LOS COLECCIONISTAS...(de pecados)

El Antiguo Testamento narra la historia de un ser astuto, escurridizo y travieso que no dudó en engañar a su padre para ganancia propia.  Pasó sus primeros años coleccionando esposas, dinero y ganado del modo en que algunos hombres coleccionan hoy día esposas, dinero y ganado...

Pero Jacob comenzó a sentirse mal. En su mediana edad tuvo un dolor en el corazón que ni caravanas ni concubinas podían aliviar, así que cargó a su familia y empezó viaje hacia su tierra de nacimiento.

Se detuvo y armó su tienda cerca del arroyo Jaboc y se separó de su familia por un momento. Quería estar solo. Quería meditar sobre su vida. ¿Qué había hecho hasta ahora? Huyendo, engañando, engañado y burlado... ¿Qué seguía? ¿Qué hacer con sus temores? ¿Qué hacer con sus pensamientos? Talves para armarse de valor se introdujo en el arroyo hasta mojarse los tobillos y refrescar un poco sus pensamientos... Cuando de pronto... "un hombre luchó con él hasta el amanecer" Génesis 32:24.

Pelearon toda la noche. Este era un Hombre de verdad. Se abalanzó sobre Jacob y éste se aferró al Hombre tan fuerte que ambos cayeron al agua, al lodo y lucharon sin tregua. Tambaleaban y caían una y otra vez. Ambos enzarzados en una lucha sin cuartel. Parecía por un momento que Jacob vencería pero el Hombre tenía prisa por terminar, así que en un movimiento repentino tocó la cadera del hebreo y éste, retorciéndose de dolor pensó... "estoy luchando con Dios" Aprovechó el instante y se aferró con todas sus fuerzas al Vencedor y le dijo: "¡No te soltaré hasta que me bendigas!"

¿Qué hacemos con esta historia? Dios en el barro. Luchando con el barro. Una confrontación muy hostil. Jacob aferrándose al ángel, luego cojeando. Hay una pregunta escondida aquí. Logro verla entre líneas: "Dios, ¿te importo? ¿Hay esperanza para mi, Señor? ¿Vale la pena mi vida? ¿Puedo ser algo más que un tramposo, Señor? ¿Puedo ser útil en tu Reino, Dios?

Lo creo porque yo hice las mismas preguntas. Cuando tuve un encuentro cara a cara con el Hombre como lo tuvo Jacob, me aventuré a preguntar: ¿Sabes quién soy yo? Y aún así, ¿me amas?

El Hombre, Jesús, en toda su belleza, me respondió: "Si. Te amo así como eres. Porque te voy a cambiar de tal manera que dentro de unos años no te reconocerás ni tú mismo..." Y aquí estoy. Como Jacob. Nos cambiaron el nombre a ambos. A Jacob le pusieron Israel. A mí me lo pusieron el día de mi nacimiento. Ambos nos llamamos Israel...

¿Le cambiaron el suyo también...? ¡Maravilloso, ¿verdad?! Solo que no le aconsejo a esperar a luchar con el Hombre toda la noche de su vida... Mejor hágalo fácil y disfrute el cambio hoy... Y no siga coleccionando pecados.

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