RAQUEL...

Bueno, es cierto, la Biblia nos dice a los hombres casados que debemos ser los proveedores del hogar. Además somos la cabeza del cuerpo que es la esposa. Y si por si no bastara eso, nos han nombrado Sacerdotes del hogar. Representantes de Cristo ante la esposa y la familia. Y, por sobre todo, defensores de nuestra casa. Los guardianes del hogar. Los que debemos cerrar el portón antes de irnos a la cama. Los que debemos levantarnos de madrugada a encender el fuego del altar para que no se apague la llama. Los que debemos responder las preguntas de nuestra esposa sobre cuestiones que no entiendan sobre la Palabra.  Los que debemos modelar para nuestros hijos y que ellos sean como Jesús a través de nosotros los hombres.

¡Son muchos papeles! ¿No les parecen hombres?

Pero Dios no se equivoca. No fuimos hechos solo para el sexo. Fuimos creados para cuidar el jardín y mantener la Presencia de Dios en él. Para que lo labremos y extendamos sus cercos a otros lugares... Para que cumplamos todo lo que he escrito arriba  y un poco más...

En fin, fuimos hechos para cumplir muchos roles en la vida de la mujer... Excepto uno: Ser dioses para ellas... Y aquí es donde los matrimonios han fallado. Especialmente los matrimonios cristianos. A falta de una buena enseñanza bíblica sobre el rol del hombre y el Papel de Dios nos hemos simbiotizado y hemos permitido que las esposas dependan en todo de sus esposos y los están ahogando o ya los ahogaron y algunos hasta ya se fueron de la casa porque no los dejaban respirar... Otros, tristemente, prefieren llegar cuando ya la esposa está durmiendo...

Porque ellas se tomaron muy en serio la creencia que sus esposos son sus sustentadores...

Ese fue el error de Raquel la esposa de Jacob. Èl la amaba. Dio catorce años de su vida por ella. Trabajó gratis y se entregó en cuerpo y alma a cumplir su promesa de sacarla de su casa y vivir con ella hasta que la muerte los separara. Ella fue el aire que él respiraba. Fue la luz de sus ojos. Fue el estanque en donde su corazón reposaba de amor y ternura. Ella fue su razón de vivir. A ella le dio todo lo que podía...

Excepto un hijo.

Y aquí fue donde ella se equivocó... Señoras: No somos dioses. Podemos hacer muchas cosas por ustedes pero hay algo que no podemos hacer. Son las cosas que solo Dios puede hacer. Y engendrar muchas cosas que ustedes desean no lo pueden hacer sus esposos. No los ahoguen, por favor. No los desesperen queriendo obligarlos a hacer por ustedes lo que solo Dios se ha reservado para Èl... Los milagros. Ustedes son amadas, respetadas, honradas y otras linduras más... pero hay cosas que su esposo no está en la capacidad de darle: Llenar su corazón. Su alma. Su espíritu. Y quizá también su maternidad...

Mi esposa lo ha enseñado magistralmente en su Ministerio Ana. Ella le ha compartido a las mujeres que nosotros los hombres, por más que las amemos no podemos ocupar el lugar de Dios. ¿"Acaso soy Dios?" fue la respuesta desesperada de Jacob ante la insistencia de Raquel de exigirle un hijo. Al fin Raquel lo entendió y nacieron José y Benjamín...

Fue lo mismo que le dijo Elcana a Ana cuando se pasaba el tiempo llorando... por un hijo. "¿No te basta con que te ame, Ana? Lo que me pides solo Dios puede dártelo..." Y Ana lo entendió. Se lo pidió a Dios y nació Samuel...

Piènsenlo damas... Serán más felices y sus esposos las amarán mucho más...

Comentarios

  1. Querido pastor: Cuando llegue a vision de fe yo miraba a mi esposo como un dios pero con sus enseñanzas he aprendido que no dependo de mi esposo si no de DIOS.F.Nora Siguenza

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