METAMORFOSIS (2)

...Así que para quitarle la cólera que invadía el corazón de Saulo, el Señor lo dejó sentado durante tres días sin tomar ni comer nada... hasta que se calmara y asimilara que su enojo era totalmente injustificado, que el rechazo por otras personas no es lo adecuado para alguien que dice conocer al Dios del Cielo... Y envió a su siervo Ananìas para que orara por él y le devolviera la vista.

A ver si ahora si puedes presumir, Saulo, de tus títulos. Un ignorante y temeroso agricultor de Damasco te impuso las manos y te sanó. Un pobretón de Damasco te trató de "hermano" y te igualó a él... Ahora dime, Saulo, si vas a continuar presumiendo de tus conocimientos teológicos y vas a seguir segregando a los hombres que no son como tú... Aprende que un sencillo agricultor de Damasco es más rico que tú. Conoce más que tú y puede más que tú...

Dolorosas palabras que deben haber resonado en el corazón de Saulo ahora convertido en Pablo. A Damasco llegó el león Saulo que echaba humo de rabia y cólera, dispuesto a devorar a los seguidores del Rey y salió Pablo, convertido en un corderito listo para aprender lo que no le enseñaron en la universidad pero que Ananìas le explicó en pocas palabras...

Todos nosotros llevamos un Saulo de Tarso en el fondo. El enojo hacia alguien es evidente. Veamos el enojo de la madre soltera con su ex esposo, que de un día para el otro se le olvidó firmar el cheque para la manutención de sus hijos. ¿Cree que es  justo? ¿Qué diremos del hombre que ha dejado los mejores años de su vida en la empresa para la que trabaja y cuando hay una plaza de jefatura se la dan a una señorita con buen cuerpo y sin nada de experiencia y no a él? ¿Serà motivo de enojo por parte del esmerado trabajador? O, ¿qué le parece la mujer que ha pasado sufrimientos al lado del novio estudiante, ayudándolo a terminar su carrera universitaria y cuando después de graduado y con un buen empleo se va con otra compañera de universidad abandonando a la que lo apoyó en sus estudios? ¿Serà motivo de enojo y de rabia? ¿Aceptaremos que es lógico que se llene de ira? O quizás usted ha visto como su mamá se llena de metástasis y empieza a decaer en el abismo del cáncer que la mata poco a poco mientras la vecina se muere pero de risa... Si es así, bienvenidos a Damasco...

Todos vivimos momentos de enojo. Todos hemos sentido la bofetada de la traición y nos llenamos de ira y prometemos no volver a creer en nadie. Que todos son unos traidores. Justos pagan por pecadores. Otros van más lejos: buscan venganza. Matan con la lengua. Intrigas. Chismes. Cuentan las miserias del que traicionó, devolviendo mal por mal... O talvez usted quiera saber del hermano que confió en alguien que resultó ser un estafador llevándose sus ahorros. O, para terminar, quizá usted crea que por qué enojarse con aquel que llegó a su casa una noche de fiesta y resultó en la cama con la niña violando su intimidad bajo los efectos del licor. Quizá no haya sido buena idea mencionarlo... Para qué recordar episodios tan negros que solo nos amargan la boca porque... todavía tenemos cólera escondida...

Ahora pregùntele a Pablo si era razonable su cólera. Èl le podrá decir la solución al enojo y a la ira incontenible... Es Jesus. Así como Jesus estaba esperando a Saulo en el camino a Damasco, así lo está esperando a usted en una esquina de la vida para transformarlo de león enojado a cordero manso y humilde.  Jesus no quiere que usted viva en la selva del enojo. El quiere reparar su rostro de ira a uno de gozo y alegría. El vino a traerle vida pero no amargada sino abundante...

Saulo entregó su ira a Jesus y Jesus le entregó a Saulo un nombre nuevo y le entregó su Amor. Lo mismo quiere hacer por y con usted. Entreguele al Señor sus enojos y Èl le devolverá a cambio el gozo del perdón y la vida abundante...


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