LAS MONTAÑAS...
Las montañas son impresionantes.
Por ejemplo el Everest, el monte más alto de la tierra es un atractivo para mucha gente que desea vencerlo. Incluso muchos han dejado su vida sepultada entre las nieves que lo cubren. Pero aún habrá otros que tratarán de vencerlo...
Estar en la cima es delicioso. Especialmente cuando llegar a la cima ha costado tanto esfuerzo, lágrimas dolor y sacrificio...
Hay cimas que no son de montañas precisamente. Está la cima del placer. La cima del dinero. La montaña del sexo y el hedonismo. Son montañas de las cuales mucha gente no quiere bajar. Les gusta el mareo que produce estar allà arriba, siendo admirados y envidiados por el resto de mortales que està en la base.
Pero todo lo que sube tiene que bajar. Es la ley de la vida. La ley del pèndulo.
Claro, las cimas de las montañas son maravillosas, pero, repito, un dìa tenemos que bajar...
Jesùs y sus tres discìpulos màs cecanos estaban en el monte de la transfiguraciòn donde Jesùs revelò su gloria e interactuò brevemente con dos gigantes de la època del Antiguo Testamento: Moisès y Elìas...
Pedro, Santiago y Juan escucharon a Dios Padre afirmar que Jesùs era su Hijo. Pero ellos tuvieron que dejar esa experiencia espiritual sublime y regresar a las multitudes y enfrentar las complicaciones de la vida que prueban nuestra fe...
El domingo estamos en fiesta. Las alabanzas, la koinonìa y la algarabìa del culto nos hacen olvidar a donde pertenecemos. El lunes hay que bajar de esa cima de gloria y volver a caminar entre la realidad de la pobreza de la gente que nos rodea (nosotros no somos pobres), tenemos que bajar de esa cùspide de la Presencia Divina y el martes continuar con nuestro peregrinar entre los recibos que hay que cancelar, visitas que aceptar, problemas que resolver y demonios que enfrentar...
Los discìpulos no querìan bajar de la cima de Gloria. Escuchemos a Pedro: "Señor, hagamos tres enramadas..." Pedro pensò quedarse para siempre allì. Escuchando al Padre, experimentando la transfiguraciòn de Jesùs y viendo en persona a los dos gigantes de la fe...
Pero Jesùs lo vuelve a la realidad: Hay gente que atender. Hay enfermos que sanar. Hay heridos que restaurar. Abajo, Pedro, hay un padre que necesita sanidad para su hijo. Hay una mujer con flujo de sangre que necesita ser curada. Hay un principal de la sinagoga en angustia porque su hijita està enferma... Hay que bajar. Hay que salir a la calle. Hay que dejar el templo. Hay que dejar la mùsica y empezar a alabar con la mùsica del alma...
Hay gentes que te necesitan este dìa. Bajemos y seamos útiles a alguien...
Por ejemplo el Everest, el monte más alto de la tierra es un atractivo para mucha gente que desea vencerlo. Incluso muchos han dejado su vida sepultada entre las nieves que lo cubren. Pero aún habrá otros que tratarán de vencerlo...
Estar en la cima es delicioso. Especialmente cuando llegar a la cima ha costado tanto esfuerzo, lágrimas dolor y sacrificio...
Hay cimas que no son de montañas precisamente. Está la cima del placer. La cima del dinero. La montaña del sexo y el hedonismo. Son montañas de las cuales mucha gente no quiere bajar. Les gusta el mareo que produce estar allà arriba, siendo admirados y envidiados por el resto de mortales que està en la base.
Pero todo lo que sube tiene que bajar. Es la ley de la vida. La ley del pèndulo.
Claro, las cimas de las montañas son maravillosas, pero, repito, un dìa tenemos que bajar...
Jesùs y sus tres discìpulos màs cecanos estaban en el monte de la transfiguraciòn donde Jesùs revelò su gloria e interactuò brevemente con dos gigantes de la època del Antiguo Testamento: Moisès y Elìas...
Pedro, Santiago y Juan escucharon a Dios Padre afirmar que Jesùs era su Hijo. Pero ellos tuvieron que dejar esa experiencia espiritual sublime y regresar a las multitudes y enfrentar las complicaciones de la vida que prueban nuestra fe...
El domingo estamos en fiesta. Las alabanzas, la koinonìa y la algarabìa del culto nos hacen olvidar a donde pertenecemos. El lunes hay que bajar de esa cima de gloria y volver a caminar entre la realidad de la pobreza de la gente que nos rodea (nosotros no somos pobres), tenemos que bajar de esa cùspide de la Presencia Divina y el martes continuar con nuestro peregrinar entre los recibos que hay que cancelar, visitas que aceptar, problemas que resolver y demonios que enfrentar...
Los discìpulos no querìan bajar de la cima de Gloria. Escuchemos a Pedro: "Señor, hagamos tres enramadas..." Pedro pensò quedarse para siempre allì. Escuchando al Padre, experimentando la transfiguraciòn de Jesùs y viendo en persona a los dos gigantes de la fe...
Pero Jesùs lo vuelve a la realidad: Hay gente que atender. Hay enfermos que sanar. Hay heridos que restaurar. Abajo, Pedro, hay un padre que necesita sanidad para su hijo. Hay una mujer con flujo de sangre que necesita ser curada. Hay un principal de la sinagoga en angustia porque su hijita està enferma... Hay que bajar. Hay que salir a la calle. Hay que dejar el templo. Hay que dejar la mùsica y empezar a alabar con la mùsica del alma...
Hay gentes que te necesitan este dìa. Bajemos y seamos útiles a alguien...
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