LOS QUE ESCUPEN...

En sicologìa hay un principio: No es tan valioso lo que se dice como lo que no se dice... Y en la Biblia hay cosas que no se dicen pero que allì están, esperando que alguien las escudriñe para encontrar las Perlas escondidas...

Uno de esos detalles que no se dicen se lo voy a contar... Pòngame atención, es posible que le ayude a comprender un poco màs la conducta humana...

El Hombre està atado de manos. Sentado en un rùstico banco en medio de una chusma enardecida pidiendo la pena de muerte. Lo estàn insultando y se estàn burlando de Èl... Para ellos es un delincuente. Un delincuente que no es delincuente... Mientras andaba libre por las calles, lo ùnico que hizo fue darle vista a los ciegos, sanar leprosos, resucitar muertos y darle libertad a los cautivos... Ese fue su delito. Se esperaba entonces que los sanados, libertados y demàs personas que recibieron algùn beneficio de ese reo, se manifestaran pidiendo su libertad en agradecimiento a lo que recibieron. Indudablemente, entre la chusma hubo gente que recibìo algùn favor del Hombre al que estàn injuriando. Pienso en Malco, el consejero del Sumo Sacerdote...

Los sacerdotes, con sus ropas elegantes, su parafernalia de oro y ropajes púrpura, sus diademas con la lectura "Santidad a Jehovà", se paseaban orgullosos entre los soldados romanos y guardias del Templo que están haciendo escarnio del prisionero. Ellos son los primeros en tomar acción. Sus burlas e insultos enardecen aùn màs el ambiente carnavalezco del momento mientras el Inocente no dice palabras de defensa... Deja que ese momento de tinieblas crea que han ganado la batalla... Como cordero, mudo, no hablò nada... Nada...

De pronto, cuando los ànimos estaban encendidos de pasión carnal, nos cuenta Mateo 26:67: "Entonces empezaron a escupirle en el Rostro..." ¿Quienes lo hicieron?  Los religiosos. Los que se vestìan de ropas elegantes para servir en el Templo. Los que oficiaban los servicios en el Altar. Los que representaban al pueblo ante Dios y viceversa... Ellos fueron los primeros. Sus salivazos resbalaban sobre el Rostro del prisionero, y cuando los demàs vieron las babas resbalando por sus mejillas y colgando de su barbilla empezaron a imitarlos y tambièn ellos se animalizaron de tal manera que se acercaban a la Cara del inocente y le escupían sus porquerìas en sus mejillas...

Los que debieron dar gracias, ellos mismos fueron los que lo escupieron...

Hablo de Jesùs a quien los religiosos y fariseos, los cuidadores de la moral, los que cuidaban que el populacho no violara los mandamientos de la Ley de Dios, los que decìan que habìa que amar al pròjimo era un deber de los hijos de Dios, ellos, los que decìan que no se debìa hacer, hacían... Los que exigían que el pueblo orara ellos no oraban, los que decìan que no se debìa adulterar adulteraban... Igual que hoy.

Yo no soy Jesùs pero tambièn he sufrido algunos escupitajos de gente que estuvo a mi alrededor y recibieron màs de algùn favor de nuestra parte. Recibieron milagros en sus hijos cuando nacieron, recibieron regalos cuando empezaron sus matrimonios, recibieron favores cuando se les puso a predicar en la PNC pero cuando se sintieron seguros nos dejaron con el corazòn escupido. No son los de afuera los que nos escupen, son los de adentro... Los que estaban en el patio con Jesùs. Y, agàrrese fuerte: A usted tambièn los escupirán los que estàn dentro de su vida, de su corazòn y de su casa...

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