AGONÌA

Verdes prados tapizados por la hierba que se antoja como una alfombra de esmeraldas que brillan ante los tenues rayos de un sol que ya casi desaparece oculto por la bruma de la tarde... Un primer lucero brilla en la inmensidad del firmamento anunciando que pronto llegará la noche y las tinieblas cubrirán el ambiente. Los cantos de las torcaces cada vez màs se convierten en arrullos y en sus nidadas empollan sus hijuelos que buscan el calor del ala protectora de la madre. Todo se esconde para empezar a invernar durante la oscuridad para resguardarse de los depredadores nocturnos.

Viejos árboles y añosos robles rodean el ambiente. Un farallón de piedra caliza rodea las paredes del camino por donde se ve la figura cansada y agotada de un hombre que, bajo el peso del dolor y la agonía parece que dentro de poco podrá caer en medio de las piedras y el polvo que lo rodean. Su cabeza canosa y su ropaje manchado de sangre indica que acaba de suceder una batalla. Al caminar y arrastrar sus cansados pies éstos levantan pequeñas nubes de polvo al contacto con el camino que parece decirle que ya no habrá más surcos en su vientre polvoriento...

Una mujer lo ha hecho huir. Una mujer le ha amenazado de muerte. Una mujer adoradora de los baales le ha enviado a decir que mañana a esas horas él estará como dejó a sus profetas: Sin cabeza. Y hoy, Elías, el hombre de Dios, el que acaba de presenciar el fuego de Dios caer sobre el altar que se dedicó a su Gloria, ese mismo Elías, el paladín, el que se atrevió a confrontar el pecado del populacho, el que no tuvo temor ni temblor para señalar al pueblo su falta de honradez ante Aquel que lo ha defendido siempre, ahora camina cansado y derrotado por las amenazas de Jezabel...

Ya no hay fuego en el Altar, tan solo quedaron pedazos humeantes del sacrificio. Ya no hay cantos de tórtolas en el camino. El águila está agotada y está por replegar sus alas para darse por vencido. El cóndor no tiene donde posar sus garras que han sido instrumento a favor de Dios. El león está a punto de caer vencido por el dolor y el cansancio porque siente que se ha quedado solo. El león, para morir necesita de grandes espacios porque él ha sido hecho para la grandeza... Por eso busca un espacio donde dejarse morir. Y Dios lo sabe. Y Dios lo entiende. Y Dios lo consuela...

"Escòndete en Querit" le dice la Divina Voz que le habla desde lo profundo de su corazón. El firmamento está atento y los ángeles esperan ver levantarse a ese tigre que ha vencido sus batallas y que manchado con la sangre de sus enemigos ahora busca un lugar donde refugiarse para tomar fuerzas.  "Vete a Querit, ahí te enviaré pan y agua para que repongas fuerzas, para que continúes tu camino porque largo trayecto te espera..."

Seguramente este año que termina ha sido duro para usted. Seguramente hubo momentos en que la salud se quebró. Las finanzas no alcanzaron a cubrir lo que necesitó. El amor posiblemente se alejó del hogar. El fuego de los besos se volvieron bloques de hielo. Los abrazos de su pareja se volvieron rígidos y sin ternura. Los labios que quiso besar se volvieron fríos como el témpano... Seguramente este año que termina tuvo momentos buenos, pero tuvo también amenazas de dolor, abandono y tristeza... Pero Dios siempre tiene un Querit para usted o para mí. Siempre tiene un lugar inaccesible para nuestros enemigos en donde Èl enviará el pan y el agua que necesitamos para pasar la tormenta... No lo olvide: Largo camino nos espera. Dentro de poco amanecerá y volverá el calendario a empezar un nuevo año... Siga adelante. La jornada aún no termina. Quédese por un momento en su Querit y luego retome sus fuerzas y vaya en busca de ese alguien que lo estará esperando... Dios estará con usted como estuvo con su Profeta Elias...


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