¿QUIEN REINA...?

"Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que este reine sobre nosotros" (Luc. 19:12-14)

Imagine que alguien le hiciera lo mismo  a usted. Suponga que se va a un largo viaje y deja su casa bajo el cuidado de un conocido, a quien le confía todas sus posesiones. Mientras usted esta fuera, este individuo se muda a su casa y aduce que esta le pertenece, coloca el nombre de él en el buzón, y se apropia de todas las cuentas. Coloca los pies sucios sobre la mesa de centro e invita a amigos a dormir en la cama. Rechaza la autoridad suya y le envía este mensaje: "No vuelva. Ahora soy yo quien maneja las cosas..."

La palabra en la Biblia para esta situación es Pecado, el cual no es una lamentable equivocación o un tropezón ocasional, sino que escenifica un golpe de estado contra el régimen de Dios.  Toma por asalto el trono.  Reclama el lugar de Dios y desafía la autoridad divina...

Pecar es declarar: "Dios, no quiero que reines sobre mí.  Prefiero un reino sin rey. O mejor aún, un reino en el cual yo sea el rey"

El pecado grita: Quiero dirigir mi propia vida. Muchas gracias, Dios. Le dice a Dios que se vaya, que desaparezca y que no vuelva. El pecado es insurrección de primer orden y usted es un insurrecto... Yo también. Lo es todo aquel que ha respirado en este mundo...

Isaías lo dijo: Todos nosotros nos descarriamos como ovejas. Cada cual se apartó por su camino.  Hay caminos de intoxicación alcohólica... Drogas, sexo, pornografía, acumulación de dinero o de cosas, estímulo sensual, autopromoción religiosa, hedonismo, orgullo, adulterio, fornicación y la lista sigue...

Por eso Jesús empieza donde Dios empieza... Declarándonos quiénes somos. Qué somos. Qué necesitamos y Quién es El... El quiere tomar el control sobre nuestras descarriadas vidas pero no lo hará a menos que nosotros mismos le demos las llaves. El quiere reinar pero no a la fuerza. Aunque El gobierna de facto El no hace uso de ese derecho. Prefiere preguntarnos... ¿Quieres que yo reine en tu caos? ¿Quieres que arregle todo tu desorden? ¿Quieres vivir en paz? ¿Quieres ser amado o amada? Solo dame el trono y yo te haré vivir abundantemente...

Vale la pena intentarlo, ¿no es cierto...?

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