NI GRANDE NI PEQUEÑO...

Mi relación con mi esposa no se define por las cosas grandes que le puedo dar. No le he podido dar una casa propia. No he podido comprarle un carro del año. No pude darle hijos.

Mi relación matrimonial no se define por las grandezas que puedo hacer por ella. Al contrario, son las cosas pequeñas las que nos unen... Cuando uno de nuestros hijos nos piden un helado, ese helado forma un nexo entre padres e hijos. Cuando piden un avión... se les dice que esperen, que tengan fe...

Si uno de nuestros hijos pequeños nos piden una pistola nos negamos seguramente. No tienen edad para manejarlas. Si nos piden un trago de ron igualmente no se lo daremos. Ni pequeños ni grandes. Eso no es bueno para ellos... Pero cuando nos piden que quieren estudiar en alguna universidad de elevado presupuesto, y son buenos estudiantes, hacemos lo imposible para complacerlos...

¿Sí o no?

Entonces vemos que para nosotros los padres no hay cosas ni grandes ni pequeñas que podamos hacer por nuestro cónyuge o nuestra familia. Todo está basado en el amor, la relación, la amistad y el cariño... Cuando traemos al mundo a una criatura, con ella vienen sus necesidades y somos obligados a satisfacerlas según sea el caso...

Lo mismo sucede con Dios. Él nos creó. Y al crearnos nos hizo con necesidades. Con necesidades de tener cosas. Èl decidirá cuales darnos y cuales no. Si nos convienen nos dará todo lo que pidamos. Si no nos conviene... preparémonos para su negativa. Él es Padre y conoce nuestros limitantes...

Pero la relación con Dios no está definida por las cosas grandes que nos de. No son las grandezas que Él pueda darnos para saber o decir que Él es nuestro Padre. Son las cosas pequeñas las que van construyendo nuestra relación con Él. Es el pan diario. El gasto del día. La gasolina para hoy. La salud de hoy. El cuidado de nuestra pareja cuando sale al súper. La protección de nuestros hijos cuando están en el colegio. Cosas pequeñas. Al igual que un matrimonio, la relación de pacto con Dios debe ser fincada en las cosas pequeñas... pero grandes al mismo tiempo.

"Pídeme..." Dice Dios. A Él le gusta que le pidamos. ¿A qué amante padre terrenal no le gusta que sus hijos le pidan? Solo hay una situación: tanto el padre terrenal como el Celestial tienen el deber de discernir si lo que pedimos es bueno o no para nosotros. Ese es el quid de la cuestión. Y lo que amarga a tantos cristianos. Quieren que Dios les conceda "todo" lo que desean sin analizar si están pidiendo lo bueno para ellos... Pero... ¿Qué es bueno para nosotros? Solo el Padre Perfecto lo sabe. Y en eso estamos asegurados que siempre nos dará lo mejor... Quizá no lo más grande, pero siempre lo mejor.

Dentro de unos días estaremos cerrando el año viejo. Se abrirá la puerta para uno nuevo. Pida. No dude en pedir. Èl está esperando escuchar su lista de pedidos para el próximo año. A Él no le asustará lo que usted pida, sea grande o pequeño. Él es el dueño de todo. Así fue usted creado o creada. Con necesidades y El está consciente de eso... No tema entonces. Pida. Y déjele a Él la decisión de qué cosas le convienen a usted y cuales no...

Feliz año nuevo...

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