SOLO UNA...

El día declina. Ya se notan en el horizonte los últimos rayos del sol que está a punto de ocultarse detrás de la línea terrenal... Hay en el ambiente un como sonido del silencio. Todo está callado y como expectante de que algo va a suceder. Algo grande y poderoso se presiente y los pájaros y los grillos han silenciado sus gorjeos. No hay en el aire ni una brizna de viento que mueva las hojas de las árboles quienes también parecen que observan a dos hombres que caminan uno detrás del otro...

Todo tiene un final. Pero lo curioso es que todo final da principio a algo nuevo. Así se renueva la vida. Se renueva la fe y la esperanza. Cuando la fe está apunto de morir es porque está dando a luz la esperanza. Y nuevamente renace en el corazón humano esa leve chispa de fe que empieza a germinar para dar a luz nuevamente la esperanza... Y la esperanza, dice el Libro Sagrado, no avergüenza...

Es como la primavera. Ha pasado el invierno y empiezan a brotar los sencillos y pequeños bulbos en las plantas para dar paso a lo que serà una sinfonía de colores apoteósicos, llenos de vida, de color y de perfumes. Los crisantemos abren sus pétalos y los lirios renuevan sus flores para engalanar el jardín de aquellos que viven para dar vida...

Dos hombres, cabizbajos y meditabundos van pasando por los senderos que los llevarán a cumplir una misión: El uno, el más anciano y agotado, serà llevado muy pronto y sin saber cuando y donde, a la Presencia misma del Señor. El otro, más joven y lleno de vigor, serà el encargado de tomar la batuta para demostrar que Dios siempre se ha guardado un remanente que no le tema ni al dolor ni al hombre. El dolor es el grito inconforme de los profetas. El dolor es el sello de los predestinados. Es el dolor lo que distingue a los que les cortan la cabeza por hablar una sola cosa: La Verdad. A otros los crucifican y les clavan lanzas en el costado... La soledad es la amiga de los ungidos. Como el cóndor, los ungidos revolotean alrededor del universo para observar desde sus alturas a aquellos que no se atreven a volar y buscar vientos quizá huracanados que los eleven por sobre las conformidades que la sociedad les quiere imponer. Solo las águilas pueden observar las nubes negras que presagian tormenta pero sus garras están tan firmemente aferradas a la Roca que no le temen a los vientos que amenazan el horizonte. Difícilmente un águila posa sus garras en el fango. Ella no fue hecha para el lodazal. Fue hecha para ver de frente al Sol... Al Sol de Justicia...

Callados, sin hablar y sin apenas distraerse, estos dos gigantes van caminando, cada uno esperando el único momento que hará cambios en sus vidas. Serà solo un instante así que no hay tiempo ni ocasión de quitar los ojos, uno, en el cielo, el otro en el hombre que va delante. No pueden darse el  lujo de perder ni un instante la atención en donde debe tenerse. Hay mucho en juego. Para el anciano, la eternidad. Para el joven, el futuro... Así es con nosotros. Serà solo un instante el que tendremos para ver el Poder de Dios en nuestra vida. Serà solo un instante en que Dios hará el milagro de este día. Pero se necesita que estemos atentos. "Nuestros ojos puestos en el consumador de nuestra fe, quien es Cristo" Solo un segundo y todo serà transformado. Solo una oportunidad y la vida cambiará. Solo un parpadeo y todo se perderá.

Elías está esperando que aparezcan los carros de fuego que lo llevarán a su descanso... Eliseo está esperando que su maestro le permita arrebatar el manto de donde brotará la doble porción de bendición que ha estado anhelando... Pero serà solo una única oportunidad. Irrepetible. Solo una. Así como hay solo Una Cruz en el Calvario. Una sola Sangre que quita el pecado del hombre. Un Unico Dios. Un solo Señor. Un solo Salvador. Un solo Redentor. Una sola vida. Una única Esperanza. Solo Una...

Eliseo lo sabía por eso estuvo atento.  Yo lo supe hace tres décadas y más. ¿Y usted...?


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