DOS CEREBROS...

Dos personas viviendo en una misma casa. Dos seres humanos que se aman. Se aman pero son tan diferentes entre sì...

Ella tiene un cerebro que todo lo almacena. Es capaz de recordar eventos desde hace muchos años. Cuidado tratamos de engañarlas porque nos agarran desprevenidos y nos recuerdan algo así como... "pero eso no fue lo que me dijiste en aquel entonces..." O qué tal esta otra respuesta: "pero me habías dicho que habías ido con fulano de tal y en la reunión dijiste otra cosa..."

Es la esposa. Tiene una memoria capaz de almacenar recuerdos desde el día que se casaron hasta la edad adulta. Especialmente los recuerdos que atañen al esposo. Recuerda el color de la ropa que llevaba el día de su boda. Recuerda el menú que disfrutaron aquella vez que usted vio a aquella mujer que hizo que el almuerzo se amargara.  Hasta recuerda el tipo de saludo que le hizo a la señorita que les atendió en la mesa del restaurante... "tan cariñoso que te veías..." Hace tanto, pero tanto tiempo que usted ya ni recuerda de qué esta ella hablando.

Èl tiene un cerebro que no lo usa en su mayor parte. Es decir, sí lo usa pero no le da mucha importancia a las cosas que no le parecen importantes. El hombre es más fácil de predecir que ellas. El hombre tiene en su cerebro, según los estudiosos, una caja que se llama "nada". Allí manda las cosas que no le interesan. Puede ser un profesional, brillante médico renombrado, pastor o policía. Todos los hombres tenemos esa caja en común.

En esa caja ponemos cosas que nos servirán para salir avantes ante cualquier interrogatorio desagradable. Por ejemplo: Ambos van en el carro a hacer un mandado. Van callados y cada quien interesado en su lugar. Èl en manejar y ella viendo hacia la ventana.
De pronto ella pregunta "¿en qué piensas..."
Èl responde rápidamente: "en nada".
Ella vuelve a la carga: "¿te pasa algo? te noto callado".
Èl vuelve a responder: "no, nada"...
El diálogo se vuelve cada vez más intrigante. Ella vuelve a hablar, pero esta vez ya en un tono que anuncia tormenta...
"¿cómo que en nada? O no me lo quieres decir? Porque no creo que no pienses en nada."

¡Ah!, bendita caja de "nada". Ella no entiende que el hombre necesita ese espacio para darse un poquito de descanso. Para descansar del trabajo que lo hace pensar. De los gastos que lo ponen en qué pensar. De la casa que lo hace pensar... Por eso, de cuando en cuando, necesita pensar en "¡nada!"

Señora: La próxima vez que usted vea a su esposo leyendo el periódico y usted le pregunte:

"¿Qué estas leyendo...?" Y él le responda:

"Nada..." O cuando este viendo la tele y usted le pregunte:

"¿Qué estas viendo...?" y el responda:

"Nada..."... por favor créale. No se disguste ni busque pelea. Es cierto. Su esposo no está leyendo ni viendo en la tele "nada importante, nada que valga la pena compartir"

Caballero: Cuando usted le pregunte a su esposa "¿qué tal te fue en tu mandado...?" Prepàrese para empezar a escuchar una descripción detallada de todo lo que ella hizo, habló, pensó, analizó, vio, y deseó en ese mandado... Serán un aproximado de 20,000 palabras las que saldrán de ese cerebro que tanto amamos.  Dos cerebros. Dos personas que se aman. Uno que piensa demasiado. El otro que casi no piensa en nada...

Comentarios

  1. Bendiciones..gracias por compartir sus escritos que tienene tanta sabiduria

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  2. Que lindo e interesante... Gracias amado pastor por seguirnos enseñando y compartiendo de los tesoros que El Señor le regala!!!... Lo amo y lo bendigo Atte. Carolina de Rivas

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