LOS PACIFICADORES...

¿Puede usted pensar por un momento en lo que el mundo necesite más en estos días   Vea a su alrededor. En su oficina. En su vecindario. En su colegio o universidad. Vea las calles.  Diga "buenos días al pasar" y ponga atención  nadie le responde. Todos desconfían de todos... O, mejor aún  vea las fachadas de las casas: todas o casi todas están rodeadas de razor. Todos necesitan defenderse de todos...

Vea las noticias y vea las víctimas trágicas del crimen callejero. Escuche a la gente en el trabajo hablar de sus vidas agitadas y de mucho estrès. Escuche a los enfermos en los hospitales quejàndose que no les dan atención o medicinas...

El mundo necesita paz. No comida, hay en abundancia. Necesitan paz.

Imagine detrás de las paredes de las casas. Cónyuges discutiendo por nimiedades. Estresados hasta el cansancio. Enfermos no de salud física pero sì de salud mental. Matrimonios rotos pero viviendo bajo el mismo techo porque no tienen a donde ir. Hijos con el corazòn destruido por los problemas entre sus padres. Como se dice en el ejército  "carne de cañón  para las maras. Hijas esperando que alguien las salve de la violencia en esas cuatro paredes que irán a caer a los brazos de otro violento... Y el círculo no se cierra.

¿Què necesita el mundo entonces? Y no hablo del mundo global. No. Hablo de nuestro mundo. Nuestro barrio. Nuestra cuadra. Nuestra iglesia. Ese es el mundo en el que nos ha tocado vivir. Y es ese mundo el que debemos influenciar... Con paz.

Como cristianos tenemos la obligación y la responsabilidad de mostrar al mundo un camino mejor y diferente. ¿Como? Viviendo en paz con nuestros compañeros cristianos.  Confiando en que Dios derramará su paz incomprensible en los momentos de ansiedad de la vida.  Y nunca olvidando las palabras de Jesùs: "Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios" Mat. 5:9.

Pero claro, para poder vivir en paz entre nuestros vecinos, primero debemos estar llenos de ella. No podemos cumplir esa comisión mientras nuestras vidas no estén plenas de la paz de Cristo. En esto hemos fallado porque nosotros mismos, los "dizque" portadores de paz estamos también imbuidos en los problemas mundanos, preocupados por el pan de mañana sin ver que tenemos el de hoy. Preocupados por las próximas fiestas de vacaciones sin darnos cuenta que no sabemos si llegaremos a ellas. ¿De que paz estamos hablando si vivimos igual que el mundo? ¿Que Cristo de Paz estamos mostrando a los demás  ¿Què camino de paz estamos mostrando a otros para que caminen sobre nuestras huellas?

Necesitamos internalizar esa promesa: "Dichosos los pacificadores porque serán llamados hijos de Dios" Si quiero que me llamen "hijo de Dios" no serà porque me vean con una Biblia bajo el brazo, ni cantando coritos, ni poniendo los ojos en blanco, ni asistiendo a una iglesia solamente... Mi mundo me llamará "hijo de Dios" cuando me vean vivir como Èl: en paz...






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