LLAGAS

Las llagas en la piel son molestas y dolorosas. Son escaldaduras que nos provocamos muchas veces por el roce de algún metal contra la piel. Otras se producen por quemaduras y la piel queda expuesta al ambiente y en lo que se renueva sufrimos de ardores y dolores en esa zona...

Hay llagas que supuran pus. Otras que son molestas porque están en lugares en donde se rozan con otras partes del cuerpo. Pero todas duelen. Molestan. Incomodan.

Las heridas familiares que dejan llagas en el alma tardan mucho tiempo en sanar. Yo espero que su infancia haya sido feliz con padres que se preocuparon por su alimentación, su seguridad y su alegría.  Que su papá haya regresado a casa todos los días, que nunca haya abandonado su hogar, que su mamá le haya llevado a dormir cada noche y que sus hermanos hayan sido sus mejores amigos.

Y, además, espero que encuentre irrelevante este escrito sobre el dolor familiar.

Pero si no es así, usted necesita saber que no es el único.  Las familias más famosas de la Biblia tuvieron llagas muy difíciles de tratar y de sanar. A menos que el Señor haya entrado en acción con su bisturí y su sistema de curetaje, esas heridas hubieran acompañado a nuestros héroes el resto de su existencia. Todos ellos tuvieron sus días oscuros y tormentosos. Adán acusó a Eva. Cain mató a Abel. Abraham comprometió la pureza de Sara. Rebeca favoreció a Jacob. Jacob le hizo trampas a Esau. El libro de Génesis está lleno de desastres familiares.

¿Y su libro genealógico? ¿Todo ha sido un camino de rosas? Pero si quiere saber de alguien que tuvo llagas en su corazón casi por veinte años, ese es José. Sus hermanos lo abandonaron, es cierto. Èl no era una buena compañía para ellos. Hacía alarde de sus sueños y muy presumido. Pero, ¿era motivo para que lo echaran en una cisterna y lo vendieran como esclavo? Lo que resonaba en sus oídos durante todo ese tiempo era el sonido de las monedas cayendo en sus manos cuando hicieron el negocio de su venta... Por eso, imaginemos el sonido de otras monedas cuando cínicamente le ofrecen dinero por el trigo cuando llegaron a Egipto en busca de comida. Al solo escuchar el sonido de esas monedas algo se disparò en el corazón de José. Recuerdos amargos vinieron a su mente y las llagas de su corazón empezaron a supurar el pus tanto tiempo acumulado. Cuando José vio la plata sus labios se contrajeron y el estómago le dio vueltas.  Había decidido olvidar el pasado y enterrarlo en el tiempo y la distancia pero ese sonido lo hizo recordar la amargura que había dentro de él. No quedó más remedio que tomar acción. Los puso presos. Los acusó de espías y de otras cosas. José no sabe como manejar las llagas de su dolor.  Por eso reacciona de esa manera. Sus hermanos no entienden qué está pasando. Ahora son inocentes. Sì, ahora. Pero no hace veinte años.  Hay un pasado que hoy despierta como el gigante dormido que habita en todos nosotros. Hace años ellos lo echaron en una cisterna, hoy él los hecha al calabozo. José supo manejar el asunto de Potifar. Supo manejar el acoso sexual de su esposa. Supo manejar el olvido del copero. Supo manejar la càrcel... Pero no sabe manejar el dolor y el odio de su pasado. José no supo qué hacer con ese problema enquistado en su interior.

Como usted. Su familia le ha fallado. Su pasado fue duro. Los que tenían que ocuparse de usted lo abandonaron. Usted se ha hecho a sí misma. Formó una familia a puro pulso y ahora llora de soledad. Por eso Jesus quiere su corazón. Porque en su corazón está su pasado. En su corazón están las llagas que hoy le hacen llorar. Y Èl no quiere que usted llore más. Èl no quiere que usted siga sufriendo el maltrato del pasado. ¿Sabe por qué? Porque el maltratado maltrata. El golpeado golpea. El que sufrió hace sufrir. El que pasó hambre hace pasar hambre... Por eso Jesus nos pide el corazón...

Sería mucho mejor que se lo entregue con todo lo que haya dentro de él. Usted serà libre y sus hermanos le verán desde otra perspectiva. O quizá sus hijos. O algo mejor: Su pareja...

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