TRASPLANTE ESPIRITUAL...

Creer en Dios es una cosa. Creerle a Dios es otra muy distinta...

Nos hemos conformado con un "creer en Dios" temeroso, que ocupa cortésmente una frase en un himno o queda bien en el letrero de la Iglesia. Jamás causa problemas ni exige una respuesta. Cuando alguien le pregunta si cree en Dios, ¿cómo decir que no?

Pero, realmente, creer en Dios es creer en Cristo. Y esto es otro nivel de creencia. ¿Ha sido usted cambiado por Jesús? ¿Ha sido conformado por su Carácter, por su Obra transformadora? ¿Lo ha enternecido por dentro?¿Impactado por su sacrificio en la Cruz? Porque usted debe saber que Jesús tiene algo que empapa. Algo desenfrenado. Es como un río lleno de corrientes rápidas que nos desconciertan por completo. Jesús, cuando llena nuestra vida viene cada día a recordarnos que no podemos ni debemos seguir siendo los mismos. Nos reconecta con el Padre  y tiene que haber una adoración y dependencia hacia Él constantemente. Jesús es la Voz que nos incita al cambio y que luego nos da el poder para llevarlo a cabo...

Cuando Jesús obra en nuestro interior no recibimos de Dios una felicitación sino un corazón nuevo. Si le entregamos el corazón a Cristo, él nos devuelve el favor: "Os daré un corazón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros" (Eze. 36:26)

...podríamos llamarlo... un trasplante espiritual de corazón...

Durante muchos años pasé por alto esta verdad. Creí todas las demás preposiciones: Cristo por mí, conmigo, delante de mí, obrando con Cristo, bajo Cristo, con Cristo.. pero nunca imaginé que Cristo estuviera en mí...

No puedo culpar a la Biblia por eso. Pablo me lo repite 216 veces. Juan, en su primera carta me lo dijo: "Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios" Ninguna religión o filosofía hace tal afirmación. Ningún otro movimiento deja entrever la presencia de su fundador en sus seguidores... Mahoma no mora en los musulmanes. Buda no habita en los budistas. Michael Jackson no vive en los hedonistas que van tras el placer... ¿Influencia? ¿Instrucción? ¿Atracción? Puede ser... Pero, ¿Habitación? Definitivamente no.

Somos de Cristo. Le pertenecemos. Él vive en nosotros. Él entró una vez y se apoderó de nuestro interior. Cambió de lugar los muebles. Pintó las paredes de nuestro corazón de otro color. Quitó algunos cuadros que no le gustaban. Algunas palabras enmarcadas las tiró a la basura. Nuestros ojos los cambió de dirección, ahora vemos desde otro ángulo... Neutralizó las malas decisiones y horribles opciones.  Poco a poco emerge una nueva imagen: La de Cristo. Cristo cambia mi corazón. Ya no soy el mismo. No siento lo mismo. No amo lo mismo ni quiero lo mismo...

Cristo es el cardiólogo abriendonos el pecho, retirándonos el corazón envenenado por el orgullo, la soberbia, el egoísmo, celos, envidias, dolor, amarguras y reemplazándolo con el suyo...

"En esto conocerán que son mis discípulos..."

No es tan fácil decir que somos de Cristo... ¿verdad? Requiere un exámen realmente pragmático...

Comentarios

  1. Muy bien es muy cierto lo que dice este escrito todos decimos que creemos en Dios "como una tradicion de contestar" pero no porque hayamos recibido el transplante de nuestro nuevo corazon espiritual. Amen pastor Dios lo bendiga y pueda seguir escribiendo mas para ayudarnos ha alimentar nuestro espiritu. Y fortakezer nuestra fe y seguir ese caminar tan maravilloso dr la mano de Dios. Amen Bendiciones.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS