COMPASION...
Todos le tiraban piedras. Es más la Ley decía eso. Si uno de ellos se acercaba a la gente había que tirarle piedras para que se alejaran. Su enfermedad era altamente contagiosa y ademàs era símbolo de pecado. No eran agradables entre el gentío.
Con sus llagas abiertas y sus vendas sucias, los leprosos eran las personas que la gente menos quería tocar...
Excepto Jesùs...
Jesùs fue un maestro en comunicar amor y aceptación personal. Lo hizo cuando bendijo y sostuvo a niños pequeños. Mocosos. Sudando y oliendo a polvo y tierra. Pero en otra ocasión su sensibilidad para tocar a otra persona fue aun más gráfica. Esto sucedió cuando Jesùs supliò la necesidad de una persona adulta de que alguien la tocara de una manera especial, una persona a la que la ley prohibía que alguna vez volviera a tocar a otro...
Tocar a un leproso era inimaginable. Como una manera de desterrar a los leprosos de la sociedad, la gente no se les acercaba ni a un paso de distancia... Pero Jesùs, lo primero que hizo por este hombre fue tocarlo.
Un pequeño toque en el brazo. Una pequeña caricia en la mejilla. Un pequeño roce en el cabello. Una mirada de compasión. Una sonrisa por lo menos...
Cuánta falta nos hace ser compasivos. La gente està necesitada de un roce de piel con piel. Un apretòn de manos con calor y emociòn. Facebook y el chat nos han robado eso. Ahora todo es chatear. Ya no nos vemos a los ojos. Ahora nos escribimos. Ya no sentimos el olor del perfume de la otra persona. Se nos olvida de què color son sus mejillas.
Pero no Jesùs... Aun antes de hablarle, Jesùs estirò su mano y lo tocó ¿Se puede imaginar cómo habría sido esa escena? piense cuánto debió haber ansiado este hombre que alguien lo tocara, no que le tiraran piedras y lo echaran de allí. Jesùs pudo haberlo sanado primero y después tocarlo. Pero reconociendo su necesidad más profunda, Jesùs estirò su mano aun antes de pronunciar palabras de sanidad física le dio sanidad espiritual... Lo tocó. Después lo sanò.
Un abrazo dirà más que cien palabras. Un roce de sus dedos sobre el brazo de otro dirà más que miles de palabras. Jesùs lo sabe... Por eso cada mañana quiere darnos ese hermoso toque de su Presencia a traves del sol tibio de cada madrugada. A traves del salmo del dìa. A traves del pan que pone en nuestra mesa... No dejemos de hacer lo mismo con los demás .. Alguien necesitará hoy solo un toque de su mano para sentirse amado, para sentirse sano, para sentirse vivo...
Con sus llagas abiertas y sus vendas sucias, los leprosos eran las personas que la gente menos quería tocar...
Excepto Jesùs...
Jesùs fue un maestro en comunicar amor y aceptación personal. Lo hizo cuando bendijo y sostuvo a niños pequeños. Mocosos. Sudando y oliendo a polvo y tierra. Pero en otra ocasión su sensibilidad para tocar a otra persona fue aun más gráfica. Esto sucedió cuando Jesùs supliò la necesidad de una persona adulta de que alguien la tocara de una manera especial, una persona a la que la ley prohibía que alguna vez volviera a tocar a otro...
Tocar a un leproso era inimaginable. Como una manera de desterrar a los leprosos de la sociedad, la gente no se les acercaba ni a un paso de distancia... Pero Jesùs, lo primero que hizo por este hombre fue tocarlo.
Un pequeño toque en el brazo. Una pequeña caricia en la mejilla. Un pequeño roce en el cabello. Una mirada de compasión. Una sonrisa por lo menos...
Cuánta falta nos hace ser compasivos. La gente està necesitada de un roce de piel con piel. Un apretòn de manos con calor y emociòn. Facebook y el chat nos han robado eso. Ahora todo es chatear. Ya no nos vemos a los ojos. Ahora nos escribimos. Ya no sentimos el olor del perfume de la otra persona. Se nos olvida de què color son sus mejillas.
Pero no Jesùs... Aun antes de hablarle, Jesùs estirò su mano y lo tocó ¿Se puede imaginar cómo habría sido esa escena? piense cuánto debió haber ansiado este hombre que alguien lo tocara, no que le tiraran piedras y lo echaran de allí. Jesùs pudo haberlo sanado primero y después tocarlo. Pero reconociendo su necesidad más profunda, Jesùs estirò su mano aun antes de pronunciar palabras de sanidad física le dio sanidad espiritual... Lo tocó. Después lo sanò.
Un abrazo dirà más que cien palabras. Un roce de sus dedos sobre el brazo de otro dirà más que miles de palabras. Jesùs lo sabe... Por eso cada mañana quiere darnos ese hermoso toque de su Presencia a traves del sol tibio de cada madrugada. A traves del salmo del dìa. A traves del pan que pone en nuestra mesa... No dejemos de hacer lo mismo con los demás .. Alguien necesitará hoy solo un toque de su mano para sentirse amado, para sentirse sano, para sentirse vivo...
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