EL CERDO Y... ALGUNOS DE NOSOTROS.

El tìtulo podrà parecer ofensivo a màs de alguno de mis lectores. Pero tengo que correr el riesgo de ser criticado y hasta insultado por mi forma de expresar este parangòn entre el cerdo y algunos de nosotros -incluyendome yo mismo-, por la conducta que mostramos públicamente...

Porque no es un secreto que fisiològicamente hablando, el ùnico animal que tiene màs similitudes en cuestiones de òrganos internos parecido al hombre es el cerdo.  Ya la ciencia lo està confirmando. Su hìgado es un buen sustituto para aquellos que necesitan un trasplante. El riñòn de este animal es otro òrgano que sirve para mantener con vida a una persona por un buen tiempo. La insulina que se extrae de su páncreas ha salvado la vida de muchos diabéticos. Su piel es excelente para aquellos que han necesitado injertos a causa de quemaduras de tercer grado... Asì que estoy tratando de no ofender  la susceptibilidad de nadie, espero, al escribir este articulo... El cerdo tiene algo que lo hace defendible...

Pero...

Bìblicamente hablando, el cerdo es un animal inmundo. Y es inmundo no solo por su forma de vivir en la inmundicia, sino especialmente, segùn la Opiniòn de Dios, de que es un hipòcrita de primera clase...

El cerdo es el ùnico animal que nos muestra una fachada de que es sincero y franco. Cuando lo vemos andar, notamos que no le gusta enlodarse las patas. Estira su pie hacia adelante para presentar sus credenciales de limpieza y hacernos creer que no le gusta la suciedad, mientras la realidad de su conducta es totalmente diferente. Le encanta el lodo, lo sucio y lo asqueroso...

La hipocresìa implìcita en el deseo del cerdo de engañarnos es la que explica por què se ha ganado la distinciòn de ser considerado el animal màs repulsivo de toda la catergorìa de animales de su especie... Y la Biblia lo sabe muy bien. Por algo es la Palabra de Dios.

Y aquì es donde entramos nosotros: Nos gusta aparentar que no nos agrada lo sucio. Nos gusta mostrar nuestros caracteres y modales finos y educados cuando estamos en publico.  Somos capaces de renunciar a comernos un plato de deliciosa carne asada cuando se ha parado una mosca en ella, pero somos altamente repulsivos para ver pornografía.  Como el cerdo, nos agrada meter nuestras narices en el fango del chisme, la crìtica y en las vidas de los otros. Somos capaces de fingir un lenguaje limpio en la Iglesia, pero al salir de sus cuatro paredes nuestros labios sueltan el lenguaje màs profano que nos podemos imaginar. Los ojos se nos llenan de lujuria de lunes a sàbado pero el domingo solo tenemos ojos "para Dios"... Durante la semana nos enlodamos hasta el sùmmun nuestros pies pero el domingo hacemos creer que hemos andado de puntillas sobre las tentaciones del mundo y de nuestra propia naturaleza...

¿No serà por eso que Jesùs le lavò los pies a sus discìpulos aquella famosa noche...?

¿No serà que Jesùs conoce a la perfecciòn nuestra semejanza con ese animal? No estoy siendo legalista con el cerdo. Solamente estoy haciendo una reflexión sobre su naturaleza y la nuestra... Por lo demàs, si a usted le gustan los chicharrones, el jamón y unas buenas lonjas de beacon bien fritas, es asunto suyo. Pero en lo personal prefiero obedecer a la Palabra de Dios que me dice que no debo ser caníbal, que no coma a la criatura màs parecida a mì... O, corrijo: Yo me parezco a ella...












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