LISTA DE ESPERA...

Hace unos años mi esposa y yo estábamos viajando de Miami a El Salvador en una aerolínea que había llenado su cupo en otro estado. Ya no cabía ni un alfiler dentro del avión  y nosotros teníamos que estar aquí para cumplir compromisos con nuestra congregación...

Esperábamos a cada instante que nos llamaran para decirnos que alguien se quedaba sin asiento y nos lo asignarían a nosotros. Pero pasaba el tiempo y nada sucedía. Junto a nosotros había otros aspirantes a pasajeros soñando también con poder estar en casa ese mismo día.  Disimuladamente veía a la encargada del mostrador con ojos de angustia esperando que llamara nuestros nombres... En la pantalla que anunciaba los nombres de los favorecidos solo decía: "su nombre está en lista de espera..."

Yo refunfuñaba. ¿Cómo nos habían dejado sin asientos? ¿Por qué habían sobre vendido ese vuelo en donde nosotros viajábamos? La terrible lista de espera. El equivalente de las pruebas de aptitud en la entrevista de empleo. Posibilidad pero sin garantía. Los pasajeros en lista de espera confirman cada idea con un signo de interrogación: ¿Estoy diseñado para quedarme esta noche en el aeropuerto? ¿Es por esto que a un aeropuerto se le llama terminal?

Los pasajeros con asiento, en cambio, descansan como un maestro en su primer día de vacaciones. Leen revistas y hojean periódicos. De cuando en cuando levantan la mirada para compadecerse de nosotros, los campesinos en espera. ¡Ah, ser contados entre los confirmados! ¡Tener nuestro propio número de asiento y hora de salida! ¿Cómo se puede descansar si no se tiene el cupo asegurado en el vuelo a casa?

Muchas personas no lo tienen. Muchos cristianos tampoco. Viven una profunda ansiedad acerca de la eternidad. Creen que son salvos, esperan ser salvos, pero aún dudan preguntándose: ¿Soy realmente salvo?

Esa pregunta la hacen los niños que aceptan a Cristo. La hacen los padres de hijos pródigos. también la hacen los amigos de los descarriados. Sale a la superficie en el corazón de los que luchan. Se filtra en la mente de los moribundos... Cuando olvidamos nuestros votos a Dios, ¿se olvida El de nosotros? ¿Nos pone en una lista de espera...? Nuestra conducta nos da motivos para cuestionarnos. Somos fuertes un día y débiles el otro. Dedicados una hora y flojos la siguiente. Hoy creyentes, mañana incrédulos. Vivimos en curvas, subidas y bajadas como en una montaña rusa...

Jesús sabe de todo esto. Nos conoció desde antes de la fundación del mundo. Y, como lo sabe, nos dejó dicho: "Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás. Ni nadie las arrebatará de mi mano" Jn. 10:28. "...el que oye mi palabra tendrá vida eterna y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida" Jn. 5:24.

Aún más: Dios reclama su derecho sobre nosotros. Nos ha puesto una marca que muestra que le pertenecemos: El Espíritu Santo en nuestros corazones. La marca significa propiedad. Dios nos marca a través de su Espíritu. Los aspirantes al vuelo eterno sin la marca, sin el boleto son repelidos por la presencia del Nombre del Señor. Satanás es rechazado por la declaración: No intervengas. ¡Este hijo es mío! Perpetuamente mío...

Así que ya no hay lista de espera para nosotros los que tenemos asignado el asiento asegurado en el vuelo a Casa. Allá nos esperan con una cena calientita y nos servirá el mismísimo Señor Jesús... ¿Que le parece...?

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