LA SALA...
El hombre está caminando por un callejón oscuro, cuando de repente salta otro con una pistola...
¡No dispares! suplica el primero. Te entregaré todo el dinero...
No quiero tu dinero, dice el hombre de la pistola. Siempre he querido que alguien se siente por un momento a platicar conmigo. Ahora voy a hacer que me escuches por una hora...
La historia refleja un aspecto triste de la condición humana. Hoy en día, la gente está mucho más ocupada que nunca: trabajando, viajando, comprando. Pero al final, el tiempo de conversación está disminuyendo. ¡Hay mucho que hacer!, ¿¡quién tiene tiempo para hablar!?
Reflexionas. Quieres que la gente te entienda. Pero... ¿acaso hay alguien escuchándote?
Ya no tenemos tiempo para platicar.
Estamos tan ocupados en nuestros celulares, revisando correos, mensajes de texto, viendo lo que pasò en Boston ayer y muchas otras cosas que no nos queda tiempo para interactuar...
En otras palabras, la conversación es nuestra herramienta para estar en contacto con otros seres humanos. Si no nos comunicamos estamos solos.
Nos aislamos. Nos volvemos introspectivos. Y corremos el riesgo de empezar a hablar con nosotros mismos...
La Biblia dice que Dios creó al hombre como un "ente hablante". (Génesis 2:7). El habla es, consecuentemente, lo que diferencia a los seres humanos de las demás criaturas. Podemos centrarnos en nosotros mismos y cerrarnos. La conversación es una manera de salir de esta absorción interna. Cuando yo platico con alguien saco algo de mi interior. Comparto lo que tengo y lo que se. Me realizo porque ayudo a construir el mundo personal de alguien. De igual manera, aprendo de otros. Me enseñan cosas que yo no conozco...
Muchas amistades nunca traspasan el nivel de lo superficial. Es posible hablar infinitamente sobre recetas, fútbol y moda. Pero no es suficiente. Necesitamos gente con la que podamos compartir nuestros pensamientos más profundos. Y es eso, precisamente lo que todos rehuyen Tienen miedo. Miedo de abrir sus corazones y confesar sus necesidades, sus tristezas y dolores. Y se hunden en un cieno de amargura y soledad del que les es difícil salir solos... a menos... que platiquen con alguien.
Si Judas hubiera compartido su vergüenza y su frustración al haber vendido a su Amigo quizá hubiera evitado el lazo que lo ahorco. Pero decidió quedarse solo. No buscò a nadie que le escuchara...
Asòmbrese... Inclusive miembros de una misma familia pueden vivir en un aislamiento comunicativo. Los muebles de la sala estaban originalmente diseñados para que las personas se vieran unas a las otras. Hoy, las salas están diseñadas para que todos vean la televisión. Ves un partido de fútbol y dices mientras tomas tu cena: "Esa fue una buena jugada". ¿¡Qué conversación puede competir con la magia de la tecnología!?
Así que ya va siendo hora de volver a los sillones antiguos de sala en donde nos sentàbamos unos frente a los otros para platicar, para tomarnos un cafè mientras compartimos momentos del dìa. Mientras estrechamos lazos de amistad entre nosotros mismos: padres e hijos...
Por norma, en nuestra casa no tenemos televisor en la sala. Eso nos roba el privilegio de vernos e interactuar con nuestras visitas. Antaño, en Guatemala, cuando éramos varios en la casa, una vez al mes acostumbrábamos sentarnos en la sala con nuestros 4 hijos para preguntarles: ¿A quien castigué injustamente este mes? ¿A quien de ustedes debo pedirle perdón por algo malo que hice? ¿Alguno de ustedes quiere hacerme alguna observación sobre algo importante? Eso hacía que en nuestra casa reinara cierto ambiente de cordialidad, amistad y compañerismo... sin olvidar que mami y papi son los que mandan...
Jesùs es el Maestro perfecto de lo que es platicar... Después de un dìa de trabajo se llevaba a los muchachos a un lugar de descanso... Cuèntenme, muchachos, ¿como les fue hoy...? Imitèmoslo.
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