TORMENTAS...

Usted ha visto las fotos y las noticias. 

Tormentas, inundaciones. Las casas han sido tiradas abajo, los pasajes de algunas colonias se inundan y el agua se lleva una vida de recuerdos. Los periòdicos estàn llenos de esas noticias en estos tiempos de invierno... Cada año es lo mismo. Càrcavas que se abren de pronto. Colinas que se deshacen de la noche a la mañana. Tormentas que castigan a los màs pobres y desamparados... 

La gente se ha preguntado ¿qué pasará la próxima vez?.
Comencé a pensar en esto. 
Nosotros trabajamos sin descanso construyendo nuestros hogares. Los matrimonios y las relaciones implican mucho trabajo. Damos nuestros mejores años. Nos sacrificamos. Hacemos vista gorda de los errores. Abrimos nuestros corazones. Amamos más que lo que alguna vez pensamos que era posible. Hay veces en las que nos fatigamos, pero igual seguimos ahí.
Y luego, un día, hay un huracán. De alguna manera un viento extraño comienza a soplar. Las puertas se cierran con fuerza. Se intercambian palabras dolorosas. No reconocemos a la persona que está a nuestro lado. Después de la tormenta, un doloroso silencio se apodera de la situación. La culpa llena la casa. Los hijos se preguntan cuando acabarà esto. La niña està pensando en irse con el novio para huir de este pequeño infierno. El muchacho desea unirse a la clica del barrio para tener un poco de paz. El esposo no quiere regresar despuès de un dìa de trabajo y ella, la que màs sufre, piensa en que cometiò un error al haberle dicho "si" al hombre que ahora la golpea si no físicamente, sì emocionalmente...
¿Puede ser salvado este hogar?
¿Hay alguna manera en que podamos invertir algo para el amor antes de que ocurra un desastre? Esta es la pregunta que algunas parejas me hacen cuando piden consejerìa matrimonial. Llegan cuando el desastre es inminente. Cuando el nudo està tan cerrado que es difìcil encontrar el hilo que nos llevarà a la soluciòn...
Sin embargo siempre hay esperanza. Las tormentas no son para siempre. Si, son repentinas. Sì, duelen. Sì, lastiman y rompen los cristales de nuestro matrimonio... Pero Jesùs siempre està allì esperando que el agua nos llegue hasta el cuello para lanzarnos el salvavidas de su perdòn y su paciencia...
Si usted se ve retratado en este escrito, no pierda la fe en Jesùs. Èl es especialista en este tipo de trabajos. Busque un consejero cristiano que le sepa guiar en la bùsqueda de la soluciòn que la Palabra de Dios tiene para todas estas tormentas... Recuerde que Èl pasò una un viernes a las tres de la tarde. Y saliò victorioso. Lo mismo va a suceder con usted sea hombre o mujer... Solo crea.

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