CARTAS ABIERTAS

Hoy se ha desatado una nueva forma de hacer publicidad. He notado en las calles de la ciudad unos jóvenes que sin ninguna pena ni vergüenza  se colocan unos letreros en sus hombros con publicidad delante y detrás  Buscan esquinas con alto trafico vehicular para anunciar los productos que las empresas les contratan y les pagan por hacerlo...

Permanecen muchos de ellos, todo el dìa o parte del mismo. El asunto es colgarse el letrero y dejar que la gente lea lo que están anunciando. Caminan de un lado para otro movièndose constantemente para despertar la curiosidad de los que van manejando en esas calles...

Me imagino que las empresas deben captar un nicho del mercado que buscan para expander sus negocios... Gracias a esos muchachos y jovencitas valientes, deshinibidos y carentes de todo orgullo y petulancia...

Y nosotros, nos guste o no, somos letreros publicitarios ambulantes del evangelio...

La gente se forma opiniones de Cristo y saca conclusiones de nuestra fe basada en la forma en que vivimos e interactuamos. Lo creamos o no, la Biblia lo dice: somos cartas abiertas para ser leìdas por los demás...

Imagìnese el daño cuando los cristianos dicen ser nuevas criaturas pero se aferran a rencores insignificantes.  O cuando nos damos a conocer como una comunidad en la que Dios vive, sin embargo nuestras relaciones están marcadas de egocentrismo y división...

La Biblia le llama a esto inmadurez espiritual e inseguridad.  Es solo cuando acogemos verdaderamente los recursos infinitos que Cristo ha provisto que hallamos la capacidad de dejar de aferrarnos egoístamente a las pequeñeces.

Cuando estamos seguros de quiénes somos, cuando sabemos con certeza que nada nos puede rebajar, que tenemos un valor que excede a lo que el mundo cree de nosotros, cuando estamos seguros que hemos sido elevados y elevadas a un papel sacerdotal para nuestro Dios, que Dios nos ha confiado el Amor de su Hijo Jesùs, cuando estamos anclados en sus promesas de que somos la sal de la tierra y la luz del mundo... hasta entonces y solo entonces... nos colgaremos sin vergüenza ni falsa modestia el cartel: "Yo soy de Cristo. Mìrame vivir y si quieres ser como yo te invito a mi congregación..."

Fácil... ¿no cree?

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