CORAZONES SIN TECHO...
Un poeta escribiò:
"Hay gente que tiene comida pero siempre tiene hambre en el alma,
estàn rodeados de todos pero se sienten vacíos,
tienen un hogar pero se sienten sin techo,
tienen familia pero no se sienten conectados...
tienen un montòn de amistades pero no amigos verdaderos...
yo los llamo -dice el autor- como los que tienen corazòn sin techo..."
Ayer escribì un artìculo sobre los que viven bajo los puentes y son màs felices que los que vivimos en casas. Ellos, a diferencia de nosotros, no necesitan tanto para vivir.
Tienen compañeros que les comparten su comida. Tienen compañeros que les consuelan cuando lloran. Tienen manos amigas que les levantan cuando caen. Tienen compañeros que oran por ellos cuando enferman.
No estoy glorificando la pobreza. Tampoco estoy haciendo una apología de los que no buscan progresar. Progresar es bueno y necesario. Es parte del sueño humano escalar posiciones y tener lo suficiente para vivir bien. Salir de la mediocridad es una de mis metas. Salir del montón, de no ser engullido por las masas que luchan por tenerme aprisionado en sus marcos. Pero debo tener cuidado que esa bùsqueda del bienestar no me aparte de ser humano. Dèbil. Necesitado de un abrazo. De tener alguien que me escuche cuando necesito hablar.
Estoy convencido que el lugar màs triste de la tierra no es una cantina ni un lugar donde se consume droga o pornografía. No. Esos lugares son tenebrosos, pero el lugar màs triste de la tierra es el cementerio. Porque es allì donde estàn enterrados muchos sueños. Muchos proyectos que no se realizaron. Muchas canciones que no se cantaron. Muchas alabanzas que no se dijeron. Muchos hijos que no se engendraron... Muchos tìtulos que no se ganaron...
Fueron corazones sin techo. No fueron cobijados o, perdòn, no se dejaron cobijar. Huyeron de quienes trataron de ayudarles a mejorar su autoestima y se quedaron con sus raìces de amargura y soledad. Pasan por esta vida viviendo en sus castillos de naipes y cuando èste se derrumbó, no quedò nada de donde agarrarse... Caen inevitablemente en su mismo estado en el que vivieron toda su vida. Fueron matrimonios solitarios. Esposas sin sueños. Esposos sin esperanza. Hijos prisioneros de sus juegos electrónicos.
Juanes bautistas que no disfrutaron un helado de fresa porque creyeron que todo era pecado. Como Juan el bautista nunca disfrutò un dìa de sol en la playa del Jordàn porque siempre tenìa que trabajar, siempre tenìa que bautizar para el Reino de Dios mientras su reino interior se secaba, se convertìa en un yermo estèril de gozo y alegría... Usted sabe: terminò sin cabeza... y sin haber brindado una sonrisa... Corazones sin techo. Viviendo bajo las estrellas, es cierto, pero como Juan, no tuvo a su lado a nadie que lo consolara cuando el hacha del verdugo hizo su fùnebre trabajo de decapitarlo...
No olvidemos: Solo ha habido un Moisès. Solo un Elìas. Solo un Juan bautista. Solo un Jesùs... Los demás debemos disfrutar lo que dijo Jesùs: "Yo he venido para que tengan vida y vida abundante..."
"Hay gente que tiene comida pero siempre tiene hambre en el alma,
estàn rodeados de todos pero se sienten vacíos,
tienen un hogar pero se sienten sin techo,
tienen familia pero no se sienten conectados...
tienen un montòn de amistades pero no amigos verdaderos...
yo los llamo -dice el autor- como los que tienen corazòn sin techo..."
Ayer escribì un artìculo sobre los que viven bajo los puentes y son màs felices que los que vivimos en casas. Ellos, a diferencia de nosotros, no necesitan tanto para vivir.
Tienen compañeros que les comparten su comida. Tienen compañeros que les consuelan cuando lloran. Tienen manos amigas que les levantan cuando caen. Tienen compañeros que oran por ellos cuando enferman.
No estoy glorificando la pobreza. Tampoco estoy haciendo una apología de los que no buscan progresar. Progresar es bueno y necesario. Es parte del sueño humano escalar posiciones y tener lo suficiente para vivir bien. Salir de la mediocridad es una de mis metas. Salir del montón, de no ser engullido por las masas que luchan por tenerme aprisionado en sus marcos. Pero debo tener cuidado que esa bùsqueda del bienestar no me aparte de ser humano. Dèbil. Necesitado de un abrazo. De tener alguien que me escuche cuando necesito hablar.
Estoy convencido que el lugar màs triste de la tierra no es una cantina ni un lugar donde se consume droga o pornografía. No. Esos lugares son tenebrosos, pero el lugar màs triste de la tierra es el cementerio. Porque es allì donde estàn enterrados muchos sueños. Muchos proyectos que no se realizaron. Muchas canciones que no se cantaron. Muchas alabanzas que no se dijeron. Muchos hijos que no se engendraron... Muchos tìtulos que no se ganaron...
Fueron corazones sin techo. No fueron cobijados o, perdòn, no se dejaron cobijar. Huyeron de quienes trataron de ayudarles a mejorar su autoestima y se quedaron con sus raìces de amargura y soledad. Pasan por esta vida viviendo en sus castillos de naipes y cuando èste se derrumbó, no quedò nada de donde agarrarse... Caen inevitablemente en su mismo estado en el que vivieron toda su vida. Fueron matrimonios solitarios. Esposas sin sueños. Esposos sin esperanza. Hijos prisioneros de sus juegos electrónicos.
Juanes bautistas que no disfrutaron un helado de fresa porque creyeron que todo era pecado. Como Juan el bautista nunca disfrutò un dìa de sol en la playa del Jordàn porque siempre tenìa que trabajar, siempre tenìa que bautizar para el Reino de Dios mientras su reino interior se secaba, se convertìa en un yermo estèril de gozo y alegría... Usted sabe: terminò sin cabeza... y sin haber brindado una sonrisa... Corazones sin techo. Viviendo bajo las estrellas, es cierto, pero como Juan, no tuvo a su lado a nadie que lo consolara cuando el hacha del verdugo hizo su fùnebre trabajo de decapitarlo...
No olvidemos: Solo ha habido un Moisès. Solo un Elìas. Solo un Juan bautista. Solo un Jesùs... Los demás debemos disfrutar lo que dijo Jesùs: "Yo he venido para que tengan vida y vida abundante..."
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