¿YA PENSÒ EN ESTO...?

Normalmente pensamos en los héroes de la Biblia como hombres que valientemente dejaron todo para hacer lo que Dios les dijo.

Pienso en Moisés. Un verdadero hombre de Dios. Manso como él solo. Obediente como ningún otro. Y lo vemos en películas, lo vemos en caricaturas y lo vemos en nuestras mentes abriendo el mar rojo, llevando al pueblo de Dios a la Tierra Prometida... ¡Ah! qué hombre decimos. Me imagino a este siervo del Señor peleando contra los amalecitas en el desierto y venciendo grandes batallas...

Nuestro héroe...

También pienso en Aaron. El Sumo Sacerdote. El representante de Dios para el pueblo y viceversa. Lo imagino con su pectoral, su lámina de oro en la frente, lo veo con el incensario en la mano defendiendo al pueblo de la matanza del Angel por el pecado de los idólatras... Lo veo quemando incienso en el Tabernáculo implorando el favor de Dios para el campamento...

Nos lo imaginamos con su ropaje de hilos de plata y de oro. Su elegancia, su abolengo y su distinción...

Pero...

¿Ya pensò en las esposas de estos grandes hombres? ¿Tenìan pues...? ¿De donde salieron entonces los hijos de Moisès sino de una madre que tuvo que haber sido su esposa? ¿De donde salieron los hijos de Aaròn sino de una mujer tambièn?

Muy pocas veces pensamos en esas mujeres que siempre estuvieron en su tienda atendiendo a los hijos, atendiendo la casa, ocupàndose de su responsabilidad y preparando la comida para cuando llegaran los esposos después de una jornada de camino por el desierto.

Esas mujeres que nadie conoce. Solo sabemos el nombre de una: Sèfora. Pero no sabemos nada de la esposa del Sacerdote Aaron. Desconocemos sus orígenes, su educación, su empeño en mantener la ropa limpia de sus esposos, su cuidado de la casa para que al llegar ellos seguramente encontraran un ambiente de descanso y tranquilidad...

Eso fue lo que pensó David años más adelante... Fue un episodio en el Torrente Besor. Después de una jornada difícil en donde se habían llevado cautivas a sus esposas, David y seiscientos hombres salen en busca de ellas, pero en el Torrente Besor doscientos de ellos, cansados y agotados, ya no pudieron seguir a la batalla. David los deja cuidando el bagaje... Cuando regresan, dice la Biblia, unos malvados no querían compartir con ellos el botín ni darles parte de las ganancias "solo porque no habían ido a pelear con ellos...". David, haciendo justicia a su cansancio y agotamiento además de haberse quedado cuidando el campamento, les regaña y les dice que es justo que ellos también reciban su paga...

Eso debe haber hecho Dios con las esposas de nuestros héroes... No se conocen sus hechos pero sin duda recibieron su parte del botín celestial por el solo hecho de haberse quedado cuidando la casa, los hijos, los gastos, la comida, la limpieza mientras sus hombres salieron a batallar al mundo...

Qué lástima que muchos pastores y hombres no reconozcan el trabajo de sus esposas que mientras ellos brillan en la radio, la televisión, el púlpito y los círculos sociales, ellas están en el anonimato cuidando el bagaje... Por eso que sirva este escrito para darles el ánimo que se merecen y decirles que sigan adelante... El Verdadero Rey del Universo les darà su recompensa...


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