SUBESTIMADOS

Usted no se imagina que un niño que limpia vidrios de carros en las esquinas del semáforo pueda llegar a ser un presidente del país. Tampoco se imagina que un lavacarros pueda llegar a ser un músico de renombre. Mucho menos se imagina que un niño de esos pueda llegar a ser rey de una nación poderosa...

Pero hay algo mucho más misterioso. Esos niños tampoco lo creen. Porque para ellos, los que llegan a ser presidentes viven en colonias de clase alta y no en las calles. Para ellos, los cantantes y músicos famosos viven y estudian en los conservatorios. Y qué decir de los reyes. Los que llegan a ser reyes de alguna nación poderosa tienen que haber nacido en un palacio. No en las calles de una ciudad pobre y olvidada...Todos ellos tienen que tener un físico admirable. Un perfil guapo. Dientes limpios y parejos. Músculos fuertes y carácter de victorioso. Comer en mesas de roble con manteles blancos y servilletas con iniciales bordadas y no en la acera de una calle sucia y llena de humo de buses...

Un hombre, enviado por Dios con una misión está en esa disyuntiva. Le han ordenado que vaya a un pueblito abandonado en las montañas de Judea.  Allí vive Isaì, es padre de ocho hijos ("...Isaí hizo pasar a siete de sus hijos delante de Samuel" 1 Sam. 16:10) y cuando Samuel el profeta llega, le hace saber que necesita ungir a uno de sus hijos por mandato del Señor... Y aquí empieza el problema para Samuel. Porque él no ve con los ojos de Dios. Ve con los ojos que nosotros vemos. Pero Dios ve diferente...

Pasa Eliab. Alto de estatura, su postura es la de un verdadero caballero. Modales finos y tiene alcurnia. Pero no es el escogido...

Sigue Abinadab. Mire sus bíceps, parece un instructor de gimnasio. Tiene habilidades sorprendentes. Para ser rey se necesita un hombre como él...Pero tampoco es este...

¿Qué tal Sama? Es muy inteligente. Hágale cualquier pregunta sobre matemáticas y le responderá en un abrir y cerrar de ojos. Pero Dios dijo no es este... Samuel se siente con un poco de pena y vergüenza ante Isaì porque ninguno de sus hijos guapos e inteligentes ha sido escogido por Dios para recibir la unción que dejará vacante Saul...  Hay un problema: O Dios se equivocó de lugar o Samuel no escuchó bien la dirección, o Isaì oculta algo...Y hace una pregunta obligada:

"...Y Samuel dijo a Isaí:¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió:Aún queda el menor, que está apacentando las ovejas" Ah. Entonces no son siete tus hijos sino ocho... ¿Y en donde está el pequeño?

¿Por qué Isaì no mandó a traer a David al campo para reunirlo con sus hermanos? ¿Cómo es que sus hermanos no se dieron cuenta que faltaba David? Creo tener la respuesta: Creo que el pastorcito, el pequeñito, el insignificante, el soñador con una lira en las manos y un cuaderno de poemas, el arriador de vacas en el cantón, el que no estudió más que dos grados de primaria, la que nació para hacer las tortillas de la familia, la que se quedó solterona, o la que tuvo  hijos de dos hombres diferentes y nunca se casó, el que nunca terminó la universidad... fue subestimado...

Así ha sido con muchos de nosotros. Nos han subestimado. Nos han visto de menos, que no valemos lo que otros sí valen, que no tenemos el perfil adecuado para ocupar ciertas posiciones, que no tenemos los estudios suficientes o la guapura que se necesita... Nos subestiman... Si a usted lo han subestimado y lo han dejado fuera de la fiesta, si no le llegó la invitación a la boda de su hermana, si no lo tomaron en cuenta para la reunión, usted no está solo. David entiende perfectamente lo que se siente... Deje que el Señor le de la unción de su Espíritu Santo y verà a qué lugares lo llevarán Sus Planes que son de bien y no de mal...




Comentarios

  1. Excelente Enseñanza en cuantas ocaciones nos hemos sentido asi!!! pero aqui la respuesta!!! los planes de Dios son perfectos..

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