con esa persona. No necesita sopesar los pensamientos o medir las palabras.  Sabe que sus fieles manos separarán la paja del trigo, retendrá lo que importa y, con aliento de bondad, soplará el resto. Con un amigo así usted puede llorar sin ser avergonzado. Puede abrir su corazón atormentado sin ser traicionado. Puede expresar sus pensamientos sin ser juzgado. Dios le dio a David esa clase de amigo.

Y le ha dado uno a usted: Se llama Jesus. David encontró un amigo en el príncipe de Israel. Usted tiene un amigo en el Rey de Israel.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS