ENTRENAMIENTO

Desde que había llegado a la casa de Potifar, José había cumplido todos sus deberes entusiastamente. Todo estaba limpio. Las finanzas del dueño de casa habían aumentado. La despensa se mantenía llena de comida y ordenada. Los pisos brillaban. Su cuarto se notaba pulcro. Había resistido las insinuaciones sexuales de la señora. Su comportamiento no tenía tacha. Su conducta había sido recta. Nunca tocó un centavo de su amo. Su carácter siempre se mantuvo intacto. Siempre fue amable con sus compañeros de esclavitud...

¿El premio? La càrcel...

Mal olor. Paredes sucias. Cielo falso manchado de asquerosidad. Como compañero, una rata del tamaño de un gato. Miasmas por todos lados. Excrementos apestosos por doquier. Barrotes de hierro grueso. Desde que lo llevaron a la prisiòn lo dejaron tirado en el piso mugriento y apestoso. En las paredes habían grafitos de otros prisioneros anteriores con obscenidades. Carceleros rudos y malolientes...

¿Por qué estoy aquí, prisionero, sin haber hecho nada malo? Se preguntaba José. Y cuando nosotros leemos la historia también nos preguntamos como es que teniendo un Dios todo amor y compasión ahora su siervo inocente está en un lugar tan horrible. ¿Por qué está en prisiòn en vez de estar en un balneario disfrutando su premio por buena conducta...?

Es que no entendemos los caminos de Dios. La senda de Dios para nuestras vidas no siempre es una calzada de cemento y recta. A veces sus caminos son tortuosos y llenos de baches. Llenos de espinas y cardos... Llenos de intrigas y desprecios. Recordemos que Dios tiene planes de bien y no de mal, para darnos un buen final. Pero el camino para esos planes a veces incluye el dolor y la càrcel.

Una esposa de pronto recibe la noticia que tiene cáncer de seno. Cayó en la càrcel de la desesperación. Un hijo sin darse cuenta, cayó en la càrcel de la marihuana. Un esposo cae en la red de la mujer infiel y cayó en la càrcel del adulterio. Un pastor se queda sin ovejas y tiene que ir a buscar trabajo en lo secular. Cayó en la prisiòn de la duda y su fe navega en aguas peligrosas. A alguien le hicieron un desprecio en la iglesia y decidió alejarse de Dios con amargura y resentimiento.  Càrcel que no tiene barrotes por fuera sino por dentro.

Ahora bien. Para José habían planes de grandeza. Pero el proverbista dice que antes de la gloria está la humillación. Eso no le entendió José en aquel momento. La historia dice que con él estaba Jehovà. Si José está preso, Dios está con él. Prometió no dejarlo nunca. Como a usted y a mí. Su promesa sigue vigente. Note esto: Si le preguntáramos a los ángeles qué estaba haciendo José en la càrcel, nos responderían: Está en entrenamiento. Dios tiene campos de entrenamiento que a nosotros nos parecen feos. En lugar de jardines llenos de rosas hay excrementos por todos lados. En vez de olor a perfume hay llagas que apestan. En vez de voces firmes y seguras hay llantos y quejidos. Así son los campos de entrenamiento de Dios. Y José está en uno de ellos porque está siendo entrenado para aprender a escuchar la voz de los hambrientos para cuando sea el administrador de Faraón para repartir alimentos.

Pregunte qué están haciendo...
 ¿Juan en Patmos? Exiliado para mostrarle el Apocalipsis.
¿Qué está haciendo Esteban recibiendo pedradas?. Viendo la Gloria del Altísimo.
¿Pablo encadenado en las paredes de una prisiòn en Roma?. Predicando el evangelio.
¿Lázaro en una tumba? Reuniendo gente que verà su resurrección.
¿Pedro hundiéndose en el mar? Experimentando la ayuda de Jesus.
¿Usted sin poder salir de esas agobiantes deudas? Está siendo entrenado a saber manejar las finanzas para cuando estas lleguen en abundancia la próxima vez...


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