ARREGLANDO LA CASA...
Jesùs està en la cruz. Ha sufrido muchìsimo las ùltimas nueve horas. Està allì desde la mañana y le queda poco tiempo de vida sobre la tierra. Muy pronto se irà a reunir con el Padre para presentarle el Sacrificio Perfecto. El Cordero de Dios inmolado...
Pero no se puede ir hasta que cumpla un deber...
Dejar arreglado el asunto de su mamà. La mujer que lo amamantò. La mujer que estuvo con èl en sus momentos de niño. Cuando necesitò que le limpiaran la nariz, cuando necesitò que le cambiaran pañales, cuando necesitò una mano tierna que le diera sus alimentos... cuando necesitò a una madre que le lavara la ropa y le planchara sus tùnicas...
Era Marìa. Su madre. Y, como toda buena madre, aún en el suplicio no abandona a su hijo. Està cerca de la cruz vièndolo sufrir y ella derramando sus lágrimas de dolor e impotencia. Hasta allì ya no puede ella llegar. Hay momentos en que nadie puede hacer nada por nosotros, ni aún la mujer que màs nos ama...
La hora se acerca y Jesùs deja ordenada su casa... Posa sus ojos sobre dos personas y exclama sus hermosas palabras... "26 Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien El amaba que estaba allí cerca, dijo a su madre: ¡Mujer, he ahí tu hijo!27 Después dijo al discípulo: ¡He ahí tu madre!" (Juan 19)
¿En donde estaban sus otros hermanos? ¿O sus hermanas? No lo sabemos y la Biblia tampoco lo dice. Lo màs seguro es que hayan estado escondidos en algún lugar, dejando solo a su hermano mayor. Allì que mamà vea què hace, nosotros nos vamos... Como muchas historias que se repiten hoy en dìa... Pero eso serà tema para otra ocasión. Hoy quiero enfocarme en lo que hizo Jesùs antes de irse...
Es lo mismo que debemos hacer nosotros al salir de casa... "Chicos... respetan a su mamà. Le obedecen. No me le vayan a hacer ninguna malcriadeza porque al regresar se arreglan conmigo..." ¿verdad, querido esposo que eso hace usted todos los dìas al "irse" al trabajo? Deja recomendada a su esposa...
La mujer que cuando usted se ha enfermado le ha limpiado la nariz. La que no importa la hora en que usted llega, ella se levanta a calentarle la cena, a hacerle el tè de limón cuando llega la gripe, la que le calienta la sopa cuando usted se indispone, la que le lava y plancha la camisa que tanto le gusta, la ùnica que ha estado con usted creyendo su palabra cuando todos han dudado y le han puesto en el cadalso... La que multiplica el gasto cuando el cheque sale pequeño, la que ha puesto la cara en el colegio cuando los hijos se portan mal y usted se esconde en la oficina pretextando que no tiene tiempo de ir... Esa mujer que aunque acaba de salir del hospital donde ha dado a luz a otro hijo, se levanta a pesar del dolor y le prepara la toalla para su baño...
Marías que no importa el què diràn... siempre estàn allì. Lo defiende ante sus suegros que sospechan que la trata mal: "No sean ingratos padres, si èl me ama..." Lo defiende antes sus hijos que ven su mal trato: "No lo juzguen, muchachos, es su padre..."
Entonces... ¿què hace usted, caballero antes de salir de casa? ¿Acaricia al perro, besa a la niña y a la ùnica que lo esperará despierta, apenas le dice... ¡Salù!?
Pero no se puede ir hasta que cumpla un deber...
Dejar arreglado el asunto de su mamà. La mujer que lo amamantò. La mujer que estuvo con èl en sus momentos de niño. Cuando necesitò que le limpiaran la nariz, cuando necesitò que le cambiaran pañales, cuando necesitò una mano tierna que le diera sus alimentos... cuando necesitò a una madre que le lavara la ropa y le planchara sus tùnicas...
Era Marìa. Su madre. Y, como toda buena madre, aún en el suplicio no abandona a su hijo. Està cerca de la cruz vièndolo sufrir y ella derramando sus lágrimas de dolor e impotencia. Hasta allì ya no puede ella llegar. Hay momentos en que nadie puede hacer nada por nosotros, ni aún la mujer que màs nos ama...
La hora se acerca y Jesùs deja ordenada su casa... Posa sus ojos sobre dos personas y exclama sus hermosas palabras... "26 Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien El amaba que estaba allí cerca, dijo a su madre: ¡Mujer, he ahí tu hijo!27 Después dijo al discípulo: ¡He ahí tu madre!" (Juan 19)
¿En donde estaban sus otros hermanos? ¿O sus hermanas? No lo sabemos y la Biblia tampoco lo dice. Lo màs seguro es que hayan estado escondidos en algún lugar, dejando solo a su hermano mayor. Allì que mamà vea què hace, nosotros nos vamos... Como muchas historias que se repiten hoy en dìa... Pero eso serà tema para otra ocasión. Hoy quiero enfocarme en lo que hizo Jesùs antes de irse...
Es lo mismo que debemos hacer nosotros al salir de casa... "Chicos... respetan a su mamà. Le obedecen. No me le vayan a hacer ninguna malcriadeza porque al regresar se arreglan conmigo..." ¿verdad, querido esposo que eso hace usted todos los dìas al "irse" al trabajo? Deja recomendada a su esposa...
La mujer que cuando usted se ha enfermado le ha limpiado la nariz. La que no importa la hora en que usted llega, ella se levanta a calentarle la cena, a hacerle el tè de limón cuando llega la gripe, la que le calienta la sopa cuando usted se indispone, la que le lava y plancha la camisa que tanto le gusta, la ùnica que ha estado con usted creyendo su palabra cuando todos han dudado y le han puesto en el cadalso... La que multiplica el gasto cuando el cheque sale pequeño, la que ha puesto la cara en el colegio cuando los hijos se portan mal y usted se esconde en la oficina pretextando que no tiene tiempo de ir... Esa mujer que aunque acaba de salir del hospital donde ha dado a luz a otro hijo, se levanta a pesar del dolor y le prepara la toalla para su baño...
Marías que no importa el què diràn... siempre estàn allì. Lo defiende ante sus suegros que sospechan que la trata mal: "No sean ingratos padres, si èl me ama..." Lo defiende antes sus hijos que ven su mal trato: "No lo juzguen, muchachos, es su padre..."
Entonces... ¿què hace usted, caballero antes de salir de casa? ¿Acaricia al perro, besa a la niña y a la ùnica que lo esperará despierta, apenas le dice... ¡Salù!?
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