¡AQUI ESTOY, PICHONCITO...!

Marlon Rivas es un miembro del grupo de la alabanza de nuestra congregaciòn. Cariñosamente se le conoce como "pajarito" y a su hijo Isaì le conocemos como "pichoncito". Uno de estos dìas me contò que lo llevò al pediatra para que le pusieran la vacuna que le correspondìa a su edad de año y medio...Se los contarè como èl me lo contò...

Su niño entrò confiado a la clìnica del pediatra y no sospechò lo que le esperaba. Por supuesto que su papà, Marlon, estaba a su lado todo el tiempo. Ni  pensar en dejarlo solo en aquel momento en que iba a sufrir un pinchazo que le iba a producir dolor. Es su hijo y lo ama.

Asì que imaginemos el proceso: La mano firme del mèdico preparando la inyecciòn. El niño, inocente a todo, distraìdo viendo la parafernalia de la clìnica. Su papà està a su lado asi que no hay problema. Todo està bajo control. El mèdico llena la jeringa con el lìquido que harà que el niño cree sus defensas para combatir enfermedades que en el futuro podrìan matarlo. La vacuna es para su bien. Serà su protecciòn futura...

Con indiferencia, el mèdico toma el algodòn para desinfectar la piel que està a punto de pinchar. Toma una porciòn de la pierna y ¡zas! mete sin misericordia aunque con cuidado la aguja que penetra la piel del niño... èste, lògicamente, al sentir el pinchazo pega el grito consabido y busca desesperadamente los ojos de Marlon. En su mirada llena de làgrimas parece preguntar... Papi, ¿por què estas permitiendo que me provoquen este dolor?. Papi, ¿no te das cuenta que este doctor me està haciendo sufrir?. Papà, ¡defièndeme...!

Marlon, entre risas y bromas me contò que cuando èl vio a su pequeño sufriendo el pinchazo y sus ojitos llenos de làgrimas a èl tambièn le brotaron làgrimas de compasiòn por su niño que estaba sufriendo la molestia de la aguja penetrando su cuerpecito... El niño sintiò dolor. Sintiò que algo le estaba rasgando su piel. Y dolìa, claro que sì... Pero allì estaba su padre, sabiendo que ese dolor pasarìa pero el efecto serà beneficioso para màs adelante. Seguramente serà inmunizado contra enfermedades mortales. Marlon quiere que su hijo viva sano y vigoroso. Para eso hay que ponerle vacunas. Y pichoncito sabìa que a su lado estaba su papà... Aunque dolìa la aguja, su papà estaba allì...

¿No le parece que lo mismo hace Dios con nosotros? Èl està siempre a nuestro lado observando como las agujas de la aflicciòn penetran nuestro ser. Èl està allì con nosotros viendo como las piedras pulen nuestro caràcter, como el dolor de una traiciòn nos enseña a escondernos en Èl, observando cuando nos insultan y nos ultrajan, cuando nos roban y nos mienten, nos defraudan y nos dejan tirados a la vera del camino, vulnerables en las manos del Dolor... El Señor sabe que duele pero tambièn lo permite porque serà para nuestro bien. Èl ya pasò por todo eso y mucho màs... Por eso Èl prometiò que estarìa con nosotros todos los dìas, incluyendo los dìas de inyecciòn. Los dìas de clìnicas donde el doctor no mide la fuerza de sus palabras al decirnos que el càncer es mortal y que quedan dìas de vida...

Asì como Marlon estuvo al lado de su pequeño, y no podìa evitar el dolor que le causaba la aguja, asì Dios està a nuestro lado cuando transitamos por el valle de sombra y de muerte... No temamos entonces. Èl lo prometiò y lo ha cumplido y lo volverà a cumplir...

El pichoncito no lo sabe, pero las vacunas son para hacerlo fuerte ante las amenazas que encontrarà en su camino a la adultez y para  preservarlo de la muerte...


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