COMPASIÒN...

Usted está cansado. Ha predicado con todas sus energías y lo que quiere, despuès de cerrar el mensaje, es irse a casa, ponerse sus pantuflas y, despuès de un suculento almuerzo, darse una siesta... Usted está agotado. Y necesita descansar...

Muy lógico  Muy humano. Muy pastoral... Pero de pronto, bajando del púlpito  una hermana de su congregación le pide unos minutos para hablar con usted. De mala gana usted le dice que hable, pero en su fuero interior usted está pensando "que se apure, por Dios, que necesito irme a casa..." La atiende aun de mala gana. Claro, hay que tratar de ser amable con la gente que sostiene la obra...

Eso fue lo que sucedió con Jesùs, solo que de una manera diferente. Mateo 14:14 nos dice que..."cuando Jesùs desembarcó y vio a tanta gente, tuvo compasiòn de ellos y sanò a los que estaban enfermos".  Veamos: Jesùs ha pasado un dìa duro. La gente no lo ha dejado ni comer. Así que le dice a sus discípulos que se suban a la barca con èl para pasar al "otro lado" a descansar. Necesita, como usted y como yo, de un merecido descanso... Pero ¿què sucede al "otro lado"? Cuando la gente se da cuenta hacia donde se dirige, corren por la orilla del lago y se le adelantan. Lo esperan en la playa. Jesùs baja y se da cuenta de algo... La gente lo necesita. El descanso tendrá que esperar. La siesta se hará más tarde, si hay tiempo. El almuerzo lo vamos a recalentar. Las pantuflas tendrán que esperar...

¿Què hizo que Jesùs cambiara de planes? El mismo Mateo nos lo dice: Tuvo compasiòn...

Y eso es precisamente lo que Jesùs tiene aún con nosotros. Compasiòn. En su estricto sentido, esta palabra está asociada, según el griego, con el estudio de las vísceras  Dicho en otras palabras, el estudio de la entrañas... Así que Jesùs está sintiendo en èl mismo...

El cojear del lisiado. El dolor del enfermo. La soledad del leproso. La vergüenza del pecador. El desconsuelo de la divorciada. La necesidad de la viuda. La suciedad del gadareno. La humillación del orgulloso... Y una vez que sintió sus dolores, no pudo evitar sanar sus heridas. Sintió tanto el dolor ajeno que se olvidó de su propio dolor...

Jesùs, cuando vio a la gente, inmediatamente sintió compasiòn. Eso es lo que nos cuesta sentir a nosotros. Nos cuesta internalizar el dolor ajeno. Nos es difícil entender las actitudes de los otros cuando nos piden unos minutos. Cuando en sus ojos vemos una súplica para que les atendamos... Y salimos corriendo a ponernos las pantuflas...

Pero, como dijo Pablo: ¡Gracias doy por Jesucristo!... Èl sì sabe tener compasiòn de usted y de mì...

Así que confiemos. Aunque èl se pueda sentir "cansado", siempre tendrá tiempo para nosotros...

¿No es maravilloso? Feliz dìa entonces.

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