CASI SE LO DIJE...

Las flores de colores variados estaban sobre el féretro. Agonizaban al calor del día como había agonizado su dueña que ahora descansaba en paz en su catafalco... Los pétalos caían arrastrados por el viento que los arrancaba de las rosas amarillas y rojas que habían llevado personas caritativas. Un perfume suave y agradable perfumaba el ambiente de esa calma sagrada del camposanto en donde el hombre lloraba en silencio la pérdida de su amada... El sacerdote insistía una y otra vez hablándole quedamente que el sepelio había terminado. Que se podía ir a casa y descansar, pero el hombre, no dejando de llorar, insistía una y otra vez... "casi se lo dije..."

El ministro, inquieto por esas palabras que rompían el silencio del lugar de los muertos, le pregunto no sin cierto temor qué significaban esas palabras...

Y el hombre, con el rostro bañado en lágrimas le explicó lo que le estaba taladrando su corazón... "Yo la amaba como a nadie en el mundo. La adoraba y ella era todo para mí. Hizo tanto bien a mi vida que traté de hacérselo saber. Traté de decírselo. Traté que ella lo supiera... pero hubo cosas que se interpusieron entre las palabras y ella. No alcancé a decírselo. Casi se lo dije, pero no pude hacerlo...Ahora es muy tarde. Ya no escucha mis palabras. Ya no puedo decirle cuánto la amé..."

Hoy es el día. Hoy es cuando usted puede decírselo.

A su esposo. A su esposa. A sus hijos. A sus padres. A sus amigos. Hoy es el día...

No debemos esperar a estar al pie de una tumba llena de flores y pétalos hermosos pero en donde el silencio rompe los sonidos que se puedan expresar.  ¿Cuántas promesas no se cumplieron en vida y ahora son un peso doloroso en muchas espaldas? ¿Cuántas palabras, versos y poemas no se escribieron porque hubo otras cosas que entorpecieron el momento? ¿Cuántos besos dejaron de posarse en los labios sedientos de amor de su pareja y ahora yacen enterrados no en un féretro bajo tierra sino enterrados en el mar de los recuerdos dolorosos?

Hoy es el día. Hàgalo. Dígalo. No suceda en usted lo que dijo el hombre del camposanto: "Casi se lo dije".  El dolor del silencio es muchas veces más fuerte que el dolor del olvido. Hay cargas que se pueden evitar. Hay dolores que se pueden arrinconar a un lado del cajón de los amargos y solitarios momentos, pero hay palabras que quedarán flotando en el ambiente porque no se dijeron. Especialmente palabras de aliento, de bálsamo, de sanidad, de amor, de ternura y de abrigo...

Quizá por eso Jesus le preguntó a Pedro antes de partir para estar con el Padre: "Pedro, ¿me amas? ya me voy al Padre pero antes deseo saber cuánto me amas. Cuánto estas dispuesto a hacer por Mi. Necesito saber si valieron la pena los años que comimos juntos, que caminamos y vivimos juntos..."

Alguien, en su casa o su trabajo debe estar esperando también respuesta a esa pregunta. Es una pregunta sin voz. Es una pregunta sin sonido pero que está allí, en algún lugar de la casa. Esperando día tras día saber si ha valido la pena haber tenido hijos, haber llorado en momentos de soledad y angustia, si valió la pena haber puesto el hombro para que el otro llorara, si valió la pena haberse desvelado cuando la enfermedad tocó las puertas del hogar... ¿Valió la pena? ¿Ya se lo dijo? O... también usted "casi se lo dice...?"


Comentarios

  1. Cómo siempre...una bendición poder leer sus artículos, gracias por compartirlos!!!!

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