LA DEVALUACION...
Yo no sabía esto de la devaluación hasta que me enseñaron que si yo compro un vehículo nuevo, de fábrica, al nomas salir de la agencia y si quiero regresarlo ya perdió parte de su valor... Se devaluó. Y entonces entendí algo muy importante: Se devalúan las cosas caras. Aún las casas, si ponen enfrente de la suya un bar, tenga por seguro que su casa se devaluará...
Y esta palabra me viene a la mente para escribir esto porque de cuando en cuando recibo en mi bandeja de entrada de correos invitaciones para aceptar "amigos" que quieren que me una a sus enlaces... Lindekin, Facebook, Twitter y otros me invitan a que me una a su lista de amistades...
Eso me dice algo... La amistad también se ha devaluado. Se ha devaluado al extremo que muchos cuentan a sus "amigos" por miles. Sus seguidores son otros miles y quienes comparten sus intimidades abundan en sus listados. Y no hablo de famosos, no, estoy hablando de Juan, Pedro, Luis y otras personas comunes y corrientes. Como yo... Si me descuido y colaboro con la depreciación de la amistad...
Quienes mi invitan a ser su "amigo" son personas que nunca he visto físicamente. No se quienes son y qué hacen... Apenas los conozco. Si su lista sugiriera simplemente relación de conocidos, no tendría problema en aceptar. Pero si los llamo amigos, ¿qué palabra debería utilizar para aquellos que quiero más que a mis parientes?
Ya no soy un jovencito, he vivido muchas cosas en mi vida. Hubo momentos en los que disfruté grandes logros. En ellos aprendí la verdad de la observación de Oscar Wilde de que “hace falta una muy buena naturaleza para simpatizar con el éxito de un amigo”, sólo los amigos verdaderos compartieron mi alegría. Otros me dejaron en el mejor momento en que tuvieron la preciosa oportunidad de demostrarme su amistad. No eran mis amigos. Solo conocidos... y de vista, además.
Hoy estoy pasando por un tiempo de crecimiento. Física, espiritual y emocionalmente. Los conocidos me dicen todas las cosas correctas, me desean el bien, y sé que son sinceros. Pero además tengo amigos que no sólo se preocupan por mis preocupaciones, sino que también las comparten conmigo. Y esto hace la diferencia. Saben quién soy y qué necesito de ellos y ellos de mi.
Lo que sé hoy es que cada amigo real es un milagro. Los milagros tienen que ser atesorados, y no deben ser esperados como algo dado, como si tuviéramos automáticamente derecho a ellos. Los "amigos" en Facebook pueden ser cientos, pero no son los que realmente cuentan. Mi lista es mucho más corta, pero es, por lejos, más significativa.
Y una cosa más. Le agradezco a Dios por cada amigo real, porque comprendo que tener incluso uno ha hecho que mi vida esté llena de bendición...
Así que gracias al Señor, como diría Pablo, porque creo que tengo varios amigos: Jesucristo, el Principal y algunos de ustedes que me leen...
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