AUSENCIA
Siempre son tristes los ojos que han visto de cerca la ausencia, ese abismo que lo devora todo y no se cierra jamas...¿Es un crimen amar? No, pero traicionar sí. Y el joven hebreo se sentía traicionado por sus hermanos, por su padre y su familia... Había sido comprado como esclavo aunque era libre. No importa donde está, un hombre verdadero, soñador de libertad no pueden quitarle su libertad porque es su numen. Como la mariposa que puede aprisionarse en la red pero si aún le quedan sus alas sabe que puede huir a la libertad en donde ha nacido... Un hombre superior no tiene amigos, solo enemigos domesticados. ¿Son culpables entonces, el cielo de poblarse de estrellas, el volcán de producir lava y la tierra de cubrirse de flores y follajes? Así es el hombre que ama. Nada ni nadie puede detener el flujo de amor que puede brindar su corazón. El alma sedienta de un hombre gigante no puede dejar de esperar algo o a alguien por la misma razón que él siempre está dispuesto a servir a otros... Aunque sabemos que el amor es fuerte como una espada, si no corta todos los lazos no es el amor, porque un amor cuando es puro muere muy lentamente...
Esas eran las añoranzas de José, hijo de Jacob. Lo vendieron. Lo humillaron. Le quitaron su dignidad pero no le quitaron sus esperanzas. Lo redujeron a un simple esclavo pero en su corazón había un grito de libertad. Solo él y Dios sabían lo que quemaba dentro de ese pecho... el fuego del amor por su padre. Pero su padre no está con él. Lo ha dejado solo. Y miles de preguntas surgen en su interior...
Desde que el joven pasó bajo el ancho portal de piedra que parecía lamentar su perdida libertad y entró a aquella prisiòn llena de inscripciones y de imágenes de dolor ya abandono, en la cual se respiraba un aire de soledad y de claustro, donde el silencio era profundo y la paz siniestra, puede decirse que el mundo real acabó para él y solo vivió en el mundo de los milagros, de la fantasía y de la fábula...
Sus noches eran largas como largas eran las quimeras de volver a estar en familia. El lecho de piedra en donde reposaba su cuerpo era más suave que el dolor que embargaba su interior. ¿Por qué mi papá no viene a verme? ¿Por qué no me ha dado una pequeña muestra del amor que decía tener por mí? Mi ropa, mi educación, mi formación, todo hablaba del amor que me entregaba en aquellos días... pero ¿hoy?. Hoy que más lo necesito se ha alejado de mi como de un apestado. Hoy que necesito su mano amiga, su mano que me consuele no la tengo...
Y así pasaba José sus días, horas y minutos. Cuando le buscaban para pedirle consejo era como arrancarle una hoja al árbol que languidecía y estaba a punto de caer herido por la humedad de sus lágrimas. Lágrimas que derramaba en su interior y que, como volcán en erupción, dejaba fluir como fluye la lava que quema todo a su paso... Preguntas sin respuesta. No se explica qué pasó con su padre Jacob que lo ha dejado olvidado en esa prisiòn eternamente...
Pero José ignoraba la otra parte de la historia... Sus enemigos lo habían malinformado con su padre. Habían tramado un mentira y el engaño surtió el efecto que ellos esperaban: deshacerse de él. Por puro. Por santo. Por vertical. Por decir la verdad. Por soñar con la grandeza. Sus enemigos urdieron un plan que hizo que una daga se clavara en el corazón de su amado padre... Leamos el epílogo del plan... "Encontramos esto; te rogamos que lo examines para ver si es la túnica de tu hijo o no. El la examinó, y dijo:Es la túnica de mi hijo. Una fiera lo ha devorado; sin duda José ha sido despedazado... (Gen. 37:32)... Padre e hijo. Uno en la vejez esperando la muerte. El otro en la prisiòn esperando la libertad.
No lo sabemos todo. No sabemos qué causó que nos dejaran. Qué engaño y mentira provocó que quedáramos así, como abandonados, como golondrinas sin techo, almas sin calor, corazones vacíos... Pero Dios, que conoce todas las cosas volverá a reunirnos en una sola familia. Solo esperemos...
Esas eran las añoranzas de José, hijo de Jacob. Lo vendieron. Lo humillaron. Le quitaron su dignidad pero no le quitaron sus esperanzas. Lo redujeron a un simple esclavo pero en su corazón había un grito de libertad. Solo él y Dios sabían lo que quemaba dentro de ese pecho... el fuego del amor por su padre. Pero su padre no está con él. Lo ha dejado solo. Y miles de preguntas surgen en su interior...
Desde que el joven pasó bajo el ancho portal de piedra que parecía lamentar su perdida libertad y entró a aquella prisiòn llena de inscripciones y de imágenes de dolor ya abandono, en la cual se respiraba un aire de soledad y de claustro, donde el silencio era profundo y la paz siniestra, puede decirse que el mundo real acabó para él y solo vivió en el mundo de los milagros, de la fantasía y de la fábula...
Sus noches eran largas como largas eran las quimeras de volver a estar en familia. El lecho de piedra en donde reposaba su cuerpo era más suave que el dolor que embargaba su interior. ¿Por qué mi papá no viene a verme? ¿Por qué no me ha dado una pequeña muestra del amor que decía tener por mí? Mi ropa, mi educación, mi formación, todo hablaba del amor que me entregaba en aquellos días... pero ¿hoy?. Hoy que más lo necesito se ha alejado de mi como de un apestado. Hoy que necesito su mano amiga, su mano que me consuele no la tengo...
Y así pasaba José sus días, horas y minutos. Cuando le buscaban para pedirle consejo era como arrancarle una hoja al árbol que languidecía y estaba a punto de caer herido por la humedad de sus lágrimas. Lágrimas que derramaba en su interior y que, como volcán en erupción, dejaba fluir como fluye la lava que quema todo a su paso... Preguntas sin respuesta. No se explica qué pasó con su padre Jacob que lo ha dejado olvidado en esa prisiòn eternamente...
Pero José ignoraba la otra parte de la historia... Sus enemigos lo habían malinformado con su padre. Habían tramado un mentira y el engaño surtió el efecto que ellos esperaban: deshacerse de él. Por puro. Por santo. Por vertical. Por decir la verdad. Por soñar con la grandeza. Sus enemigos urdieron un plan que hizo que una daga se clavara en el corazón de su amado padre... Leamos el epílogo del plan... "Encontramos esto; te rogamos que lo examines para ver si es la túnica de tu hijo o no. El la examinó, y dijo:Es la túnica de mi hijo. Una fiera lo ha devorado; sin duda José ha sido despedazado... (Gen. 37:32)... Padre e hijo. Uno en la vejez esperando la muerte. El otro en la prisiòn esperando la libertad.
No lo sabemos todo. No sabemos qué causó que nos dejaran. Qué engaño y mentira provocó que quedáramos así, como abandonados, como golondrinas sin techo, almas sin calor, corazones vacíos... Pero Dios, que conoce todas las cosas volverá a reunirnos en una sola familia. Solo esperemos...
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