PERDON
"Después Aarón pondrá ambas manos sobre la cabeza del macho cabrío y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel y todas sus transgresiones, todos sus pecados, y poniéndolos sobre la cabeza del macho cabrío, lo enviará al desierto por medio de un hombre preparado para esto. El macho cabrío llevará sobre sí todas sus iniquidades a una tierra solitaria; y el hombre soltará el macho cabrío en el desierto..." (Lev. 16:21-22)
El pueblo miraba mientras el guía dirigía al animal por el desierto. Todos habían llegado al campamento para confesar sus pecados y ahora están observando como el macho cabrío es llevado al desierto para que el pueblo pueda respirar tranquilo sabiendo que sus pecados han sido llevados lejos de ellos...
La pareja cada vez se hacía más y más pequeña, hasta que desaparecía en el horizonte. El pueblo entonces esperaba que el hombre reapareciera con las manos vacías... Algún niño de esos que nunca faltan quizá le movió la túnica a su madre para preguntarle: ¿Por qué mamá? ¿Por qué se llevaron al cabrito y lo dejaron solo en el desierto...? No hizo nada malo. Era inocente... Entonces tal vez la madre, bajando los ojos al nivel del niño le responde: "Esa es la idea, hijo. Dios usa al que no tiene pecado para llevar los pecados de nosotros los culpables".
Isaías escribió de este episodio en su profecía muchos años después. Èl no sabía el nombre del portador del pecado que Dios designó. Pero nosotros sí lo sabemos. Se llama Jesucristo. Esa es la respuesta a aquel niño que preguntó y que su madre no sabía el significado...
Porque la respuesta es para nosotros. Hay tatuajes que no se pueden borrar. Es un error tatuarse el nombre de la novia de la juventud y después de casado con otra mujer tengas que esconderlo para que ella no se sienta ofendida. Pero hay tatuajes en el corazón que la Sangre de Cristo sí puede borrar. Por eso es necesario conocer a Jesus. Porque solo Èl puede borrar lo imborrable de nuestro pasado.
A diferencia del macho cabrío que no regresaba al campamento, Jesus sí regresó del desierto de la tumba y regresó sin pecado. Ahora estamos libres de culpa y de pecado. Ya no tenemos tatuajes que nos recuerden nuestro pasado. El aborto que llegó a la vida de la jovencita que en su juventud cometió el pecado de acostarse con su compañero de clases. O la marca en los labios de aquel beso con el hombre casado de hace años. O la aventura extramatrimonial que usted tuvo y que nadie conoce. Y qué decir de la deuda que nunca canceló y ahora se siente culpable. O de aquel golpe que le dio a su cónyuge en un momento de ira.
La idea es que a Dios no le gusta ni la culpa ni el pecado. Por eso nos dio a Jesus para que èl llevara todos nuestros pecados y evitara con eso nuestras dolencias.
El perdón ya fue dado. Es gratuito. No lo podemos evitar porque es la Gracia incomprensible que Dios tiene para con aquellos que le creemos. La gente podrá recordar muchas cosas de nuestro pasado pero Jesus ya se llevó todo eso a la Cruz y luego a la tumba de donde salió radiante, limpio y libre de toda mancha que nosotros le echamos encima...
¿No es maravilloso? El perdón inunda nuestros corazones. Por eso en su oración Jesus nos enseñò: "...y perdona nuestros pecados..." para que nosotros podamos perdonar. No hay excusa.
El pueblo miraba mientras el guía dirigía al animal por el desierto. Todos habían llegado al campamento para confesar sus pecados y ahora están observando como el macho cabrío es llevado al desierto para que el pueblo pueda respirar tranquilo sabiendo que sus pecados han sido llevados lejos de ellos...
La pareja cada vez se hacía más y más pequeña, hasta que desaparecía en el horizonte. El pueblo entonces esperaba que el hombre reapareciera con las manos vacías... Algún niño de esos que nunca faltan quizá le movió la túnica a su madre para preguntarle: ¿Por qué mamá? ¿Por qué se llevaron al cabrito y lo dejaron solo en el desierto...? No hizo nada malo. Era inocente... Entonces tal vez la madre, bajando los ojos al nivel del niño le responde: "Esa es la idea, hijo. Dios usa al que no tiene pecado para llevar los pecados de nosotros los culpables".
Isaías escribió de este episodio en su profecía muchos años después. Èl no sabía el nombre del portador del pecado que Dios designó. Pero nosotros sí lo sabemos. Se llama Jesucristo. Esa es la respuesta a aquel niño que preguntó y que su madre no sabía el significado...
Porque la respuesta es para nosotros. Hay tatuajes que no se pueden borrar. Es un error tatuarse el nombre de la novia de la juventud y después de casado con otra mujer tengas que esconderlo para que ella no se sienta ofendida. Pero hay tatuajes en el corazón que la Sangre de Cristo sí puede borrar. Por eso es necesario conocer a Jesus. Porque solo Èl puede borrar lo imborrable de nuestro pasado.
A diferencia del macho cabrío que no regresaba al campamento, Jesus sí regresó del desierto de la tumba y regresó sin pecado. Ahora estamos libres de culpa y de pecado. Ya no tenemos tatuajes que nos recuerden nuestro pasado. El aborto que llegó a la vida de la jovencita que en su juventud cometió el pecado de acostarse con su compañero de clases. O la marca en los labios de aquel beso con el hombre casado de hace años. O la aventura extramatrimonial que usted tuvo y que nadie conoce. Y qué decir de la deuda que nunca canceló y ahora se siente culpable. O de aquel golpe que le dio a su cónyuge en un momento de ira.
La idea es que a Dios no le gusta ni la culpa ni el pecado. Por eso nos dio a Jesus para que èl llevara todos nuestros pecados y evitara con eso nuestras dolencias.
El perdón ya fue dado. Es gratuito. No lo podemos evitar porque es la Gracia incomprensible que Dios tiene para con aquellos que le creemos. La gente podrá recordar muchas cosas de nuestro pasado pero Jesus ya se llevó todo eso a la Cruz y luego a la tumba de donde salió radiante, limpio y libre de toda mancha que nosotros le echamos encima...
¿No es maravilloso? El perdón inunda nuestros corazones. Por eso en su oración Jesus nos enseñò: "...y perdona nuestros pecados..." para que nosotros podamos perdonar. No hay excusa.
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