LASHON HARÀ...

Es un hecho que a todos nos gusta ser reconocidos...

Es màs, cuando nos vayamos de este mundo queremos que nuestra presencia quede entre aquellos con quienes nos relacionamos. Eso no es pecado.

Pero hay dos formas de lograrlo. Una es haciendo cosas que impacten las vidas de los que nos rodean. Buenas obras. Favores a tiempo. Sostener los estudios de alguien. Proveer cariño y cuidado a otros. Respetarlos y hacerles sentir bien. Muchas cosas màs.

La otra es... lo que los judíos llaman Lashòn Harà. Hablar mal de los demàs.

Y creo que la mayorìa de las personas no queremos usar la opciòn dos... Sin embargo lo hacemos. Sin darnos cuenta nos paramos sobre los hombros de los demàs para que nos vean a nosotros. Para que nos conozcan. Para que pongan sus miradas sobre nosotros y sientan cierta admiraciòn por nuestras vidas...

Pero eso es pecado. El pecado no es querer ser conocidos. El pecado es el método que usamos para lograrlo. Hablar mal de los demàs para sobresalir nosotros es bajo e inhumano. Es una canallada dejar a otros tirados en la banqueta del fango mientras nosotros salimos "airosos" ante los demàs.

A Dios no le importa quien es usted o quien soy yo. A Èl lo que le interesa es que yo sea yo y nada màs. Por eso me dio el alto privilegio de valorarme a travès de la Sangre de su Hijo Jesùs. A Èl no le agrada que yo me mida con otros. Eso es sìntoma de baja autoestima y poco valor personal...

Sin embargo hay muchas personas que escogen este modelo para ser vistos. El rey Saùl, por ejemplo, tratò de mantenerse en el poder en el Israel antiguo a base de denigrar a David. Los enemigos de Daniel trataron de desprestigiarlo ante Faraón indicando que no obedecía sus òrdenes y lo llevaron al foso de los leones. A los amigos de Daniel los malinformaron para eliminarlos en el horno de fuego solo porque se negaron a adorar la estatua de Nabucodonosor...

Pero Dios levantò a todos estos seres humanos que fueron vilipendiados y humilló a sus atacantes. El lashòn harà que ellos practicaron se volviò contra ellos mismos. Si no lo cree, lea la historia de Mardoqueo el judío en el libro de Esther...

En nuestros dìas hablar mal de los demàs es un arma que utilizan no solo los politicos sino tambièn los matrimonios. Hay hombres que despuès de una aventura extramatrimonial se justifican hablando mal de la mujer que llevaron a la cama para quedar ellos "limpios" ante la esposa o su familia. Pero se olvidan del axioma bìblico: No hay nada oculto que no haya de ser manifestado. La verdad siempre saldrá a luz y la verguenza serà mayor. El desastre està a la puerta...

Hoy es un buen dìa para empezar a educar nuestras lenguas. Pastores, matrimonios, lìderes, polìticos, todos debemos cuidar de no hablar lashòn harà, mal de los demàs porque ese bumerang un dìa se volverà contra nosotros mismos... Y, lo que es peor... A Dios no le gusta. Punto.

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