LAS APARIENCIAS
Sabemos que tanto la conducta como las medidas externas son sumamente imprecisas. Las apariencias engañan con la misma frecuencia que transmiten la verdad.
Normalmente en nosotros hay dos personas: la que mostramos en público y la verdadera. La que vive en la casa. Pero voy un poco más profundo: seguimos siendo dos personas. La que mostramos al público y lo que somos internamente.
Hemos aprendido a aparentar tanto que nos volvemos expertos en actuar.
Y creemos que eso engaña a Jesùs. Por eso, cuando estamos en mal momento con nuestra pareja y nos vamos a mostrar en público ensayamos nuestra mejor sonrisa, nuestro mejor acto de bondad, pero al cerrar la puerta de la casa todo vuelve a ser lo que realmente es... una pantomima.
Somos espectadores y actores del mismo circo. ¿En donde está el problema? En el corazòn humano.
Y Dios se fija en el corazòn, y es el experto en limpiar corazones. Estar limpio ante los ojos de Dios no significa que nos descuidemos en cuanto a la manera de vernos o de actuar, lo que sì significa es que damos pasos para asegurarnos de que los aspectos internos y externos de nuestra vida sean coherentes...
¿Què hace la sociedad para atacar la apariencia de que todo está bien? ¿Quiere saberlo? ¿Realmente quiere saberlo?
Una ama de casa lucha con la depresión. ¿ Solución? Comprar un vestido nuevo. Un par de zapatos nuevos...
Un esposo está involucrado en una relación amorosa que le produce culpa al igual que la sensación de aventura. ¿La solución? Cambiar de compañeros y de trabajo. Andar con gente que no le haga sentir culpable...
Un joven profesional está lleno de soledad. Su obsesión con el éxito lo ha dejado sin amigos... Su jefe le da una idea: Hacerse un nuevo corte de pelo. Gastar más dinero.
Caso tras caso del trato con lo externo ignorando lo interno, sacar brillo al Mercedes Benz mientras se ignora el interior. Exterior brilloso, interior corroído. Oxidado. El exterior alterado, el interior tambaleàndose...
Una cosa es clara: Las apariencias enferman. Los cambios que hacemos son cosmèticos. Jesùs es el único que puede cambiar desde dentro hacia fuera... Ya no luchemos por aparentar que todo está bien. Quitemos de nuestras caras esa màscara con que nos disfrazamos cada mañana y al llegar a casa, como los zapatos apretados, nos quitamos de encima el teatro del dìa... Mejor vayamos con Jesùs y dejemos que Èl nos limpie desde dentro para que podamos caminar mañana con libertad y optimismo... siendo quienes somos... Humanos... Solo humanos...
Normalmente en nosotros hay dos personas: la que mostramos en público y la verdadera. La que vive en la casa. Pero voy un poco más profundo: seguimos siendo dos personas. La que mostramos al público y lo que somos internamente.
Hemos aprendido a aparentar tanto que nos volvemos expertos en actuar.
Y creemos que eso engaña a Jesùs. Por eso, cuando estamos en mal momento con nuestra pareja y nos vamos a mostrar en público ensayamos nuestra mejor sonrisa, nuestro mejor acto de bondad, pero al cerrar la puerta de la casa todo vuelve a ser lo que realmente es... una pantomima.
Somos espectadores y actores del mismo circo. ¿En donde está el problema? En el corazòn humano.
Y Dios se fija en el corazòn, y es el experto en limpiar corazones. Estar limpio ante los ojos de Dios no significa que nos descuidemos en cuanto a la manera de vernos o de actuar, lo que sì significa es que damos pasos para asegurarnos de que los aspectos internos y externos de nuestra vida sean coherentes...
¿Què hace la sociedad para atacar la apariencia de que todo está bien? ¿Quiere saberlo? ¿Realmente quiere saberlo?
Una ama de casa lucha con la depresión. ¿ Solución? Comprar un vestido nuevo. Un par de zapatos nuevos...
Un esposo está involucrado en una relación amorosa que le produce culpa al igual que la sensación de aventura. ¿La solución? Cambiar de compañeros y de trabajo. Andar con gente que no le haga sentir culpable...
Un joven profesional está lleno de soledad. Su obsesión con el éxito lo ha dejado sin amigos... Su jefe le da una idea: Hacerse un nuevo corte de pelo. Gastar más dinero.
Caso tras caso del trato con lo externo ignorando lo interno, sacar brillo al Mercedes Benz mientras se ignora el interior. Exterior brilloso, interior corroído. Oxidado. El exterior alterado, el interior tambaleàndose...
Una cosa es clara: Las apariencias enferman. Los cambios que hacemos son cosmèticos. Jesùs es el único que puede cambiar desde dentro hacia fuera... Ya no luchemos por aparentar que todo está bien. Quitemos de nuestras caras esa màscara con que nos disfrazamos cada mañana y al llegar a casa, como los zapatos apretados, nos quitamos de encima el teatro del dìa... Mejor vayamos con Jesùs y dejemos que Èl nos limpie desde dentro para que podamos caminar mañana con libertad y optimismo... siendo quienes somos... Humanos... Solo humanos...
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