RENOVACION

En lo más alto de la peña se ve algo que se mueve... La vista no alcanza a definir qué es lo que tan inquietantemente se esmera en arrancarse: pedazos de pico y trozos de cuerpo. La sangre que mana de su arduo trabajo  silencioso salpica las rocas que rodean su escondite. Pedazos de garras caen sobre el abismo seguidas de plumas añosas y viejas que más parecen nubes que se desploman en la distancia y en el olvido...

Hay un silencio sepulcral que pareciera que todo el ambiente está observando calladamente lo que está haciendo ese animal que atrae la atención de los astros... El sol trata de ocultarse entre las nubes grises que suben del mar a la distancia como para esconderse y no presenciar el terrible dolor que está experimentando ese ser que tan afanosamente se está arrancando las plumas, sus garras y su instrumento para cazar... El sol respeta ese instante que parece eterno pues no quiere avergonzar con su luz la desnudez que está empezando a aparecer en la majestuosa bestia que se está renovando...

Es el águila real. Es la reina de los vientos y de los aires. La domadora de las alturas. La que puede ver con sus ojos rojos el brillo del Sol y que no teme que su luz queme sus pupilas ya que fue hecha para eso: Para ver el sol cara a cara... El águila se está renovando. Ha llegado hasta ese lugar en la peña, se ha escondido de todo y de todos para que le broten nuevas garras para cazar... ¿Para quien? para sus polluelos. Ella sabe que sin garras frescas y nuevas no podrá llevar el pan a sus hijos. Renueva sus plumas para volar... ¿Para quién? Para poder volar a las alturas y buscar desde allí el alimento que sus hijos necesitarán. Ella sabe que sin alas nuevas no podrá remontar a las alturas y sin estar allí ella y su prole pueden morir... Ella no puede arrastrarse como la serpiente, ni puede, como el cóndor, alimentarse de carroña. Necesita comida fresca. Y está renovando su pico. Su mortal herramienta con la que despedazará la presa para compartirla con sus polluelos. Sin ese pico nuevo y fenomenal ella no podrá cumplir su misión como madre...

Por eso necesita renovarse. Así como se renuevan la luna, el sol y los astros. Así como renovamos los accesorios de nuestros vehículos para que nos sirvan más y mejor. Así como renovamos la pintura de nuestras casas para que la humedad no penetre. Así como renovamos nuestra fe cada día para continuar creyendo en Dios...

El único que no se renueva es el hombre. Se ha convertido en una máquina de trabajar. En un robot del siglo veintiuno que no busca la soledad de las alturas para despojarse de todo ese peso que lo agobia y lo mata y deja sin sustento de amor a su esposa, sus hijos y su sociedad...

Por eso es obligación renovarnos: Por ellos. Por nuestros amigos. Por nuestras familias. Por nuestros trabajos. Para rendir más y mejor. Para adorar a Dios con más ahínco, con más unción, con más santidad...


Como el águila que busca la peña para renovarse, así debemos nosotros buscar esa especie de nido de pájaros bravos suspendido a la orilla del peñasco bajo la inclemencia de los vientos del páramo, y como inclinados sobre el salvaje y estrepitoso torrente del río abajo… Como lo enseñò Pablo: Despojándonos de todo peso que nos detiene... 


Comentarios

  1. Excelente aplicacion, siga adelante Pastoron su inspiracion es de mucha bendicion. Saludos

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  2. Gloria a Dios!!!!! Bendiciones

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