FOSOS
Los fosos son horribles. Oscuros. Anodinos. Sucios. Angustiosos. Algunos son llenos de basura, húmedos, babas, alimañas y otras cosas...
Una esposa está enojada, los hijos están tristes porque el esposo perdió el empleo. Cayó en un foso de desesperación. No sabe como salir de ahí...
Una hija está desesperada porque la radiografía dice que esa mancha negra en el busto de su mami presagia noticias feas... Ha caído en el foso de la angustia.
Alguien tuvo un accidente automovilístico camino al trabajo y su carro quedó destrozado. Debe tres años de pago y ahora no sabe como salir de ese foso de deudas.
Así son los fosos. Caemos en ellos de repente. Sin darnos cuenta. Cuando menos lo pensamos somos empujados y nos hundimos en ellos sin saber por qué ni para qué...
José, el hijo pequeño de Jacob no se levantó esa mañana y pensó: Debo ponerme ropa sucia porque mis hermanos me tirarán a un foso en cualquier momento del día y no debo ensuciarme la ropa. No. Todo fue repentino. Iban todos aparentemente tranquilos cuando de pronto a alguien se le ocurrió la idea de matarlo. No lo soportaban. Todo porque José soñaba. Cuando usted sueña con una vida de prosperidad y solvencia financiera preparese. Lo más seguro es que antes de la prosperidad tenga que pasar por la angustia de verse en un foso de dudas, angustia y desesperación. Y lo peor de todo: No lo empujarán sus enemigos. Lo harán aquellos que dicen que lo aman. Los que han compartido el pan con usted. Incluso, los que han vivido bajo su mismo techo...
Eso fue lo que experimentó José. No eran enemigos sino sus hermanos. Hijos del mismo padre. Dormían en la misma tienda. Vivían bajo el mismo techo. Comían la misma dieta. Pero no sentían lo mismo. José sentía deseos de vivir, sus hermanos sentían deseos de matar. José sentía amor por ellos, ellos sentían odio y rencor por él...
A José lo tiraron en un foso lleno de babas y basura, ellos vivían en un foso de amargura y odio. Hay que conocer la diferencia entre uno y otro. El foso en donde ellos vivían era más oscuro que el que tiraron a José. Fue más fácil que el Señor sacara a José del foso de arena pero el de ellos era un foso difícil de solucionar. Lo llevaban en el corazón. Años y años planeando como deshacerse del soñador.
Ahora bien: El foso de José tenía un propósito. Salvarle la vida. El foso de ellos producía muerte, engaño, mentiras y deshonra. José salió del foso directo a la casa de Potifar. De allí a la càrcel. De allí al trono de Egipto. Fue un proceso de triunfo y victoria que empezó en un foso oscuro y húmedo...
Usted seguramente está en un foso. Ha caído allí por culpa de las circunstancias. No se aflija. Es el primer paso para salir a la victoria. No serà sin dolor. No serà pronto. Pero le garantizo que, como a José, le están preparando una silla gerencial para que olvide estos duros y oscuros momentos... Le están preparando un auditorio de ángeles que aplaudirán cuando usted disfrute su victoria. Cuando usted sea quien le de pan al hambriento, abrigo al desnudo y cobijo al desamparado... No se aflija... Dios está en control de cualquier foso por oscuro y feo que sea...
Una esposa está enojada, los hijos están tristes porque el esposo perdió el empleo. Cayó en un foso de desesperación. No sabe como salir de ahí...
Una hija está desesperada porque la radiografía dice que esa mancha negra en el busto de su mami presagia noticias feas... Ha caído en el foso de la angustia.
Alguien tuvo un accidente automovilístico camino al trabajo y su carro quedó destrozado. Debe tres años de pago y ahora no sabe como salir de ese foso de deudas.
Así son los fosos. Caemos en ellos de repente. Sin darnos cuenta. Cuando menos lo pensamos somos empujados y nos hundimos en ellos sin saber por qué ni para qué...
José, el hijo pequeño de Jacob no se levantó esa mañana y pensó: Debo ponerme ropa sucia porque mis hermanos me tirarán a un foso en cualquier momento del día y no debo ensuciarme la ropa. No. Todo fue repentino. Iban todos aparentemente tranquilos cuando de pronto a alguien se le ocurrió la idea de matarlo. No lo soportaban. Todo porque José soñaba. Cuando usted sueña con una vida de prosperidad y solvencia financiera preparese. Lo más seguro es que antes de la prosperidad tenga que pasar por la angustia de verse en un foso de dudas, angustia y desesperación. Y lo peor de todo: No lo empujarán sus enemigos. Lo harán aquellos que dicen que lo aman. Los que han compartido el pan con usted. Incluso, los que han vivido bajo su mismo techo...
Eso fue lo que experimentó José. No eran enemigos sino sus hermanos. Hijos del mismo padre. Dormían en la misma tienda. Vivían bajo el mismo techo. Comían la misma dieta. Pero no sentían lo mismo. José sentía deseos de vivir, sus hermanos sentían deseos de matar. José sentía amor por ellos, ellos sentían odio y rencor por él...
A José lo tiraron en un foso lleno de babas y basura, ellos vivían en un foso de amargura y odio. Hay que conocer la diferencia entre uno y otro. El foso en donde ellos vivían era más oscuro que el que tiraron a José. Fue más fácil que el Señor sacara a José del foso de arena pero el de ellos era un foso difícil de solucionar. Lo llevaban en el corazón. Años y años planeando como deshacerse del soñador.
Ahora bien: El foso de José tenía un propósito. Salvarle la vida. El foso de ellos producía muerte, engaño, mentiras y deshonra. José salió del foso directo a la casa de Potifar. De allí a la càrcel. De allí al trono de Egipto. Fue un proceso de triunfo y victoria que empezó en un foso oscuro y húmedo...
Usted seguramente está en un foso. Ha caído allí por culpa de las circunstancias. No se aflija. Es el primer paso para salir a la victoria. No serà sin dolor. No serà pronto. Pero le garantizo que, como a José, le están preparando una silla gerencial para que olvide estos duros y oscuros momentos... Le están preparando un auditorio de ángeles que aplaudirán cuando usted disfrute su victoria. Cuando usted sea quien le de pan al hambriento, abrigo al desnudo y cobijo al desamparado... No se aflija... Dios está en control de cualquier foso por oscuro y feo que sea...
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