CUANDO TE ATACAN...

Yo fui nadador. Nada de importancia. Nunca participé en competencias olímpicas  Solo fueron pininos de juventud en mis tiempos pasados. Cosas de "patojos" como decimos en Guatemala... Cuando en las noches de competencia la piscina olímpica se llenaba de amigos, padres y nadadores deseosos de ganar medallas, de lucir su foto en los periódicos deportivos de la ciudad, nosotros, los candidatos a batir rècords nacionales nos metíamos al agua intentando romper nuestras propias marcas, todos nos alentaban, nos daban gritos de ànimo y nos ayudaban a llegar al otro lado... Esos gritos nos ayudaban a nadar con todas nuestras fuerzas y soportar el agotamiento y el cansancio. Eran personas desconocidas, gente que nunca habíamos visto pero que estaban allí, dando ànimo y voces de apoyo...

¿Pero què tal si en los momentos difíciles de mi búsqueda de meta hubiera escuchado palabras acusadoras y no alentadoras? ¿Y què tal si las acusaciones vinieran no de extraños que podría descartar sino de mis vecinos y mi familia? ¿ Cómo se sentiría usted, que trata de llegar a la meta de su vida, si escuchara que le gritan frases hirientes y descorazonadoras?

"¡Oye, mentiroso! ¿Por què no haces algo bueno en tu vida?
"Aquí viene el extranjero. ¿Por què no se va a su casa de regreso?
"Desde cuando permiten que participen los hijos del diablo?

Esas fueron las frases que escuchó Jesùs... Èl trató de cobijar a los hijos de Israel bajo sus alas y lo que consiguió fue el rechazo, el insulto, palabras de desaliento. Su familia incluso lo llamó lunático. No creyeron el èl. Sus vecinos lo trataron peor todavía. Sus paisanos trataron de despeñarlo en una ladera.

Pero èl no se dio por vencido. Lo atacaron por todos los frentes pero èl no desistió de terminar su carrera. Los insultos no lo disuadieron, no le hicieron claudicar. No lo derrotaron. Ni la vergüenza lo descorazonó...

Todo por amor a nosotros. Una noche el diablo le levantó una tormenta en el mar mientras èl dormía  Trató de ahogarlo. Tal era su saña contra èl... sin embargo tenía solo una cosa en mente: "Yo no vine a morir ahogado diablo. Yo vine a redimir al hombre y no importa lo que hagas. Terminaré mi misiòn. Nadaré hasta el final te guste o no..." Ese fue el carácter del Hombre Verdadero. Y se espera que nosotros hagamos lo mismo. Que no claudiquemos. Que no nos demos por vencidos. Aunque el agua estaba fría algunas noches, teníamos el deseo de ganar ese premio, de llevarnos la presea... cuánto más ahora que no se trata de una medalla que se oxida, perecedera,  sino una corona de gloria que el Señor nos tiene preparada para el que llegue al final...

Yo no he soportado lo que soportó mi Maestro. Sin embargo también he sido apedreado con palabras de rechazo y humillación  Los "grandes" de este paìs me han visto por sobre el hombro cuando les aparezco en alguna actividad donde he sido invitado. He visto sus miradas de desprecio... ¿Un extranjero aquí?  ¿En què seminario estudió para que lo pongan a nuestro nivel? ¿ Quién le dio las credenciales que dice tener?

Pero en esos momentos recuerdo a Jesùs... Si eso hicieron con el leño verde... imagìnese què no harán con nosotros... Así que siga adelante. No desmaye. Ponga su mirada en Jesùs, el Vencedor de todos los tiempos y siga escuchando a los ángeles que le gritan aliento... ¡Adelante, vencedor...!

Espero verlo o verla en la cena del Cordero... allí nos conoceremos...

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