ROMANOS 8:35

La boda se llevó a cabo con toda la pomposidad del caso. Vestidos elegantes. Anillos de oro con diamantes. Invitados de primera clase con sus regalos a la altura de las circunstancias. Un ministro oficiante con rostro de santo. Un silencio respetuoso en el templo durante la ceremonia. Flores por todos lados. Promesas en el aire...

"¿Acepta a fulano de tal como esposo y esposa hasta que la muerte los separe...?" Fue la pregunta consabida del ministro a los novios que se veían llenos de felicidad y gozo... Ambos dijeron que sì. Estaban seguros que nada los separaría de su amor que se decían vivir mutuamente.

Pero las palabras, según dicen, se las lleva el viento. Y el viento se llevó ese "sí" que ambos le dijeron al ministro ese día...

Porque a los pocos meses llegó la crisis. La enfermedad. La bancarrota. Los celos. El cansancio. Afloró el verdadero carácter de los esposos. Violencia. Golpes. Insultos. Humillaciones y lágrimas... Eso los separó. No fue la muerte. Fueron sus propias actitudes. La muerte no tuvo nada que ver para que el divorcio se llevara a cabo... Aquellas palabras quedaron olvidadas...

Por eso es importante conocer lo que dice la Biblia en Romanos 8:35: "¿Quién nos separará del amor de Cristo?" Esas palabras no se dijeron al viento. Se quedaron grabadas en la eternidad. Y nada ni nadie las borrará del corazón que las cree profundamente...

Si no, veamos las vidas de algunas personas que las han creído. Ha llegado la muerte a tocar la puerta de su casa y siguieron viviendo por el amor de Cristo. ¿El jefe es un impertinente? No lo ha logrado separar del Amor de Dios. ¿Su vecino le hace la vida imposible cada sábado? No es suficiente para olvidarse del Amor de Dios. ¿Su familia no lo comprende? Que digan lo que digan. Usted sabe que el Señor lo ama. Es suficiente. ¿Satanàs lo ha puesto en su mira de largo alcance? No podrá hacer nada contra usted porque el Amor Protector de Dios lo cubre...

No señor, su jefe, su vecino, su familia o Satanàs le pueden robar su tranquilidad por un momento. Es cierto. Nos dan ganas de... pero no nos pueden separar del Amor de Dios.

Su vecino podrá difamarlo, pero no podrá separarlo del Amor de Dios. Su familia se podrá burlar de usted o su propia cónyuge  podrá desesperarlo pero ninguno de ellos podrá separarlo del Amor de Jesus.

Grábese  esto: "Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesus Señor nuestro.

Ni la infidelidad del cónyuge nos podrá separar del amor de Cristo.
Ni el resultado medico. Ni mi situación económica. Ni el desprecio de las personas. Ni la tristeza. Ni la intranquilidad. Ni la ansiedad. Ni el desconsuelo. Ni la desesperación. Ni la incertidumbre. Ni el dolor, ni la zozobra... Nada.

El amor de Dios es tan fiel hacia nosotros que suceda lo que suceda permanece quieto. No importa el pecado, el pasado o el presente. El amor de Dios supera cualquier lìmite humano. No lo olvide...

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